Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Tres cuentos
Dos miradas a
la obra de Rulfo
Juan Manuel Roca
Clic en los ojos
Febronio Zataráin
Vestigios y el
inicio del silencio
Juan Domingo Argüelles
entrevista con Javier Sicilia
¿Quién le teme a
Wilhelm Reich?
Gérard Guasch
Llamaradas: monólogos
de Franca Rame
y Dario Fo
Esther Andradi
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Columnas:
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El libro como razón de ser
Ricardo Guzmán Wolffer
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A vuelo de página,
Porfirio Romo Lizárraga,
Cuadernos de El Financiero,
México, 2013.
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Nuevo número de la colección de ensayos del diario El Financiero, en el texto de Romo estamos ante una notable mirada sobre el libro como objeto, como negocio y como proyecto cultural mexicano. Con una escritura dúctil, habla de ese peculiar objeto que lo mismo es arrumbado por gratuito, como valorado cual reliquia irrepetible.
Todos los pasos para que el libro salga a la circulación son abordados con una mirada tan crítica como didáctica por Romo (editor por varias décadas). Desde la librería de la Alameda Central construida con cristales (luego sería la cadena Librerías de Cristal) y el esfuerzo postrevolucionario en lograr que la educación académica formara lectores, hasta el pronto declive de esos lectores incapaces de acercarse al libro como factor de entretenimiento y formación personal, a mediados del siglo XX.
Los ciudadanos damos por hecho que la entrega del libro de texto gratuito es la mejor opción para los educandos, pero Romo explica que esa entrega no necesariamente forma lectores: aleja a los estudiantes de las librerías, les forma la idea de que los libros no valen por el hecho de que no se cobran (lo que deriva en que robarse libros es una suerte de extensión de esa entrega estatal gratuita: ahora les toca hacerlo a los libreros) y lleva a la práctica el concepto de que el libro sólo forma parte de lo escolar y que su lectura es obligatoria, y no hablemos de la versión estatal de la historia que se implanta en los infantes. ¿Cuántas generaciones hay que no conocen una librería, precisamente porque no necesitan ir ni para recibir esos libros gratuitos? La consecuencia lógica es que, una vez terminada la educación escolar, la lectura puede ser evitada. Porcentualmente son muy pocos los mexicanos que viven la lectura como un goce tan accesible como restringido, según las expectativas y el acceso a librerías o bibliotecas. Sin duda, eso tiene que ver con la práctica inexistente de estar en una librería, mirando la inusitada oferta literaria que hay en México (el número de novedades literarias que hay en las menguantes librerías mexicanas, según datos citados por Romo, es sorprendente por alto).
Romo explora de cerca temas como el precio fijo de los libros, la competencia desleal de las grandes librerías que hacen del “descuento” un arma suicida, pues a la larga los precios bajos inciden en la calidad de lo que se vende, y la permanencia del libro-objeto ante internet. La piratería es tratada desde una perspectiva macroeconómica, para luego replantearse cómo afecta, no de manera favorable, la publicación de los nuevos escritores. Quizá la parte más disfrutable de este jugoso libro sea la visión autocrítica del editor: ¿cómo diferenciar al enamorado de los libros y los autores, en contraste con el mercenario que piensa en términos de dinero cuando habla de libros?
Un libro notable para comprender el fenómeno nacional de la producción editorial.
Elogio de Pitol
Edgar Aguilar
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Cultura de Veracruz,
Núm.78,
Marzo-abril,
México, 2013.
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"Me parece que al llegar a la vejez, esa palabra maldita, cuando uno ve con lejanía la infancia, la adolescencia, los grandes asombros de esos períodos, la felicidad intensa de entonces, de la que no acaba uno de darse cuenta, se comienza también a percibir el pasado como un sueño, una niebla. Nuestro presente y eso que damos en llamar la realidad es sólo la continuidad de ese sueño”, responde Sergio Pitol a Pedro m. Domene en una entrevista que el crítico español le realizara hace poco más de una década –aún no se le concedía a aquél el Premio Cervantes–, y que se trascribe de manera íntegra en el presente número de homenaje-aniversario por los ochenta años del autor de El viaje.
No deja de asombrar la claridad de pensamiento de la que hace gala Pitol (contaba a la sazón sesenta y nueve años años) en esta muy interesante charla. Enumera sucesos de su vida en los que confluyen ciudades europeas, autores, libros, infancia, aspectos de su obra y singulares anécdotas que da la impresión de que en ese instante los trajera anotados en algún escondrijo de su siempre elegante vestimenta. Sabemos, sin embargo, que la obra de Pitol es de igual forma un viaje dentro y fuera de sí mismo, como un vastísimo compartimento en el cual abarcar todo tipo de afirmaciones sobre la condición inmensamente creativa de este admirable hombre universal de las letras.
Mas ¿qué hizo tan particular la obra de Sergio Pitol desde sus inicios? Pues acaso de modo similar a otro formidable “excéntrico”, Witold Gombrowicz, a quien Pitol conoció muy bien básicamente a través y a partir de la traducción de libros como Bacacay, Cosmos o Diario argentino, nuestro homenajeado, quien “siempre se mantuvo firme a las enseñanzas del maestro polaco” (Raúl Hernández Viveros en su ensayo “Aniversario de Sergio Pitol”), aseveró en cierta ocasión: “aunque en verdad haya caído en una extraña frivolidad, al menos veo muy claro y sé que debemos abrir nuevos horizontes”. Lo primero como una respuesta burlona a algunos de sus críticos (hubo quien se ensañó, por ejemplo, con su novela Domar a la divina garza); lo segundo, como una auténtica convicción de hacia dónde dirigir su trabajo, que desarrolló con creces hasta llegar a formas insospechadas dentro del panorama literario en lengua española de los últimos tiempos.
El número se complementa con un escrito biográfico de Cristina Davó Rubí sobre Pitol, una selección de poemas de Mariana Ruiz Flores, Javier Morales Rosas, Óscar Coyotl, Naaras Valderrama y Katia Palacios, así como un relato notablemente defectuoso de José Ángel Palacios Castañeda. Carlos Roberto Morán ofrece en cambio dos excelentes reseñas de Una vacante imprevista y Cuervos, de J.R. Rowling y John Connolly, respectivamente. María del Rocío González Serrano colabora con el texto de presentación de Cultura de Veracruz en la pasada feria de Minería. Cierra este número especial una emotiva semblanza a cargo de Pedro M. Domene dedicada al gran cuentista español Medardo Fraile, recientemente fallecido.
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El cóndor y las vacas. Diario de un viaje por Sudamérica,
Christopher Isherwood,
Sexto Piso,
España, 2012.
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Traducido por Andrés Barba e ilustrado con fotografías de William Caskey, este es el conjunto de impresiones que el autor de Adiós Berlín –por mencionar solamente su novela más conocida–, recogió de un largo, deslumbrante y ya mítico viaje por el subcontinente ubicado en el sur de América. Deliberada e intencionadamente poco informado de lo que podría encontrarse –para evitarse a sí mismo “hacer algo perentorio”, tanto como “un complejo de inferioridad y una humildad que habrían sido contraproducentes”–, Isherwood posó su mirada, tan aguda como sutil, en la realidad tal como lucía a mediados del siglo XX en una Sudamérica que así dejó de ser, para las mentalidades baldadas de eurocentrismo, lugar de exotismos o simple aposento de exuberancias naturales. El resultado es este delicioso “paisaje impresionista y espontáneo”, donde el lector hallará más de un deslumbramiento y experimentará más de una revelación.
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