Opinión
Ver día anteriorSábado 25 de mayo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los de abajo

Retrato de una derrota

S

ucedió en Nicaragua, y también pasó, y pasa, en muchos países del mundo atravesados por una revolución. Es el retrato de una derrota, sí, pero sobre todo es un espejo que, proponiéndoselo o no, pone cuestiones medulares sobre la mesa, como el ejercicio del poder, venga de donde venga.

Se trata de la película Palabras mágicas (para romper un encantamiento), de la cineasta Mercedes Moncada; es un relato que recorre el antes y después del triunfo de la revolución que encabezó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en una Nicaragua primero devastada por la dictadura somocista, luego por un temblor, y más tarde por una generación que en nombre de la revolución hizo todo lo contrario a lo que prometió, abriendo el paso a la corrupción, el cinismo, el incremento de la pobreza y la drogadicción, a la doble moral, al autoritarismo, al clientelismo, a la demagogia. ¿El PRI? ¿El PAN? ¿El PRD? No, el FSLN, el mismo que levantó tantas esperanzas no sólo para el pequeño país centroamericano, sino para todo el continente; el que inició las exitosas cruzadas contra el anafabetismo, pero no pudo transformar las relaciones sociales del país e hizo todo para que nada cambiara.

La cuarta película de la cineasta de origen nicaragüense y español (actualmente en cartelera) ofrece imágenes y documentación. Pudiera verse también como un gran reportaje, con información bien recabada, con datos y números sobre la no tan célebre piñata que organizaron desde el poder los revolucionarios que lo tomaron encabezados por Daniel Ortega.

En efecto, como remarca Mercedes, Palabras mágicas no intenta contar la Historia, sino que se trata de un relato profundamente emocional y personal. De repente, los sucesos históricos con mayúsculas, así, grandes, son tan importantes que dejamos de lado cómo nos aplastan a las personas. Creo que es importante hacer la reflexión, y de esto habla la película, dice ella, al reconocerse como parte de una generación derrotada, la que dio la sangre para la guerra contra la contra.

El trabajo de Mercedes no es concluyente. Abre una puerta a la reflexión sobre el qué sigue. “La película –señala la realizadora– realmente no trae malas noticias, porque no dice que la historia siempre se va a repetir. Dice que la historia siempre se va a repetir cuando lo hacemos de la misma manera…” ¿Cómo hacerlo? La respuesta, por supuesto, no es única, pero sin duda tiene que ver con el surgimiento de movimientos actuales en el mundo que construyen sus propios referentes: los indignados; ocupas en Estados Unidos; o el #YoSoy132 en México. Y, por supuesto, los zapatistas, pues falta lo que falta.