Opinión
Ver día anteriorSábado 22 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Triunfalismo vs realidad

Solidez de mentiritas

Diez sonrientes secretarios

T

anto la minimizaron, tanto la negaron, que la cruda realidad no tuvo más remedio que dejarse sentir, y fuerte, para recordar a los triunfalistas integrantes del nuevo gobierno y jilgueros que los acompañan que la situación nacional ni lejanamente es del color rosa que tanto presumen, ni que la circunstancia mexicana es tan fácilmente resoluble como lo aseguran.

Ante el interminable inventario de arengas triunfalistas, actos faraónicos sobre lo bien que hacen las cosas y los fantásticos reportes en torno a la solidez económica del país –con la consecuente envidia internacional que ello provoca–, la terca realidad sacudió mercados, develó famélicos resultados laborales y salariales, presentó el balance concentrador y recordó la triste circunstancia económica, para dejar en claro que a golpe de discursos marca Miguel Ángel Cornejo e inagotables shows mediáticos nada, absolutamente nada, se resuelve, y que si alguna duda tienen sobre ello, pues que revisen resultados y prácticas de las cinco administraciones que precedieron al nuevo gobierno.

Siempre presente el lapidario recordatorio lopezportillista (presidente que devalúa, se devalúa), la mexicanada vuelve a temblar al constatar cómo se evapora el triunfal discurso de Enrique Peña Nieto y jilgueros que le aplauden, ante la raquítica creación de empleo, la creciente informalidad, la pérdida de poder adquisitivo, el ínfimo crecimiento económico, el desplome del tipo de cambio, la brutal concentración del ingreso y la riqueza, y, ya en el exceso, la más reciente derrota de los ratoncitos verdes, (siempre inflados por la fábrica de sueños y desinflados por la realidad, como Peña Nieto comprenderá).

¿Qué fue del tan presumido súper peso, de la masiva llegada de capitales golondrinos que, así, patentizaban (versión oficial) su confianza en el gobierno mexicano y sus instituciones? ¿Qué del navío de gran calado (Calderón dixit), que no ha trascendido su condición de trajinera xochimilca? ¿Qué del mercado bursátil donde el pago de impuestos es menos que papel de baño? Del México que queremos de Felipe Calderón pasamos al México moderno y próspero que anhelamos de Enrique peña Nieto, y hasta ahora la única diferencia es el cambio de nombre del inquilino en Los Pinos.

Pero no os preocupéis, que el catarrito de Agustín Carstens ya tiene rival: la sobrerreacción de los mercados de Luis Videgaray, quien se limitó a sacar el librito de pretextos oficiales para señalar que la caída del tipo de cambio y el desplome bursátil “es un asunto de sobrerreacción de los mercados, pero por supuesto vamos a estar muy atentos a asegurar que los mercados funcionen bien, que tengan adecuada liquidez; ahorita estamos viendo gran liquidez, por ejemplo, en el mercado cambiario. Sin duda esperamos que continúe durante los próximos días la volatilidad del peso y la volatilidad en general de las monedas en los mercados emergentes… (peroooooo) los sólidos fundamentos de la economía y el régimen cambiario flexible de México permitirán absorber los choques externos… Estamos viviendo un momento de turbulencia financiera, no está relacionado con México, son condiciones globales, somos partes de la economía global y hay días como estos”.

Nada que ver con la advertencia del Banco de México: “la desaceleración de la economía mexicana se profundizó en el segundo trimestre de este año, mientras los niveles de desempleo y de ocupación en el sector informal se mantuvieron arriba de los registrados al inicio de la crisis hace cuatro años… Existe la posibilidad de que se profundice la desaceleración de la economía en el segundo trimestre del año (aunque) una vez que el gobierno federal regularice el gasto público, que en los primeros meses de este año ha ejercido con rezago, respecto de los montos que para el periodo autorizó el Congreso, la actividad económica podría mejorar” (La Jornada, Roberto González Amador).

Hay días como estos, dice el secretario de Hacienda, pero la realidad documenta que la frase correcta debe ser hay décadas como estas, pues México acumula tres de ellas en la lona. Todo indica que sólo para el gobierno la perspectiva económica es muy buena, pues para 2013 prácticamente todos los demás han reducido la estimación de crecimiento, ergo, no ven por dónde se pueda colar el México moderno y próspero que anhelamos. Es necesario recordar que con tal de no llevarse la contraria a sí mismo, Felipe Calderón se aferró a decir que todo caminaba de maravilla, que esta República de discursos era la octava maravilla y que el navío de gran calado la envidia de la comunidad internacional. Resultado: 1.8 por ciento de crecimiento económico promedio anual, el menor de los últimos cinco lustros.

Y lo que podría estimular a la economía, permanece en el congelador: “el retraso con que el gobierno federal ha ejercido en el primer año de la administración el gasto público autorizado por el Congreso ya afectó la operación de por lo menos 30 mil empresas proveedoras de entidades gubernamentales, que han sufrido retrasos mayores a 60 días en el cobro de sus facturas, aseguró el principal organismo de representación de los industriales del país (Canacintra). Participantes en el sector financiero y expertos mencionaron que la dilación en el ejercicio del presupuesto es una de las causas de la lentitud en la creación de empleo e hizo evidente una mala planeación por parte de las autoridades responsables de la ejecución del gasto… El subejercicio del gasto público durante el primer trimestre de 2013 es el de mayor dimensión que se ha registrado en un principio de sexenio desde 1995, cuando el país estaba en plena crisis económica, de acuerdo con el Grupo Financiero Banorte” (La Jornada).

Cierto es que los encargados de las finanzas nacionales no deben apanicarse ni sudar en público, y que parte fundamental de su chamba consiste en inyectar confianza en los sacrosantos mercados. Pero a los últimos 10 secretarios de Hacienda (de Gustavo Petricioli a Luis Videgaray), cuando menos, de plano se les pasó la mano. Mientras la economía se desmoronaba, la pobreza crecía y los empleos desaparecían, ellos sonreían y hablaban de eventos pasajeros, burbujas momentáneas, asuntos coyunturales, crisis que no son de México, sino externas, catarritos y, lo más reciente, sobrerreacciones. Y allí están los resultados, con todo y discursos triunfales.

Las rebanadas del pastel

A todo lo que da el estercolero panista en la Cámara de Senadores, con Ernesto Cordero a la cabeza. La lucha por el botín es feroz, pero no hay sorpresa: así actuaron a lo largo de la docena trágica. Las manos limpias siempre fue un mero eslogan propagandístico.