Opinión
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Calidad educativa y uso de los programas públicos
D

os temas que han estado en la agenda nacional en las últimas semanas, se imbrican en un ejemplo específico que ilustra cómo la pretendida calidad educativa, impulsada por el Estado, no es más que el desmantelamiento de la educación pública de excelencia, y que esta pretendida calidad solamente se aplica al uso de los recursos públicos para cometer delitos electorales finamente planeados.

Por ello no creo casual que el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) muestre tal descuido en su redición del Cuaderno de trabajo de Historia y Geografía nivel III, ni que haya sustituido una de las fotografías originales en la última edición de su Manual del instructor comunitario nivel III; esto podría parecer pecata minuta, pero muestra de manera fehaciente el tamaño del uso de recursos públicos con dolo, que llega a permear aspectos insospechados de la vida nacional, como son los textos escolares de distribución masiva y que, explícitamente dicen: Este programa es público ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa.

Primero he de ilustrar algunos de los errores que contienen los mapas del cuaderno de trabajo, que muestran el desprecio del Conafe por la historia y por los destinatarios de su publicación. Algunos son de diseño y otros, de plano, son yerros del entendido; así que en un mapa que intenta ilustrar a los bloques contendientes en la Segunda Guerra Mundial, los países aliados y del eje están marcados con el mismo color y no se nota la diferencia. La cosa va de mal en peor, en otro mapa intitulado Las trece colonias inglesas ¡aparecen 18 divisiones territoriales! Y así por el estilo, casi todos los mapas están errados, solamente el de la República Mexicana actual no contiene errores ni faltantes.

Algunas de las joyas que contienen estos mapas son: que Perú en la época colonial era una capitanía general en vez de un virreinato; Florida aparece como si hubiese sido posesión francesa. En las pérdidas de territorio nacional no se marca la venta de La Mesilla. En el mapa que ilustra las posesiones europeas en América no se señala que Alaska fue propiedad de Rusia. Tlaxcala no aparece en el que describe a la Nueva España borbónica, ni se dice que era gobierno y no intendencia. Las rutas que seguía la flota española que cruzaba el Atlántico comienzan en medio del mar, entre las Azores y las Canarias. Delhi aparece cientos de kilómetros al este, en Myanmar. En esta colección de falsedades, la ruta de los comerciantes venecianos hacia China comienza en el Líbano. Las fronteras de Centroamérica no reflejan las reales, y se omitió la existente entre Guatemala y Belice. No se señalan características geográficas relevantes de dicha región, como la península de Nicoya (1074 km2) y los dos grandes lagos nicaragüenses, el Cocibolca (8624 Km2) y el Xolotlan (1049 km2). Por el contrario el lago Mirim, en Brasil, está movido y en Uruguay se pone una enorme laguna donde no existe o bien se exagera en cientos de kilómetros la pequeña Laguna negra (182 km2).

Tanto descuido en la redición de ese Cuaderno de trabajo contrasta con la magistral y calculada inserción de Peña Nieto, que pareciera ser solamente un inocente cambio en una de las fotografías del Manual, como podría aducir el Conafe.

El topar con esta imagen en una de las grandes obras que han producido algunas de las mejores mentes de la educación mexicana, me causó tristeza. Desde muy niño escuché comentarios que alababan al Manual del instructor comunitario; y tengo un vínculo antiguo y profundo con estos materiales educativos. El Manual, que data de la primera mitad de los años setentas, fue un encargo del entonces subsecretario de Educación Roger Díaz de Cossio, un gran impulsor de la educación pública; se pensó en una herramienta para las comunidades que carecían de maestros y que tenían escuelas multigrado. En la visión evolucionista imperante en aquel entonces se pensaba que estas comunidades rurales iban a desaparecer, pero ahí está que, a 40 años de distancia, permanecen y el Manual se sigue utilizando sin haber perdido su vigencia… El equipo designado para elaborarlo fue coordinado por Elsie Rockwell y participaron grandes eminencias de la educación, entre ellas Antonia Candela y Eva Taboada. En la atinada elección de ilustraciones y fotografías es evidente el trabajo de Francisco Reyes Palma, un gran historiador del arte y uno de los grandes expertos y curadores de arte de este país. Las fichas de trabajo tienen ilustraciones de Diego Rivera y los trabajos que ilustran varios ejercicios son obras maestras del arte popular. Por otro lado, la coordinación del equipo de fotógrafos recayó en la entrañable Mariana Yampolsky; puedo asegurar que, tal vez, no exista libro de texto con fotografías más bellas, éstas fueron tomadas en clases reales en comunidades rurales. Es por ello que me saltó una foto atípica.

A primera vista se observa que la fotografía de la página 148 del Manual carece del valor artístico y la maestría que tienen las fotos originales. Es evidente que fue realizada en otra temporalidad y que no corresponde con una clase de las escuelas que trabajan con el Manual, ya que aparecen niñas con uniforme. La foto en cuestión es aparentemente inocua. En la bien montada escena se ve un pizarrón con operaciones matemáticas (algo que generalmente se considera exacto e imparcial), una maestra las señala con autoridad didáctica, cuatro alumnas observan, nada parece raro en lo que discurre. Mas si se observa detenidamente la imagen, podemos ver que la profesora tiene abrazado un libro forrado con periódico, una parte de la plana trae impresos los resultados de la Lotería Nacional con el premio mayor, el encabezado de al lado dice tajante: El país: Peña Nieto.

No hay que ser muy versado en el tema para saber que se trata de propaganda subliminal; no es perceptible en primera instancia, pero ahí está la maestra señalando indubitablemente: Peña Nieto es igual al país y él es el premio mayor. No se trata de un inocente cambio para actualizar una imagen, es una clara muestra del calado del uso de los programas públicos para fines electorales. No, de ninguna manera puede ser casual.

*Antropólogo