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Interpretó sus temas infaltables acompañado por 110 niños y adolescentes del lugar

Óscar Chávez ofrece un concierto para que Texcoco tenga una orquesta sinfónica
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Óscar Chávez agradeció a los chamacos de la sinfónica su empeño para tocar con élFoto cortesía del festival
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Periódico La Jornada
Martes 22 de octubre de 2013, p. a11

Texcoco, Méx., 21 de octubre.

El Caifán Mayor, Óscar Chávez, ofreció el domingo pasado un concierto acompañado por una orquesta sinfónica integrada por 110 niños y adolescentes de comunidades serranas texcocanas, que en el clímax tocaran por primera vez Por ti y Macondo con fondo de banda.

El público, en la Unidad Deportiva Gustavo Baz Prada, rompió el protocolo, y al escuchar esas piezas infaltables en todo concierto del también llamado Estilos, se fue a parar lo más cerca posible del escenario, cuando se escuchaba mariposas amarillas, Mauricio Babilonia...

El objetivo del recital fue abrir camino para la creación oficial de una sinfónica en Texcoco, donde los muchachos –por medio de una beca– den continuidad a la orquesta. En Texcoco están registrados más de mil músicos, muchos integrados a bandas de viento estilo Sinaloa.

Concluía así el Festival de la Música Vientos de la Montaña, referente de Texcoco, donde la música es parte de la cultura, en la que se incluyen las chirimías, agrupaciones que en estos lares son objeto de debate sobre si son de origen prehispánico o producto de la fusión sonora con los españoles conquistadores.

Cedió Tláloc

El domingo fue un día con mucho frío y la lluvia cayó como escarcha. Tláloc, entidad adorada originalmente en esta zona, cedió este domingo, luego de que el sábado se dejó sentir con toda su fuerza.

Antes que Chávez, bandas de viento tocaron algunas creaciones originales de Sinaloa, ritmo que sirvió para que 50 jóvenes mostraran sus adelantos en bailes de punta y tacón.

Varias bandas de Tecuanulco trabajan profesionalmente, pero los más jóvenes aprenden música por gusto. Óscar Chávez agradeció a los chamacos de la sinfónica su empeño para tocar con él. Su voz se adaptó a ese fondo poderoso con Alma mía, donde los clarinetes crean un aire de provincia vieja. La llorona encontró un lugar propicio en Texcoco. Dos piezas de Rubén Méndez fueron llevadas con palmas por el público, que así halló una forma de sacudirse el frío.

La tuba resuena con los resoplidos, con su poderosa función de bajo, y Chávez da el ancho, cual vocalista bandero, grupero. Yo andaba buscando la muerte... de ahí tengo el corazón en dos mitades partido..., otro éxito.

Dijo en su más típico estilo: Esta ya la echó a perder tanta gente, que la voy a echar a perder yo también, y se arrancó con Un mundo raro, de José Alfredo. El sonido se perdía entre las calles aledañas. Con Héctor Morales, con quien lleva 40 años trabajando, interpretó Por la banqueta de enfrente y Canción del brasero. El son del ombligo, para todos los que tienen ombligo. Esas más otras de Joaquín Pardavé removieron el romanticismo individual. Llegaron las conocidas y se despidió llevándose un reconocimiento escrito de la presidenta municipal de Texcoco, Delfina Gómez Álvarez. Se fue entre aplausos y con gritos que le pedían otra. Fue infructuoso.

Gómez Álvarez expuso en entrevista que este fue el primer festival en su tipo, que tiene como fin lograr que la gente participe. De los objetivos, cumplimos 90 por ciento: dar a conocer a estos músicos niños y jóvenes. Chávez nos demostró su calidad humana, Mis respetos. Nos faltó público, pero mejoraremos poco a poco. Tuvimos varias sedes y eso lo repetiremos.