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La música de cine made in Hollywood sería impensable sin él, señala experto

Alemania conmemora a un personaje que polariza
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de mayo de 2013, p. 4

Bayreuth, 21 de mayo.

Exige demasiado a su público, a cantantes y a músicos. Y el resultado va de la admiración al rechazo absoluto. Richard Wagner polariza. Revolucionario y amigo de reyes, innovador, dramático y terrible antisemita, perfeccionista y egoísta. O despierta fascinación o es aborrecido: con Wagner no hay término medio.

Adolfo Hitler fue uno de los que admiraron los dramas musicales wagnerianos. Eso, unido a su declarada antipatía hacia los judíos, lo convirtió en una de las figuras más polémicas de la historia de la cultura alemana. Con motivo del bicentenario de su nacimiento, este 22 de mayo, el país celebra este año al genio, pero sin olvidar sus aspectos más controvertidos.

Wagner no fue un niño prodigio al estilo de Mozart. Primero estudió por su cuenta y luego recibió clases, hasta que el cantor de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, Theodor Weinlig, lo introdujo en el mundo profesional, escribe el experto Dieter Borchmeyer.

Hablando de su obra, los admiradores de Wagner necesitan tener un buen sofá. Y es que sólo su tetralogía El anillo del Nibelungo dura unas 15 horas. Su influencia en compositores posteriores es enorme. Incluso la música de cine made in Hollywood sería impensable sin Wagner.

En 1865 se estrenó en Munich Tristén e Isolda, con la dirección de Hans von Bülow. La ópera estaba considerada inestrenable y los ensayos fueron exhaustivos y caros. Cuando además, Wagner quiso intervenir en la vida política del reino, al pueblo y a los políticos les resultó demasiado. Wagner debe irse, exigían los ministros. El rey cedió y el artista se mudó a Suiza.

La última estación de la vida de Richard Wagner fue la pequeña ciudad de provincias de Bayreuth. Allí se planteó estrenar su Anillo en la barroca ópera, que carecía de escenario adecuado. Él se aferró a su idea: allí, lejos de los grandes centros, haría realidad su ópera.