DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   8 DE ABRIL DE 2013 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Rechazan mina de oro en Temixco

Minería, industria de muchos contrastes
Elia Baltazar

La fiebre del oro llega a Grecia y la empobrece más
Margarita Paona

La minería en el mundo y en México

Invierta en México y gane mucho dinero

El sector minero contribuye a la mitigación ambiental en Bolivia

La minería en Australia pone en peligro la Gran Barrera de Coral
Fabiola Torre

Explotaciones mineras indeseables en Baja California Sur

Los indígenas colombianos contra la minería depredadora

La minería crece y crece, pero no a favor de todos

¿Y en China?

Más y más oro en México, pero….
Carla Rodríguez

Oposición en Perú a las trasnacionales mineras


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Minería, industria de muchos contrastes

Elia Baltazar
Labora en El Siglo de Torreón, el más importante diario de la Comarca Lagunera


Mina de carbón en Coahuila

Se registran muertes de trabajadores en algunas minas de Coahuila.

La minería es industria de contrastes. Una de las caras de la moneda exhibe una industria de lustre, que ya genera ingresos sólo por debajo del petróleo, concentra la mayor parte de las inversiones privadas y genera el mayor número de empleos en el país, con 309 mil 722 trabajadores, de acuerdo con el informe 2012 de la Cámara Minera de México (Camimex).

Del otro lado, en cambio, están los mineros y sus familias, ajenos a los beneficios de una industria en boga, que hoy pelea en contra del impuesto adicional que desde hace seis años pretende el gobierno federal, bajo el argumento de que “desalentaría la inversión, no contribuyendo a la generación de empleos ni a la creación de nueva infraestructura para el país”, de acuerdo con la Camimex.

Mientras los salarios de los mineros en México van de los 150 a 331.40 pesos diarios, en promedio, el valor de la industria minera en México creció 45 por ciento, entre 2010 y 2011, al pasar de 13 mil millones de dólares a 20 mil 148 millones de dólares.

Ésa es la magnitud de la minería en México, capaz de invertir 5 mil 612 millones de dólares en un año (2011) y exportar 22 mil 526 millones de dólares. Frente a ella se eleva la indignación de apenas unas 35 o 40 personas que viajaron a la Ciudad de México desde Coahuila para exigir nada más que los restos de sus muertos, los que yacen desde hace siete años bajo la tierra de la mina de Pasta de Conchos.

Propiedad del Grupo México, que encabeza el empresario Germán Larrea, esa mina de carbón sigue guardando el secreto del origen de la tragedia que tuvo como resultado la muerte de 65 mineros, 63 de los cuales siguen enterrados.


Pocito

Por el rescate de sus cuerpos y su memoria, la organización Familiares de Pasta de Conchos sigue marchando, como cada año, con sus cruces blancas en las manos y los nombres de sus muertos.

Cada vez parecen menos quienes los acompañan. En la manifestación que partió del monumento a la Revolución al Zócalo de la Ciudad de México, sumaban acaso 800, entre familiares, mineros, miembros de organizaciones sociales y otros sindicatos, pues al final la manifestación de Pasta de Conchos coincidió con la protesta de trabajadores del Metro, que acusaban el deterioro de sus condiciones laborales.

De sus demandas poco sabían los mirones, los que esperaban el paso de la marcha para atravesar la calle y seguir su paso. No escuchan las voces de las profundidades de la tierra que exigen mejores condiciones laborales, la clausura de minas de tiro o pocitos, que han proliferado en los últimos años, como admite la Camimex en su informe 2012.

“Hasta hace un par de años, el problema de la minería ilícita en el país no existía o se encontraba muy focalizado y acotado. Sin embargo, a raíz de los altos precios alcanzados en las cotizaciones de los metales, esta mala práctica ha venido creciendo de manera importante en la minería del carbón y del fierro y, más recientemente, en concentrados de minerales polimetálicos”.

Coahuila es el centro de la preocupación. Allí, informa la Camimex, ha proliferado la explotación en los denominados pocitos. “Grupos que al margen de la ley invaden impunemente concesiones mineras de terceros y, sin permiso ni autorización, desarrollan obras mineras carentes de las más elementales medidas de seguridad e higiene, no ofrecen seguridad social a sus trabajadores y explotan el carbón de manera empírica”.

Su principal preocupación: “la indefensión” de “quienes mantienen en regla sus concesiones mineras”, pues “injustamente cargan con la responsabilidad”, cuando se presentan accidentes fatales.

Para desalentar la explotación ilícita, en 2011 la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Promotora para el Desarrollo Minero de Coahuila (Prodemi) formalizaron un convenio que estableció que la CFE sólo compraría carbón a empresas que cuenten con el dictamen de cumplimiento de la Norma Oficial Mexicana NOM-032-STPS-2008, de seguridad para minas de carbón.

Para entonces, ya era tarde para muchos mineros. Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), entre 2006 y 2011 hubo 124 muertos en accidentes ocurridos en minas de carbón de Coahuila y, de estos, 80 perecieron en pocitos.

Pero Pasta de Conchos no era un pocito, sino una mina propiedad de uno de los grupos empresariales más grandes del país, donde dos días antes de la tragedia hubo una supervisión federal de las condiciones de seguridad de la mina. La tragedia que todavía no queda enterrada, mientras siga pendiente el rescate de los 63 cuerpos que reclaman sus familias.

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