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La devastación

Da mucha tristeza que la gente sufra y ninguna autoridad te voltee a ver

Incomunicadas, unas 28 mil personas tras fractura de puente en Guerrero

Cientos de viviendas resultaron destruidas en Tierra Caliente y zonas de la sierra

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Aspecto del área afectada por un alud en la comunidad guerrerense de La PintadaFoto Pedro Pardo
Corresponsales
Periódico La Jornada
Viernes 20 de septiembre de 2013, p. 3

San José Poliutla, Gro., 19 de septiembre.

Unos 28 mil habitantes de San Miguel Totolapan y Ajuchitlán del Progreso, entre otros municipios de Tierra Caliente y la sierra de Guerrero, están incomunicados porque la única vía de acceso –el puente vehicular– fue arrasado por la crecida del río Balsas, a consecuencia de las lluvias que provocaron la tormenta Manuel y el huracán Ingrid el pasado fin de semana.

Este jueves, cinco días después de que el Balsas dividió la región en dos, los habitantes de este municipio demandaron al presidente Enrique Peña Nieto que ordene aplicar aquí el plan DN-III, mientras al gobernador Ángel Aguirre Rivero y al alcalde Saúl Beltrán Orozco pidieron que busquen la forma de hacerles llegar alimentos, agua, medicinas y cobijas de manera urgente porque ya no tienen víveres y muchos están a la intemperie.

Construido en 1993, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el puente fue destruido casi en su totalidad como a las 10 de la noche del 16 de septiembre, narraron pobladores de San José Poliutla, que se ubica antes de subir a la Sierra Madre del Sur.

Desde entonces ni una persona de San Miguel Totolapan puede trasladarse a los municipios cercanos de Arcelia o Altamirano, mientras los habitantes que andaban en esta parte de la región ya no pudieron llegar a San Miguel, y se quedaron de este lado del puente.

La única vía terrestre (el puente) se la llevó el río y por la sierra o la Costa Grande los caminos de terracería están destruidos y sería imposible atravesar la Sierra Madre del Sur para salir por Tlacotepec o por Atoyac de Álvarez, también devastados.

Para entender la magnitud del desastre, dice Leonardo Leal Ocampo, habitante de San Miguel Totolapan, basta decir que las comunidades La Tinaja, El Remanse, San Pablo y Las Juntas –de cientos de casas cada una– prácticamente desaparecieron. La mayoría alcanzó a salir de sus hogares y se fue a partes más altas, y por eso no hubo muertos, según se cree.

Aunque en menor escala, la mayoría de viviendas de la cabecera municipal y las localidades San Francisco, Los Guajes, Valle Luz y La Comunidad resultaron inundadas; no así las que estaban sobre la ribera del río Balsas, porque estas fueron destruidas o resultaron anegadas completamente. Las cosechas fueron arrastradas.

Entre otros, también fueron afectados los municipios de Arcelia, Tlapehuala, Altamirano, Coyuca de Catalán, Cutzamala de Pinzón y Tlalchapa.

En San Miguel Totolapan la mayoría de las viviendas resultaron inundadas y hay centenares derrumbadas o inundadas en su totalidad, dijeron los damnificados.

Ante la falta de apoyo de las autoridades de los tres niveles de gobierno, los afectados llamaron a la población y a sus familiares que viven en otros estados o países a que cooperen y renten lanchas o barcos, helicópteros o avionetas para que traigan agua y víveres a los pobladores que no tienen forma de salir.

La tarde que La Jornada llegó hasta el puente roto pudo constatar la desesperación de los pobladores que se quedaron de este lado por tratar de llevar alimentos y agua embotellada a sus familiares; contrataron una lancha de motor a riesgo de ser arrastrados porque el río continúa creciendo, debido a que las lluvias no han cesado. En tanto, la presa El Caracol, en el municipio Apaxtla de Castrejón, sigue siendo desfogada para que no resulte destrozada.

Desde el otro lado del río, de cientos de metros de ancho, mediante altavoces, mujeres piden que el gobierno federal implemente aquí el plan DN-III para que les lleven agua y medicinas porque existe el riesgo de que mueran niños o ancianos enfermos.

Da mucha tristeza que griten desde el otro lado que quieren agua, alimentos y nosotros no podamos atravesar el río para llevárselos; da tristeza que la gente esté sufriendo, enfermándose, y que ninguna autoridad, desde el alcalde, el gobernador y el Presidente del país no te escuchen y ni te volteen a ver, manifestó el profesor Ricardo Román Carrasco, avecindado en San Miguel Totolapan, pero que se quedó de este lado del puente.

Con cinco días incomunicados, los alimentos escasean y los productos de primera necesidad aumentaron de precio casi 10 veces.