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Dejé de perseguir el sueño y abandoné la música: Sixto Rodríguez

Documental ganador del Óscar reivindica a músico de origen mexicano
 
Periódico La Jornada
Viernes 1º de marzo de 2013, p. 8

Miami, 26 de febrero.

Ni Ang Lee, ni Quentin Tarantino, ni Ben Affleck ni Daniel Day-Lewis. La figura más reivindicada por los Óscares fue la del roquero estadunidense de origen mexicano Sixto Rodríguez, desconocido en su país, quien ignoraba que era una estrella en la Sudáfrica de los años 70.

Rodríguez es el eje de Searching for Sugar Man, que el domingo ganó el Óscar al mejor documental, un premio no sólo para sus creadores, sino para su protagonista, descubierto ahora a los 70 años para el gran público.

Rodríguez publicó en 1970 y 1972 sendos discos que apenas se vendieron en Estados Unidos. Como no podía ganarse la vida con la guitarra lo hizo como obrero de la construcción en Detroit.

Dejé de perseguir el sueño y abandoné la música, afirmó el roquero de las gafas de sol y el sombrero, sin lamentar lo que pudo ser y no fue.

Desconocía que en otra parte del mundo, en Sudáfrica, su música no sólo era un éxito que dio beneficios a otros, sino que se convirtió en inspiración para el movimiento contra el apartheid.

En otra parte del mundo era más famoso que Elvis Presley

Fiel a su historia, Rodríguez permanece como una figura oscura y en tercer plano en el documental. Tampoco acudió a la tan musical gala de los Óscar es el domingo en Los Ángeles.

No quiere atribuirse ningún mérito y eso dice todo de él y de una historia que todos deberían conocer, dijo con el Óscar en la mano el productor del documental, Simon Chinn, quien junto con el director Malik Bendjelloul descubrió una típica historia de Cenicienta: un poeta y músico que a miles de kilómetros de distancia inspiró a un país.

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Sixto Rodríguez era un desconocido en su país, pero una estrella en la Sudáfrica de los años 70Foto Ap

No era consciente de que en la otra parte del mundo era más famoso que Elvis Presley. Fue la historia más bonita que escuché en mi vida, dijo Bendjelloul a la cadena CNN.

Rodríguez no sabía que era una estrella, una suerte de Bob Dylan en Sudáfrica, ni le importaba. Como tampoco que ahora tenga el reconocimiento que nunca buscó, que acapare la atención de los medios y aparezca en el show nocturno de David Letterman.

En Sudáfrica decidieron buscar a Sugar Man, verlo de carne y hueso, descubrir quién estaba detrás de esas canciones comprometidas que hablaban de drogas, sexo y de la hipocresía del poder, y que fueron abrazadas por un país en ebullición. Lo encontraron. En 1998 dio allí su primer concierto. Del anonimato de Detroit a tocar ante 50 mil personas.

Gracias por mantenerme vivo, gritó ante sus fans, muchos de ellos blancos, según muestra el documental.

Nada cambió en su vida. Sigue en la misma casa de siempre, pero ahora da conciertos en todo el mundo y llena salas. Según el documental, gana un dinero que nunca imaginó ni deseó y que reparte a familiares y amigos.

Soy un hombre afortunado, afirmó Rodríguez sin reclamar ni un dólar por los derechos de las ventas de sus discos que otros se embolsaron durante años.

Canto sobre temas sociales, no canciones de chico-chica, dijo Rodríguez, que mantiene vivo el espíritu de Woodstock, aunque ahora es más pesimista: Ya no habrá revolución; el sistema colapsará bajo el peso de su propia avaricia, corrupción e intolerancia.

Lo que cantaba en los años 70 tiene vigencia en 2013.

Sus discos se han reditado. Lo escucha más gente. Y no sólo en Sudáfrica.