Opinión
Ver día anteriorDomingo 2 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Puntos sobre las íes

Rodolfo Gaona (IV)

Foto
Rodolfo Gaona, en Pamplona, en imagen tomada de Internet
E

stablecer un paréntesis acerca de la vida torera de don Rodolfo Gaona Jiménez fue un paso obligado por la inesperada, cuanto dolorosa, muerte de Mariano Ramos, el gran torero charro, dominador por excelencia y cuya historia taurina ha quedado inscrita con letras de oro en el gran libro de la más hermosa de las fiestas en México y en el resto del mundo taurino que supo reconocerle su poderío y entrega.

En paz descanse.

***

Volvamos, pues

Habíamos quedado en que dado el triunfo alcanzado por El Indio Grande en la plaza de Tetuán de las Victorias, cuando tomó la alternativa siendo su padrino Manuel Lara Jerezano, año 1908, se organizó un segundo festejo, con él de único espada, para estoquear cuatro toros de Peñalver. El coso resultó insuficiente para los aficionados que deseaban constatar lo que se había escrito y se decía del mexicano que no desilusionó, sino que, por el contrario, se lució de continuo, y esa noche en los cafés no se habló más que de Rodolfo Gaona.

Y dobló Mosquera

El lunes, muy tempranito, vino la oferta: seis mil reales para que Gaona confirmara su doctorado en la plaza de Madrid, con Saleri y Mazzantinito y toros de González Nadín.

Obviamente, de aquellos seis mil reales (más o menos unos 500 pesos mexicanos) nada quedó, pues todo se fue en pagar la cuadrilla, el coche, el mozo de espadas y otras menudencias, pero, en cambio, Gaona se cubrió de gloria y fue sacado en hombros por la Puerta de Alcalá.

Ocho días más tarde, tornó al coso madrileño, alternando, mano a mano, con Vicente Pastor, con toros de Carbajal Pastor, triunfando ambos clamorosamente.

Y a seguirle

Al domingo siguiente, llevando como alternantes a Bombita y Machaquito, dos auténticos figurones del toreo, se presentó en la plaza de Vista Alegre, con una imponente corrida del Marqués de los Castellones. Desgraciadamente, esa tarde comenzaron los roces entre el leonés y el Machaco, que fama tenía de enojón y berrinchudo. No dejó que Gaona interviniera en su quite y éste no se atrevió a reclamarle, pero el público se dio cuenta de su conducta y la emprendió contra él. El festejo había sido gris, como la tarde, y el sexto toro acusó estar casi ciego, por lo que cuando era ya casi de noche fue sustituido por uno de Aleas, de impresionante catadura y terribles pitones y, sin medir las posibles consecuencias, Gaona se puso de rodillas para recibirlo a porta gayola. El animal salió paso a paso y, tal y como Gaona lo comentó, no supo qué hacer: si tragar paquete o levantarse. Tragó paquete y de ese cambio se habló y discutió una barbaridad y fue gracias a esa temeridad que Gaona se llevó la ovación de la tarde.

¡Qué bárbaro!

En Vista Alegre volvió a repetir, alternando con Minuto y Camisero, con toros de Salas, y en el libro de su biografía relató lo siguiente: Me salió un toro manso, pero muy suave, de esos que los aficionados creen que son bravos y que nosotros, que los toreamos sabemos bien que son unos borricos (mansos-mensos que les digo yo). Lo toreé muy bien. Más de media hora estuve pasándolo de muleta y el público de pie, aplaudiéndome, sin que nadie pidiera la estocada. Ni al presidente (juez) se le ocurrió tocarme un aviso, para que se vea cómo cuando las cosas se hacen bien, los públicos no son impacientes y lo digo por esos aficionados que dicen aburrirse cuando un torero está haciendo una magnífica labor y se duerme toreando, porque goza con sacar partido de un toro.

Fue tal el alboroto que se formó en torno de El Indio Grande, que empresarios de todas partes llegaban a ver a Ojitos para ponerse de acuerdo, pero el apoderado dijo no más.

Nada y mucho…

De España salieron apenitas, lo que de aquí se habían llevado se terminó entre preparativos y los chatos que se bebieron los amigos. Lo que en la Iberia se había ganado apenas alcanzó para pagarle a la cuadrilla y otros gastos y para adquirir los pasajes hubo que pedir prestado, pero, eso sí, más que felices venían por los triunfos del leonés que tantos partidarios le habían ganado.

***

Lo de cajón

No hay más espacio, así que hasta la próxima.

Si Dios quiere.

(AAB)