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Desde hace cinco años David Serna apuesta con su compañía por la diversidad de los cuerpos

Bailar cambió la vida de ciegos, sordos y personas con síndrome de Down

Se crea una coreografía para cada caso, dice el maestro, quien impartió un taller en Faro de Oriente

Ya no quisieron que siguiera ahí; ahora lo da en la Casa de la Cultura Unidad Ermita-Zaragoza

 
Periódico La Jornada
Martes 11 de febrero de 2014, p. 9

Desde hace cinco años, el ballet puede ser practicado por ciegos y débiles visuales, por personas diferentes e incluso por gente con síndrome de Down, como producto del trabajo de David Serna, director del Ballet Mexicano de la Discapacidad, que cerró el 24 de enero pasado una etapa de actividades en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente, donde impartió un taller al aire libre a lo largo de tres años. Ya no quisieron que siguiera ahí y nos tuvimos que ir, expresó en entrevista.

–¿Qué le significa la palabra discriminación?

–Es limitar, poner condiciones. El ballet apuesta por la diversidad, tanto de las voces como de los cuerpos. Discriminar es hacer a un lado todas las posibilidades que ha dado la naturaleza. Yo no tengo ninguna discapacidad, pero mi madre sí. Conozco la discapacidad desde que era niño y sé cómo se trata en todas las instituciones. He visto cómo a todos mis alumnos se les han negado en algún momento oportunidades de salud o educación. El ballet es un no a la discriminación y a los abusos.

El ballet le ha cambiado la vida a los alumnos. La compañía ha desarrollado una técnica de enseñanza de la danza propia, partiendo de las habilidades que cada uno de los integrantes tiene. No copiamos nada. Si tenemos un niño que sólo puede mover los ojos, ¡pues creamos una danza sólo para eso! Esto es innovador en términos educativos y ha cambiado la vida de las personas que participan. En términos artísticos es una fuente de ingresos.

Metodología alejada de la terapia de rehabilitación

Serna creó su compañía en 2009 y trabajaba en las calles. Cuenta con una metodología propia en la formación, entrenamiento y empleo de sus bailarines, que son sólo personas en condición de discapacidad. Entre sus logros se halla haberse presentado en sitios como la Sala de Conciertos Elisa Carrillo del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, el Centro Nacional de las Artes y el Teatro Sergio Magaña.

Mi técnica es para los que tienen cualquier tipo de discapacidad. He atendido a gente con un rango de 8 a 65 años, en un solo salón y en una sesión. He dado clase a personas con síndrome de Down, débiles visuales, sordos, limítrofes, con discapacidad intelectual y motriz, etcétera, señala.

Es maestro egresado del Instituto Nacional de Bellas Artes, de la carrera de coreografía. “Actualmente soy miembro del Consejo Mundial de la Danza de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco), en París, Francia. En cinco años hemos logrado reconocimientos en otros países, porque proponemos una nueva metodología, que busca alejarse de la terapia educacional o de rehabilitación.

Foto
La compañía ha desarrollado una técnica de enseñanza de la danza propia, partiendo de las habilidades que cada uno de los integrantes tiene. En la imagen, miembros de Ballet Mexicano de la Discapacidad, durante el ensayo de una de sus coreografíasFoto Francisco Olvera

Buscamos acercar el arte partiendo de las habilidades de cada quien. No imponemos ningún examen para ingresar, sino buscamos el interés por aprender, el aprovechamiento del espacio. Queremos que a los alumnos se les dé un reconocimiento artístico. Ser bailarín implica lograr un estatus social. El grupo se ha presentado en la Embajada de India, por ejemplo. Creo que nos faltan muchas cosas, empezando por la difusión de nuestro quehacer.

Ahora se ha ido con sus alumnos un poco más al oriente de la ciudad, a la Explanada de la Casa de la Cultura de la Unidad Ermita-Zaragoza, cerca de la estación Acatitla del Metro, donde espera dejar atrás el trago amargo de ya no poder entrar al Faro de Oriente, pero no se atreve a decir que fue un desalojo, aunque sí se le hizo injusto y falto de sensibilidad.

A veces me ausentaba para viajar y presentar lo que he desarrollado en la relación del ballet-discapacidad. Estuve en julio pasado en Grecia para exponer los avances de mi enseñanza, que es una propuesta especial para estas personas. Faro de Oriente adujo que ese tipo de ausencias era por mi falta de compromiso con la comunidad. El Ballet Mexicano de la Discapacidad es un organismo independiente, ajeno al Faro.

Falta de sensibilidad

En la citada Fábrica de Artes y Oficios el ballet, precisó, llegó a tener hasta 25 alumnos y los que estaban en esta última etapa decidieron seguir conmigo, ya afuera del Faro. Para mí, hubo falta de sensibilidad de la gente de ese recinto respecto de mi trabajo académico. En él piensan que hice otras actividades, pero no es así, puesto que todo está relacionado con las personas con discapacidad.

Hablé con quienes dirigen el Faro. Me dieron las gracias y una negativa rotunda para poder continuar. Ahora imparto las clases en otro sitio. El mío era el único taller permanente en el Faro y la demanda era mucha.

El taller lo impartía los jueves y viernes durante dos horas. El ciclo en el Faro acabó el pasado 24 de enero. Seguiremos, aunque ya no sea en la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente.