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Ver día anteriorLunes 8 de abril de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Nosotros ya no somos los mismos

La estrategia de American Express: Operación Penélope

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La empresa de tarjetas de crédito cobraría dos boletos de avión expedidos por duplicado, cuando sólo existe un comprobante firmadoFoto María Luisa Severiano
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e dice un amigo: sé que no eres mentiroso pero, acéptalo, eres hiperbólico. Sí, pero ya estoy bajo tratamiento, contesté, suponiendo una afección que se me notaba a simple vista y que yo ligué con hiperbárico o hiperclorhídrico. Lo de Santander es pan de todos los días –continuó–, pero que American Express o cualquier otra agencia pueda boletear doble en un vuelo internacional está fuera de toda proporción. ¿Cómo lo explica la agencia a la línea aérea? ¿Y a las autoridades de Migración, de aquí y de allá? Y al cliente: ¿cómo le cobra por dos pagarés ( bauchers), si sólo puede mostrar uno firmado? Al paso del tiempo he procurado encontrarle la redondez al cuadrado: así lo explico: algún empleado, al comprobar que había un pagaré firmado y aprobado, elaboró unos boletos sin darse cuenta que había otros ya expedidos En el mostrador de la aerolínea, así lo entendieron y nos documentaron y extendieron pase de abordar. El problema viene después, porque a la falta de control interno se agrega la torpe actitud de culpar al cliente de errores que eran materialmente imposible que él cometiera. ¿Le expedimos boletos duplicados a una persona y se niega a pagarlos?, remítasele de inmediato al Buró de Crédito para que se lo ajusticien (diferente a decir que le hagan justicia). Ya ven que este organismo es estricto y riguroso como pocos, para aceptar la culpabilidad de cualquier consumidor. Siempre exigen pruebas rigurosas de la responsabilidad que se le imputa y, además, se le respeta, escrupulosamente, su derecho de audiencia, antes de incorporarlo a las nóminas de la calumnia o la difamación que hacen circular entre instituciones financieras, agencias de venta de automóviles, almacenes departamentales y ahora hasta en modestísimos changarros y tienditas de la esquina.

El otro día pasé por la que me queda más cerca y pedí una patona de ron, ofreciendo mandar el dinero al rato. “Que dice mi papá que lo disculpe –salió a decirme Javierito, el hijo del dueño del tendajo–, pero que de un buró le dijeron que a usted ya no se le podía seguir fiando porque quedó a deber un americano esprés: mi crédito de más de 30 años en La Lupita se fue al buró de los tiliches.

Lo único bueno es que ya descubrí la estrategia American Express, misma que por elemental solidaridad de clase paso a compartir a nivel de hipótesis, conjetura o sospechosismo. AE es la precursora de esta novedosa forma de relación obrero/patronal conocida como outsourcing. A sus empleados, en las ventanillas, los contratan por día: dos a la semana y por turnos. O, mejor aún, por medio de la Asociación Nacional de Actores: extras o figurantes. Por eso es más fácil que le salga el cuatro rojo cinco veces seguidas en la ruleta, a que alguna vez contacte al empleado con el que usted comenzó a tratar un problema.

A esta estrategia se le conoce internamente como: Operación Penélope. Breve fundamentación teórica/literaria: Homero (no el de Polanco, sino el de Itaca), nos relata que Odiseo, titular del Ejecutivo (vulgo: Rey), salió una noche de palacio pretextando urgente diligencia propia de su encargo. Por desgracia se vio envuelto en un pequeño problema de violencia (para que dejen de estar culpando al doctor Mondragón de cosas que no se habían visto antes). Esta bronca, lamentablemente, duró poco más de tres sexenios. Durante este tiempo las autoridades se negaron a dar por desaparecido a Odiseo. (Seguramente para no acatar la ley de víctimas recién aprobada), razón por la cual la pobre Penélope seguía casada; es decir, obligada a una abstinencia tan severa como si fuera de la Legión de Cristo. Galanes tenía de sobra, pero ella confiaba en que, pese a ser Odiseo un hombre muy rencoroso, con el tiempo se le pasaría la muina y regresaría aunque fuera oliendo a leña de otro hogar. Para quitarse de encima a los moscardones que la asediaban, Penélope inventó la primera leyenda urbana a la altura de la mitología griega. Ella jamás podría rehacer su hogar hasta terminar el sudario que estaba tejiendo para el ex rey Laertes. Veinte años resistió la credibilidad de Penélope, antes de que el Ifai exigiera información vasta y precisa, pues ya habían pasado los tiempos de reserva legal. Sólo entonces los itacos descubrieron que Penélope destejía por las noches lo que tejía durante el día. Así lo testificó, con igual solvencia que en la actualidad el presidente fundador de Transparencia Itaquense, antecesora de algunas de las transparencias de la actualidad.

