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Presentaron Cartas a Poseidón, el libro más reciente del narrador holandés

¿Es que los dioses nos envidian o desprecian porque somos mortales?, inquiere Nooteboom

Si la perplejidad fuera un oficio, él sería el máximo profesional del gremio, señala Juan Villoro

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Cees Nooteboom, en la Casa Universitaria del Libro, donde presentó su obra más reciente, publicada por SiruelaFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de junio de 2013, p. 4

Estos últimos años he estado enfrascado en la ficción que tú eres, pues qué otra cosa sois los dioses sino un sueño, una ficción, la respuesta a las preguntas sin respuesta que nos constituyen. Estas son apenas algunas de las palabras que Cees Nooteboom dedica en su epístola final a Poseidón y que leyó completa al finalizar la presentación de su libro más reciente traducido al castellano y que se llama, precisamente, Cartas a Poseidón.

Esa carta es la número XXIII de un libro que escribió a lo largo de dos o tres años, en distintas partes del mundo, se complementa con textos breves ligados algunos a las imágenes que acompañan al volumen editado por Siruela.

Son misivas sin respuesta en las que el escritor holandés, constantemente en la lista de aspirantes al Nobel de Literatura, le cuenta qué ocurre en el mundo, qué es lo que lo asombra.

El escritor Juan Villoro, quien acompañó a Nooteboom en la presentación, realizada la noche del jueves en la Casa Universitaria del Libro, citó a Mann, quien alguna vez dijo que el verdadero desafío de Alemania no era alemanizar a Europa, sino europeizar a Alemania y esta vocación cosmopolita la tiene Nooteboom. Lo hemos visto desarrollar con maestría los más diversos géneros. Estamos ante un autor múltiple, dijo a decenas de lectores en el auditorio de ese recinto de la UNAM.

Villoro recordó cómo se inició el narrador holandés en los viajes: en bicicleta y después en un barco en el que se dedicó a escribir crónicas y desde entonces no se ha detenido. Si la perplejidad fuera un oficio, Cees Nooteboom sería el mayor profesional del gremio.

En Cartas a... reúne prosas breves en las que informa del curioso estado del mundo y, como suele suceder con un destinatario místico, no hay misivas de respuesta.

El gran truco de Nooteboom es dirigirse a nosotros a través de un dios, filtrados por la mirada de Poseidón, los paisajes y hechos cobran inusitada relevancia, añadió el escritor y ensayista.

Setenta y siete epístolas

Tocó el turno a Nooteboom. Contó de nuevo el origen del libro. Cómo en un restaurante, elegido al azar, le entregan una servilleta con el nombre de Poseidón y en ese momento decide que va a escribirle cartas que versen sobre mi vida y las cosas que veo, oigo y pienso, como relata en las primeras páginas del libro.

He viajado mucho pensando como un corresponsal, aunque sabía que no me respondería, dijo. Son 77 cartas, unas directamente para él con preguntas que me he hecho, por ejemplo ¿es que los dioses nos envidian porque somos mortales o nos desprecian porque somos mortales?.

Cartas a Poseidón es también un libro de ficción porque al visitar los templos dedicados a esa deidad, grandes como Notre Dame, y ahora sitios turísticos, uno se imagina cómo era aquello lleno de gente que venía a adorarlo, a ofrecerle cosas, y te preguntas cómo se siente ahora que nadie acude a ver a este dios griego de mal carácter, libidinoso, que ha dormido con muchas ninfas, que tenía un montón de hijos ilegítimos y que era furioso.

Nooteboom ha pasado ya mucho tiempo en compañía de esas cartas, de esos textos breves, por ello ahora, adelantó, debo escribir algo de mayor aliento.

Y en espera de ese nuevo libro, quedan entonces las palabras finales de la carta número 23 a Poseidón fechada el 2 de junio de 2012: Tú nunca has respondido a mis cartas, ni falta que ha hecho. Cuando estoy frente al mar te oigo hablar con tus mil voces. A veces gritas y estallas en una carcajada que se burla de todas mis preguntas. Algunas noches eres un espejo en el que se contemplan las estrellas y guardas un silencio absoluto. Siento entonces como si quisieras decirme algo, pero nunca lo haces. Sí, sé muy bien que estas cartas que he escrito no tienen destinatario. Pero ¿y si mañana me encontrara un tridente en las rocas?.

¿Y si mañana nos encontráramos los lectores un tridente en las rocas?