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El caso de Kombo Kolombia se suma a las decenas de asesinatos que se acumulan desde 2006

Fama y prestigio no protegen a gruperos del brazo del narco

Tan sólo en un año, la PGR registró 14 ejecuciones con el sello del crimen organizado: secuestro, tortura y tiro de gracia

Cada vez que un artista es ultimado, el tema reaviva el interés de medios internacionales como La Nación, The New York Times o The Independent

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Integrantes del grupo Kombo Kolombia, quienes fueron secuestrados la madrugada del 25 de enero, acribillados y luego arrojados a una noria en un paraje del municipio de Mina, en Nuevo LeónFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Viernes 1º de febrero de 2013, p. 9

El asesinato de los integrantes del grupo Kombo Kolombia en Monterrey muestra que el reconocimiento que ganan muchos músicos gruperos, de narcocorrido y géneros afines parece ser estéril cuando se habla de protección contra la violencia criminal; al contrario, su profesión parece ejercer una fuerza de atracción para el crimen organizado y narcotraficantes. Las ejecuciones han cobrado, en los años recientes, la vida de decenas de músicos.

Entre 2006 y 2007 sumaron 14 los atentados en los cuales los artistas fueron asesinados, según datos de la Procuraduría General de la República (PGR); el nexo con el narcotráfico y el ajuste de cuentas fueron las principales líneas de investigación.

El caso más relevante de 2006 fue el del cantante Valentín Elizalde, quien fue acribillado en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, el 25 de noviembre, junto con su representante y chofer: recibieron más de 609 tiros de AK-47 en el vehículo en el que viajaban.

En agosto de ese mismo año, el hijo de Joan Sebastian, Trigo Figueroa, fue asesinado en la ciudad de McAllen, Texas, y el cantante del grupo Los Implacables, Javier Morales, fue ejecutado en el pueblo michoacano de Huetamo, a mediados de diciembre.

En febrero de 2007, en Michoacán, fueron acribillados con ráfagas de cuerno de chivo Daniel Gómez Pimentel, Carlos Alberto Hurtado Lule, Noé Camargo Mendoza y Cristóbal Juárez Serrano, integrantes del grupo Fugaz, que se caracterizaba por cantar narcocorridos.

Cuatro meses después, en Durango, ejecutaron a César Omar Ponce Velázquez, a Cesar Ramírez Ávila y a Fidel Omar Gutiérrez Loera, integrantes de Los Padrinos de la Sierra, grupo en el que predominaban la interpretación de temas sobre el tráfico de estupefacientes.

En noviembre, como si se tratara de un guión cinematográfico, la cantante Sayda Aidé Arjona, apodada La Dama del Sentimiento, resultó herida en un atentado, por lo que la trasladaron al Hospital Civil de Matamoros, Tamaulipas; los médicos le salvaron la vida, pero, días después, mientras se recuperaba en el nosocomio, recibió dos disparos en el rostro que le causaron la muerte.

Dos de los asesinatos que más conmocionaron al público por la brutalidad con que se cometieron fueron el del trompetista José Luis Aquino, de Los Conde, quien fue muerto a golpes y hallado con una bolsa de plástico en la cabeza y amarrado de manos y pies, y el de Sergio Gómez, vocalista del grupo K-Paz de la Sierra, quien fue plagiado el 2 de diciembre y encontrado muerto, con señas de tortura, quemaduras de cigarro y el tiro de gracia, al día siguiente, en la comunidad de Chiquimitío, en Morelia.

El primer de los asesinatos más relevantes de músicos gruperos en 2008 fue el de Roberto del Fierro, mánager del músico El Flaco Elizalde, ocurrido en enero, en Zapopan, Jalisco.

El 17 de ese mes fue encontrado en Tijuana, con dos disparos y el tiro de gracia, Jesús Rey David Alfaro Pulido, El Gallito. El 25 de enero, Marcos Abdalá, mánager del popular cantante Julio Preciado, fue hallado muerto tras haber sido levantado en Sinaloa.

El Loco, El Chacal, El Halcón...

La ejecución más sonada en 2009 fue la del cantante Carlos Vicente Ocaranza Rodríguez, mejor conocido como El Loco Elizalde, el 16 de agosto, quien fue baleado por dos sujetos después de ofrecer un concierto en el bar La Revancha, en Guadalajara, junto con El Chacal de Sinaloa, nombre artístico de Carlos Miguel Cuadras Burgos, con quien compartió escenario.

El 2010, la muerte del cantante Sergio Vega, El Shaka, ocurrida en la carretera México-Nogales, fue otro asesinato de película, pues unas horas antes de su muerte corrió el rumor de que había muerto. El Shaka desmintió la noticia, pero poco después fue encontado sin vida dentro de su vehículo, cuando se dirigía a descansar.

Otra de las muertes en 2010 fue la de El Halcón de la Sierra, ocurrido en el kilómetro 208 de la carretera Nayarit-Chihuahua, donde fue ultimado junto con dos acompañantes. Ese año también murió a balazos Juan Sebastian, otro hijo del cantante Joan Sebastian, después de salir de una discoteca en Cuernavaca, Morelos.

El ataque a músicos gruperos cada vez se ha vuelto más frecuente. Un recuento minucioso lo hace el escritor Edmundo Pérez en su libro Que me entierren con narcocorridos, donde el autor documenta 50 casos con el sello del narcotráfico, es decir, secuestro, tortura y tiro de gracia.

El tema de las ejecuciones de gruperos también ha despertado el interés de tabloides y noticieros internacionales, los cuales destacan y analizan el tema cada vez que ocurre un asesinato con esas características. El caso más reciente es el de los asesinatos de los 17 integrantes de la agrupación Kombo Kolombia, el cual captó la atención de medios de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, entre ellos La Nación, The New York Times, The Wall Street Journal, Los Ángeles Times, The Independent y ABC, entre otros.