Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 24 de febrero de 2013 Num: 938

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Mo Yan, el histórico
Ricardo Guzmán Wolffer

Escritura doble
Aurelio Pérez Llano entrevista
con Ilan Stavans

El tango en los cafés
Alejandro Michelena

La maldita partícula:
el bosón de Higgs

Norma Ávila Jiménez

Joaquín de Fiore,
historia y humanismo

Annunziata Rossi

Hermenéutica e historia
en Joaquín de Fiore

Mauricio Beuchot

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Juan Domingo Argüelles

Los poetas de Rogelio Naranjo

El homenaje que la UNAM rindió recientemente a Rogelio Naranjo (Peribán, Michoacán, 1937), con la exposición retrospectiva Vivir en la raya: el arte de Rogelio Naranjo, nos da una nueva oportunidad para reconocer el talento, la maestría, la generosidad y el valor civil de este gran artista gráfico: dibujante y caricaturista impar en la historia del periodismo y el arte de México.

Naranjo realizó estudios de artes plásticas en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y comenzó su carrera de caricaturista profesional en el periódico El Día y en la revista Sucesos en 1965. De modo que está por cumplir medio siglo en un oficio que ha sabido unir el arte, la crítica social y el ejercicio intelectual y ético. Sus “cartones”, sus retratos, sus caricaturas y dibujos poseen el impacto, la contundencia, de los mejores ensayos o artículos en la prensa escrita.

Un cartón de Naranjo es un editorial gráfico pleno de inteligencia, conocimiento histórico, cultural e intelectual, y en muchas ocasiones no falto de humor y de ironía. En la historia del periodismo que ha sabido unir lo útil con lo estético, Rogelio Naranjo es maestro de maestros.

Su colega Magú ha dicho que, a la maestría del trazo y el detalle que consigue Naranjo, hay que agregar “el preciosismo de su elegante y fina línea, y su serio, descarnado, ácido, mórbido, feroz y contundente modo de hacer humor”.

Cuando ha cumplido ya setenta y cinco años, Rogelio Naranjo es referente fundamental del periodismo y el arte gráfico en México, pues ha colaborado en las más importantes publicaciones periódicas y ha recogido algunos de sus más de veinte mil cartones en libros como Alarmas y distracciones, Me vale madre, Elogio de la cordura, Los reyes de la baraja, Qué caso tiene, La rueda del infortunio y La insurrección de las semejanzas.

Artista informado y formado en la cultura y en la historia, Rogelio Naranjo trabajó durante mucho tiempo en el periodismo cultural, retratando magistralmente a músicos, escritores, pintores, intelectuales y artistas en general, lo mismo mexicanos que extranjeros. Estos retratos contienen siempre el alma de los personajes, y uno los identifica de inmediato, como los muestra Naranjo, si ha leído, escuchado o visto sus obras. Su generosidad es, además, ya legendaria. “Rogelio Naranjo da a manos llenas –dice Elena Poniatowska– y sus retratos ponen sal a las palabras.” Sal y espíritu, sin duda.

Retratista de escritores (de muchos escritores), Naranjo se ha detenido también en el cuidadoso trazo de varios poetas. En La insurrección de las semejanzas, libro en gran formato que publicó la UNAM en 2005, está el álbum familiar y la galería personal de los poetas que admira y que lo motivan. El arte del retrato y la caricatura se concentra y se explaya en Rosario Castellanos, Sor Juana Inés de la Cruz, José Gorostiza, Efraín Huerta, Renato Leduc, Ramón López Velarde, Elías Nandino, Salvador Novo, Manuel José Othón, Carlos Pellicer y Xavier Villaurrutia, entre los mexicanos; y Martín Adán, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Luis Cardoza y Aragón, Antonio Machado, José Lezama Lima, Pablo Neruda, César Vallejo, Ossip Mandelstam, Eugenio Montale y Paul Valéry, entre los extranjeros.

Para Naranjo un dibujo es hermoso no porque represente cosas bellas, “sino porque fue hecho con imaginación y emoción, acompañado de una idea bien lograda”. Ejemplo insuperable de esta divisa artística es la Sor Juana graffitera que, brocha en mano, escribe en el muro: “Melchor Ocampo cómete tu epístola.” ¿Y qué tal el José Gorostiza frente al vaso de agua y sosteniendo en una mano a la “putilla del rubor helado”? O bien el Ramón López Velarde, imprescindible en nuestro santoral, entre exvotos, flores y velas, con un letrero que es ruego: “Santo Niño de la Suave Patria, sálvanos.”  Y el Carlos Pellicer, árbol del sureste, de tronco recio y ramas plenas, majestuoso en su trópico. Y así por el estilo todos los demás.

Cada retrato de cada poeta, hecho por Naranjo, es un breve ensayo literario, una invitación a la lectura de poesía que contiene, en su trazo, los elementos fundamentales de la obra del poeta.

“Naranjo observa y recrea a los autores que le importan y los dibuja desde la perspectiva de su leyenda y sus trabajos específicos”, explica Monsiváis. “Los dibujos de Naranjo en los suplementos culturales acercaron a muchos lectores a autores que, sin ese aliciente gráfico, no habría leído”, complementa Poniatowska.

Sí, Naranjo ha sido y es un gran promotor de la lectura.