Opinión
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En el Chopo

Bunkers, Rockabilly y Querétaro

D

esde temprano empezaron a llegar los chavos: ellas hermosas, ellos sonrientes. Era otro sábado en el Tianguis del Chopo y los jóvenes seguían llegando; era notorio que había más asistentes que de costumbre. La razón era simple: al mediodía tocarían en Radio Chopo Los Bunkers. A la hora de la tocada la docena de canciones ejecutadas por los chilenos manifestaron el porqué de su popularidad. Esto se conformó cuando la mayoría de sus rolas –inclusive algunas de su más reciente álbum– fueron coreadas por los presentes al concierto, entre ellas La velocidad de la luz y Llueve sobre la ciudad. Según palabras de Mauricio, aceptaron el desafío de presentarse ante el público del Chopo, por considerar al tianguis como espacio con gran historial y prestigio y, como toda primera vez, la experiencia fue muy rica, aunque para los vendedores del tianguis, no fue así: pocos chavos que le cayeron al toquín hicieron alguna compra. Para hoy, sin embargo, no pintan mejor las cosas: va a estar nublado, situación que favorece a quienes asistan al festival de rockabilly. Siete grupos tocarán a partir de las 12 horas: Los Leopardos, Los Enterradores, Teddy Buppers, Crazy Cats, Los Stompins Rats, Steel Sentinel y –de Los Ángeles– Bandata. Tocante a las actividades, el próximo sábado, en el espacio chopero habrá un intercambio cultural con la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Querétaro. Será una actividad multidisciplinaria. En la música estarán la Sinfónica Rock de la FBA, además, Sweet Fingers, Yaluk, The Lost y Wolf Season; completan el programa una muestra de danza contemporánea y dos exposiciones, una fotográfica y otra de artes plásticas.

Los caminos del rock

Alrededor del rock hay mitos, leyendas, personajes y vidas dedicadas a él; igualmente, existen distintas formas de ser rocanroleros. Están quienes son músicos, los fanáticos, los aplatanados con cara de onda, las chavas entregadas de coraza al gran ritmo, las grupies talentosas, los recién incorporados y los que tenemos la edad del rocanrol y seguimos en esto. Para llegar al rock cada quien tomó caminos diferentes. Dice un antiguo axioma: los caminos del Señor son inescrutables. Así son los caminos del rock, inescrutables. El nuestro es una muestra: después de rolar en hoyos fonqui, ir al concierto de Tijuana Five, The Birds, a la fallida presencia de Union Gap en la Ciudad de los Deportes (hoy estadio Azul), llegarle a tocadas en CU –una inolvidable fue con Canned Heat y Tower&Power–, mojarnos en Avándaro y padecer una sequía rocanrolera de casi un lustro, un día me vi entregando un texto a José Luis Pluma, director de la revista Conecte. Era mediados de 1985, pero, como también le comenté que era fotógrafo, mi primera orden de trabajo fue como reportero gráfico. Acudí a tomar fotos a Guillermo Briseño, Omar Jasso y Alfredo Díaz Ordaz. Mi primer texto publicado con mi crédito aparecería meses después. Han pasado algunos años, pero como dijera un famoso poblano: Y aquí me tienes en el rocanrol. Salú.