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Huidizo y en el Olimpo de las letras contemporáneas, el escritor participa en su homenaje

Philip Roth cumple 80 años y su natal Newark se rinde ante el autor de Némesis

Reconocido con múltiples galardones, sólo le falta el Nobel, del cual es eterno candidato

 
Periódico La Jornada
Martes 19 de marzo de 2013, p. 5

Nueva York, 18 de marzo.

Parece que a Philip Roth le sienta bien el paso de los años. A lo largo de su vida, el novelista estadunidense escribió sobre sus torturadores miedos y pasó mucho tiempo solo, junto a su máquina de escribir, en una casa de campo.

Ahora, apartado de la escritura, incluso está dispuesto a celebrar su cumpleaños 80. Su ciudad natal, Newark, ha convocado para este martes a invitados de todo el mundo para rendir homenaje a su hijo predilecto. Y Roth, quien siempre intenta pasar desapercibido, participará.

Newark sólo está separada de Nueva York por el río Hudson. Pero entre esta ciudad industrial venida a menos y el pujante Manhattan hay un mundo de diferencia.

Roth creció en el seno de una familia humilde de inmigrantes judíos en el barrio obrero de Weequahic. Y ya en su primer libro abordó las discrepancias entre sus orígenes y la vida al otro lado del río. Goodbye, Columbus es un retrato de la sociedad judeoestadunidense en Nueva York. Y con él, el joven autor de 26 años se alzó en 1960 con uno de los galardones literarios más prestigiosos del país.

Ganador de dos premios National Book, un Pulitzer, dos del National Book Critics Circle y tres PEN/Faulkner, Philip Roth se sitúa en el olimpo de la literatura contemporánea.

Entre los galardones más recientes que ha recibido figuran el premio alemán Franz Kafka, el británico Man Booker y el Príncipe de Asturias de las Letras. Sólo le falta el Nobel de Literatura, en cuyas quinielas aparece desde hace años como eterno candidato.

Durante su carrera literaria, Roth ha escrito 31 libros, a menudo uno por año. Su salto a la fama internacional llegó en 1969 con El mal de Portnoy (1969), una novela provocadora, tan celebrada como destrozada por la crítica, en la que plasmaba las confesiones de intelectuales judíos adictos al sexo en el diván del sicoanalista.

Rutas literarias en autobús

Como en Goodbye, Columbus, muchas de las novelas, ensayos y relatos de Philip Roth transcurren en el Newark de su juventud. Actualmente, la ciudad ofrece rutas literarias en autobús por los lugares en los que se enmarcan sus narraciones.

Y es que las historias de Roth se mueven entre lo autobiográfico y la ficción, con frecuencia de forma divertida, sarcástica y a la vez llena de melancolía. Ya desde muy temprano, el New York Times alabó su capacidad para transformar una inagotable amargura en arte.

Entre las principales obras de Roth destaca la trilogía compuesta por El escritor fantasma, Zuckerman desencadenado y La lección de anatomía, escritas entre 1979 y 1983. Como epílogo, añadió dos años después La orgía de Praga, con la que cierra definitivamente el ciclo. Más tarde llegaron las premiadas El teatro de Sabbath, protagonizada por un libidinoso titiritero, y Pastoral americana, sobre la integración de los inmigrantes judíos en Estados Unidos.

La novela forma parte de su trilogía estadunidense, que completan Me casé con un comunista –un anecdótico punto final a su matrimonio con la actriz británica Claire Bloom– y La mancha humana, una radiografía de la sociedad estadunidense en la segunda mitad del siglo XX.

En Elegía y La humillación, dos de sus novelas más recientes, el autor aborda los temas del amor y de la muerte, mientras en Sale el espectro (2007), acaba con su alter ego Nathan Zuckerman.

Queda por ver si el hasta ahora último libro de Philip Roth, Némesis (2011), es realmente el final de sus cinco décadas de creación literaria.

Tras anunciar que dejaba definitivamente la escritura, el autor confesó al New York Times que se sentía feliz de tener finalmente tiempo para leer. Escribir es una frustración, una frustración diaria, sin contar con la humillación.