Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 30 de junio de 2013 Num: 956

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Tres cuentos

Dos miradas a
la obra de Rulfo

Juan Manuel Roca

Clic en los ojos
Febronio Zataráin

Vestigios y el
inicio del silencio

Juan Domingo Argüelles
entrevista con Javier Sicilia

¿Quién le teme a
Wilhelm Reich?

Gérard Guasch

Llamaradas: monólogos
de Franca Rame
y Dario Fo

Esther Andradi

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Alonso Arreola
@LabAlonso

Para musicalizar un partido de fut

La selección Sub-21 de España está jugando la final de la Eurocopa con la de Italia. Van cuatro a dos a favor de los ibéricos. Faltan pocos minutos para que acabe. Esos veintidós jóvenes jugadores, pese a ser profesionales, aún no tienen el temperamento averiado. Están dejando el resto en la cancha. Eso se agradece tanto como escuchar a ciertos músicos. Ejecutantes que juegan, que construyen a paso sin temor al riesgo, sin defender puntos ganados, sin apostar por la defensa, dotando al arte de gracia. Es el caso de Nik Baertsch y de Alarm Will Sound, dos proyectos que, pese a su elevada ciencia, no se toman tan en serio a sí mismos como para sacrificar el encuentro lúdico con su audiencia.

Baertsch, el primer jugador, nació en Suiza en 1971. Es un pianista, compositor y productor con estudios de piano y percusión que profundizó en filosofía, lingüística y musicología en la Universidad de Zurich. Esto es relevante porque el tratamiento que da a su música refleja la interacción entre esos sistemas. La descripción que hace de su postura estética es notable: “Mi música muestra afinidad con el espacio arquitectónico organizado y es gobernada por los principios de repetición y reducción, así como por el cruzamiento rítmico [...] El grupo se convierte en un organismo integral, como un animal, un hábitat, un espacio urbano.”

Sea con su grupo Ronin, con el proyecto multimedia Mobile o en su taller didáctico del club Exile –del cual es cofundador–, se ha comprometido con algo que suena a jazz, clásico y funk, pero siempre controlado, sin desparramarse en estridencias. Algo que puede gustarle a las abuelitas más conservadoras, pero que al revisarse con microscopio sorprende por su entramado. Así las cosas, no es raro que haya firmado con el legendario sello ECM, ni que haya creado su propia disquera: Ronin Rhythm Records. Muy recomendable para un domingo (y más si es futbolero y no soporta a los histéricos cronistas deportivos).


Alex, Alarm will sound

El otro “equipo” que nos patea el tímpano mientras en la silenciada televisión se juega a la pelota (¡hat-trick de Thiago Alcántara!), es Alarm Will Sound. Una orquesta de cámara cuya columna vertebral se eleva con batería, bajo y teclados, pero que suma con certeza el color tímbrico de violín, viola, chelo, percusiones y alientos clásicos. Puede ir de los diez a los veinte integrantes, dependiendo del repertorio que aborden. Allí lo interesante. Con semejante nombre no se puede esperar algo tradicional. Todo lo contrario. Ellos arreglan piezas conocidas que no fueron compuestas para su dotación. Ejemplo: The Beatles, Frank Zappa, Autechre o Aphex Twin con su tema “Four”, una obra de música electrónica que jamás imaginó verse interpretada de manera tan orgánica. El resultado es válido y justifica las horas de trabajo y ensayo, las empeñosas transcripciones que debieron realizar tras desconstruirla.

Tan bien han hecho su labor que se han vuelto conocidos en la red y en festivales y foros de gran renombre (Carnegie Hall, Barbican, Lincoln Center). De ellos ha dicho The New York Times:  “Lo más cerca que una orquesta de cámara puede estar de ser una banda de rock.” Y sí, tienen razón. Alarm Will Sound es un gran puente para que melómanos interesados en formas populares den un brinco hacia lo hecho por mentes como las de John Adams, John Cage, Edgar Varese, Steve Reich, David Lang, Michael Gordon, György Ligeti, Conlon Nancarrow o Stockhausen, compositores a los que también abordan. Ahora bien, ¿de dónde salieron estos raros jugadores?

Es un grupo de intérpretes que se conocieron estudiando en la Escuela de Música Eastman de Rochester, Nueva York, tratando de combatir los típicos obstáculos de quienes se inclinan por repertorios sofisticados: no hay foros ni dinero, ni músicos suficientes para sobrevivir o plantear una experiencia en vivo que se acerque a las canciones populares y que incluya, además, trabajo multimedia y dramático. Fundado en 2001, Alarm Will Sound está respondiendo a ello logrando lo que miles de estudiantes clásicos sueñan: girar por el mundo, grabar discos, presentar obras hechas para ellos, hacer residencias artísticas y, por supuesto, divertirse. Porque, al final, de eso se trata y el público lo nota y lo celebra. Lo mismo pasa con esos veintidós jugadores sobre la cancha que ya se retiran a vestidores. Si un día nos convencen es porque, pese a la técnica y estrategia que requieren, su entrega elemental, primaria, nos regresa a la infancia, a ese estado ante el cual nos rendimos independientemente, incluso, de que llegue el gol. Buena semana.