Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 14 de abril de 2013 Num: 945

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Paco Ignacio Taibo II,
el desmitificador

Marco Antonio Campos

Cartas de amor en venta
Vilma Fuentes

Tres poetas

Las cuatro vidas de
Enzo Battisti

Fabrizio Lorusso entrevista
con Cesare Battisti

Alas y raíces en Palermo:
una cultura comunitaria

Carmen Parra entrevista con Leoluca Orlando, alcalde de Palermo

ELOÍSA Y SU Príncipe:
un premio para los
libros de cartón

Esther Andradi

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Perfiles
Febronio Zataraín
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Febronio Zataraín

Obama y el espíritu indocumentado

Acabo de recoger el periódico. En la portada dice que la Amnistía de 1986, promulgada por el ex presidente Ronald Reagan, cambió la historia de miles de inmigrantes. Hoy, con Barack Obama en su segundo período, ¿será posible una reforma migratoria?

Antes de la elección presidencial de noviembre pasado era impensable que fructificara una propuesta de ley que contemplara la legalización de los indocumentados. En más de una quincena de estados estaban en discusión o ya se habían aprobado leyes antiinmigrantes. Hasta el propio Obama, para mantener el voto del sector moderado de la sociedad estadunidense, había rebasado la cifra del millón de deportados en los primeros tres años de su administración.

¿Cuándo inició esta persecución? Luego de las grandes marchas en marzo de 2006 en las urbes de Estados Unidos (en Chicago participamos más de medio millón en la protesta del 11 de marzo), el gobierno, a través del Buró de Vigilancia de Inmigración y Aduanas, se propuso darles un escarmiento a esos que eran ilegales y que se atrevían a protestar, a exigir como si fueran ciudadanos estadunidenses, e inició un operativo a nivel nacional el 19 de abril del mismo año en la compañía IFCO System, con el que fueron detenidos mil 181 inmigrantes. Pese a ello, el primero de mayo (doce días más tarde) se repitieron con más ímpetu las grandes manifestaciones.

Yo trabajo en el Truman College capacitando a inmigrantes de Hispanoamérica que quieren tomar el examen de ged en español, que les otorga el certificado de high school de este país. Entre los más de 750 mil inmigrantes del mundo que marchaban, íbamos tres decenas de mis alumnos y yo gritando consignas. Los momentos en que más nos emocionábamos era cuando uno de los manifestantes gritaba: ¡Dame una EME! y los demás respondíamos: ¡EME! Dame una O! ¡O!... ¿Cómo dice? ¡MOJADOS! No se oye. ¡MOJADOS! ¿Qué somos? ¡MOJADOS!

Cuando llegamos al Grant Park, donde se llevaría a cabo el mitin, el contingente del que formaba parte se había duplicado. Un reportero de la cadena ABC se me acercó y me dijo, en inglés, que me quería hacer algunas preguntas. Le respondí que no había ningún problema. Llamó al de la cámara para que nos filmara y empezó: ¿Por qué estos jóvenes se emocionan tanto cuando gritan la palabra mojado, cuando la razón de su protesta es precisamente dejar de serlo? Tal vez, le respondí, porque aunque una persona arregla su situación migratoria, se sigue sintiendo, de corazón, indocumentado; por ejemplo, yo ya soy residente legal, pero aunque me haga ciudadano estadunidense, mi espíritu, mi ser siempre será indocumentado.

Ese Día del Trabajo por lo menos tres millones de inmigrantes se manifestaron a lo largo y ancho de Estados Unidos. La represalia fue cuidadosamente diseñada: el Buró de Vigilancia de Inmigración y Aduanas preparó una serie de redadas que iniciaron el 12 de diciembre de 2006 en diversas plantas de la empresa procesadora de carnes Swift & Co. En dicha redada, es la más grande en toda la historia de Estados Unidos, fueron detenidos mil 297 indocumentados. Ante esta cacería cotidiana en gran parte del territorio nacional, el movimiento migrante se tuvo que replegar. Desde ese día de la Virgen de Guadalupe (que estuvo como estandarte en todas esas manifestaciones) hasta el día de la elección presidencial de 2012, se había deportado a más de un millón 400 mil indocumentados.

Sin embargo, Obama puso un brote de esperanza en la comunidad inmigrante el pasado 15 de junio con el decreto Deferred Action, que libró de la deportación a cualquier persona indocumentada que hubiese ingresado a Estados Unidos antes de los dieciséis años de edad. Todos sabíamos que Obama no había cumplido el compromiso que había hecho con los inmigrantes en su primer período presidencial, que lo que estaba ofreciendo era una bicoca, pero él era la única opción, y el pasado 6 de noviembre muchos que fueron mojados y ahora son ciudadanos, le dieron el decimal de diferencia que necesitaba para ganar las elecciones en Ohio, Virginia, North Carolina…, y así volverse presidente por segunda vez.

Los líderes republicanos saben que su apuesta por la xenofobia fracasó y que el peso del voto de la comunidad latina e inmigrante seguirá creciendo; por eso han hecho a un lado sus acciones en contra de estas comunidades en Arizona, Alabama, Utah... Sus legisladores también saben que, si quieren tener competitividad en la carrera por la Presidencia de 2016, tendrán que negociar una reforma migratoria con los legisladores demócratas.