En esos veinte años varios pretendientes de Penélope pasaron a retirarse en definitiva, otros se vieron afectados por agudo Alzheimer y ya no recordaban quién era la mentada Penélope. Habían pasado 20 años. ¿Cuántos han transcurrido del diciembre trágico, el del errorcito que afectó a un país (y de pasadita al abajo firmante) a la fecha? ¿Quién puede poner en duda que la Operación Penélope funciona, y de maravilla, a escala de un país o una empresa trasnacional? ¿Los jóvenes que hoy tienen 20 años, tienen siquiera idea de los nombres de quienes son responsables de que ellos, y sus hijos, formen, merced al Fobaproa, el núcleo de la eterna jodencia mexicana? ¿Los ejecutivos de AE o del infame buró, ya gloriosamente jubilados, registraron alguna vez los daños causados a sus semejantes por su eficaz desempeño? Homero (el de Itaca, no el de Polanco). Diego Torres, autor, o Juan Manuel Serrat, intérprete, nos hablan de una Penélope: la de la fidelidad, la de la memoria, aunque oculta siempre viva. La que nosotros conocemos es la de la demagogia diurna y la del olvido, borrón y cuenta nueva de todas las noches. La de la desfachatez e impunidad del día siguiente y así, sin término, como hace 20 años.

Dos noticias: la buena y las malas: como en el teatro, las segundas, primero. España, madre patria del banco Santander: al término de 2012 los inquilinos con deudas hipotecarias aumentaron 16.7 por ciento, en relación con el año anterior. Se calcula que los bancos realizan 500 lanzamientos por día, lo que significa casi medio millón de familias botadas de sus hogares desde el inicio de la crisis en 1988 a la fecha. Dos importante datos: a) Las leyes que rigen en España y que son consideradas injustas, inhumanas, depredadoras por los países de la Unión Europea, permiten que los tribunales fallen en favor de los intereses bancarios en un increíble 99 por ciento de los casos. El 14 del mes pasado, el Tribunal de la Unión Europea consideró que la Ley Hipotecaria Española no sólo incluye cláusulas abusivas en favor de los bancos, sino que viola normas básicas del derecho comunitario. b) Después del lanzamiento, la propiedad regresa a manos del banco, pero la deuda continúa y también los intereses que se acrecientan día con día. Después de estos datos ¿alguien puede sorprenderse de las deplorables notas negras que a continuación transcribo?: A principio del mes pasado, en la ciudad de Bilbao, una comitiva bancaria/policial se apersonó en el domicilio de un cliente con el fin de llevar acabo su desahucio. Desgraciadamente no lo encontraron. Era un deudor tan reacio que antes de que el banco lo lanzara de su hogar prefirió lanzarse, el solito, del cuarto piso. Por cierto, dejó una niña de 13 años. ¿Le habrá ya incautado el banco sus muñecas hasta que pague el adeudo paterno?

Un Tejeda desbalagado, que es corresponsal de La Jornada en España, nos dice que Juan Miguel Domingo, trabajador andaluz desempleado, fue informado que, justo en ese momento, funcionarios bancarios apoyados por la policía se trasladaban a su hogar para desalojarlo porque a partir de su despido no había pagado la mensualidad de la hipoteca de la casa que habitaba. Juan Miguel era un buen hombre y no quiso dar pelea. Antes que llegara la jauría, se ahorcó. Para no dar más molestias, lo hizo al lado de lo que creyó era su hogar.

En Palma de Mallorca, una pareja de jubilados que se habían aguantado entre sí toda la vida, no pudieron aguantar el acoso y las amenazas bancarias y prefirieron irse a vivir a otro lado y a otra vida. Se suicidaron juntos. En su carta póstuma explicaron que no podían ya con el asedio constante de los bancos.

La ciudadana vasca, Amaya Egaña de 53 años tomó, por iguales razones, la misma decisión. En su ciudad natal Barakaldo. Uno de los dirigentes de la Iniciativa Legislativa Popular señaló: el código penal español establece pena de ocho años a quien incite a una persona al suicidio, ¿Por qué no se la aplican a los banqueros que no simplemente incitan, sino que acorralan, empujan y no dejan otra salida? Aunque, agregó: esos, más que suicidios, son asesinatos.

Atento recordatorio: el principal banco de España se llama: SANTANDER.

¿Y la buena? Como siempre sucede, las buenas se hacen mucho del rogar. Con ella iniciaremos la columneta de la próxima semana.