Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 7 de julio de 2013 Num: 957

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Una especie de
resistencia cultural

Paulina Tercero entrevista
con Enrique Serna

Nuno Judice, Premio
Reina Sofía 2013

Enrique Florescano
entre libros

Lorenzo Meyer

Homenaje a
Enrique Florescano

Javier Garciadiego

Los narradores
ante el público

José María Espinasa

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Rodolfo Alonso
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La marca presentida

Ricardo Yáñez


La fúnebre góndola,
Tomas Tranströmer,
traducción y presentación de Aline Pettersson,
Difusión Cultural UNAM,
México, 2013.

Traducido a cuarenta lenguas aun antes de ser Premio Nobel y, leo en algún lugar de internet, efectivamente leído en su propio país bastante tiempo ha, Tomas Tranströmer –psicólogo, pianista, entomólogo y, entre otras instancias del conocimiento, desde luego poeta– llega a nuestro país en afortunada versión de Aline Pettersson. La fúnebre góndola (Sorgegondolen) es un muy breve volumen, ochenta páginas en impresión bilingüe, que desde el prólogo (entusiasta y sobrio, donde se observa que la escritura del sueco, de palabra decantada en “lenguaje extremadamente sencillo”, es “tan pulida y desnuda que estremece”) cautiva, y que se abre a los ojos del lector con un poema deslumbrante, “Abril y silencio”, del cual citamos las últimas dos de cuatro estrofas: “Mi sombra me porta/ cual violín en su caja negra.// Eso que quiero decir/ refulge fuera de mi alcance/ como la plata con el prestamista.”

De la primera, Pettersson afirma que sus versos “resuenan en quien los lee con una inquietante ambigüedad de sentidos”, y de la segunda que, constituye, resumida, un “ars poética: la búsqueda perenne para acercar la necesidad de expresión al resultado mismo”. Continúa la prologuista: “El deseo suele ser más ambicioso que su ejecución, pero el poeta ha seguido obstinadamente y con éxito por esa ruta.”

La fúnebre góndola es una  obra publicada seis años después de que en 1990, debido a un ataque cerebral, el autor, que desde entonces padece hemiplejía, perdiera el habla. Imagina uno, no puede saberlo, que esa pérdida sufrida a sus casi sesenta años de edad pudo muy bien ser asumida como un enriquecimiento, una más concentrada atención en las palabras; pero, digresiones aparte, volvamos al poemario.

Salvo una excepción, “Noviembre en la antigua rda”, ninguno de los textos rebasa la página. El gusto por –o la exigencia de– condensación se hace más que evidente en una serie de (once) haikús, de la cual destacamos: “El sol está bajo ya./ Se agigantan nuestras sombras./ Pronto todo será sombra.”

La presencia de la muerte, desde el título anunciada, es –como es– un ingrediente de la vida. Veamos el principio de “De julio 90”: “Hubo un entierro/ y sentí que el muerto/ leía mis pensamientos/ mejor que yo mismo.” Siguen dos estrofas más, también de cuatro versos, en las cuales, digamos, se regresa a lo cotidiano, aunque –en nuestra percepción– con cierta sensación (o escozor) de trascendencia/intrascendencia, de frontera: lo cotidiano, pero cobrando universalidad.

La fúnebre góndola es originalmente una pieza para piano que, según leo en youtube.com, y otros sitios de internet (en el anotado puede ser escuchada, versión 2, ejecutada por Bertrand Giraud), Liszt compuso ante el presentimiento de la muerte de Richard Wagner, su yerno, lo que ocurriría en muy pocos meses, y está inspirada en el estilo wagneriano. La escena del poema del mismo nombre representa a ambos compositores junto a la “inquieta” Cósima, la hija que Liszt tuvo con la condesa Marie d’Agoult, aquélla “casada con el rey Midas/ que todo lo que toca lo convierte en Wagner./ El verde frío del mar se impulsa a través del suelo del palacio [Vendramin, del Gran Canal veneciano]./ Wagner lleva una marca.”

Éste y dos poemas más pueden ser escuchados en sueco.


Horror vuelto a contar

Edgar Aguilar


Legendarium i. Cuentos de fantasmas asesinos y destripadores ,
Javier Pellicer y Rubén Serrano (compiladores),
Tombooktu,
México, 2012.

De un tiempo para acá, con la vertiginosa expansión de las redes sociales, se ha creado en Europa, particularmente en países que a través de los siglos desarrollaron una vasta tradición oral, una suerte de cofradía literaria afín a lo relativo a fenómenos sobrenaturales, episodios de la vida carentes muchas veces de explicación o de lógica, o leyendas que conformaron la identidad de ciertos lugares o de determinados personajes. De algún modo, y gracias precisamente a la red, es que varias de estas historias se han recuperado, reinventado y multiplicado alrededor del orbe, cobrando hoy día un sorprendente auge, sobre todo entre jóvenes cibernautas.

Es el caso de España. La Asociación Española de Escritores de Terror es un buen ejemplo del resultado de la complicidad y el gusto por esta clase de relatos que con el correr de los años han mudado al lenguaje escrito. Es así como en esta afortunada antología se retoman temas y motivos populares de diferentes regiones de la nación ibérica, historias que pueden provocarnos más de un sobresalto o escalofrío. Es decir, versiones no “actualizadas” de leyendas españolas, sino vueltas a contar tal como debieron haber sucedido. No obstante, en el prólogo sus compiladores aclaran: “Y es que también hemos querido tocar alguna que otra leyenda urbana, esas historias que forman parte del folclor contemporáneo y que, a pesar de contener elementos sobrenaturales o inverosímiles (generalmente emparentados con algún tipo de superstición), se presentan como crónicas de hechos reales sucedidos en la actualidad.”

¿Cómo conciliar entonces todos estos elementos? A saber, por medio de un adecuado tratamiento literario. Y es lo que hacen con acierto y destreza los jóvenes autores –rondan los veintitantos años la mayoría– aquí reunidos: combinar piezas de ficción con la recreación de hechos supuestamente reales basados en historias de dominio público. “¿Quién duerme bajo la cama?” (Iván Mourin) es la leyenda del Coco español llevada a su máximo horror y cruel desenlace. En “El teléfono” (David Jasso) se narran los extraños acontecimientos en el estudio de grabación de una pequeña radiodifusora de Zaragoza. “El loco del bisturí” (Ángel Villán) aborda un thriller acerca de un fantasma que ataca a mujeres en los vagones del suburbano de Madrid. Un enfermo mental convierte un fin de semana de dos amigas en una verdadera carnicería en “La masía” (Pedro l. López). “La Virgen de la Paloma” (Nuria c. Botey) cuenta la misteriosa historia de Susana, glorificada en el lienzo de un sencillo y humilde pintor. El terror se apropia paulatinamente de una altiva porquera, luego de retar a un mozo pastor, al intentar subir a lo más alto de la montaña y las fatales consecuencias que esto acarrea en “La estaca” (Anna Morgana Alabau). Mención aparte merece “Mariquilla” (Tony Jiménez), donde se refiere la sangrienta resolución de una muchacha ante la rigidez de su madre y la hambruna que azota a un mísero pueblo de la postguerra. Todas ellas historias espeluznantes.



Los cuentos siniestros,
Kobo Abe,
Eterna Cadencia Editora,
Argentina, 2011.

Traducidos directamente del japonés por Ryukichi Terao, estos cuentos se publican en español por primera vez y dan fe de la calidad indiscutible de su autor, unánimemente considerado como uno de los tres más importantes narradores japoneses del siglo xx –los otros son los más conocidos Yukio Mishima y Kenzaburo Oe. Maestro de la palabra, Abe tiene esa capacidad envidiable para construir, en el marco exigentísimo del género cuentístico, mundos autosuficientes y plenos donde la circunstancia y el momento de la anécdota son trascendidos hasta alcanzar la universalidad. Siete piezas magníficas, que deben abrir el apetito lector por una literatura todavía muy mal conocida en esta mitad del mundo.