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El filósofo presenta su trabajo más reciente, en la feria del libro en el Zócalo

Gabriel Vargas pide un mundo mejor organizado, ya no feliz

Alerta sobre una profunda crisis ética y cultural y de procesos de fragmentación social, sin diálogo ni comprensión hacia el otro

Cuando el gobierno deja a dos televisoras la comunicación, éstas eliminan el pensamiento, dice a La Jornada

La filosofía está expulsada de los mass media, deplora

 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de octubre de 2012, p. 2

En México y otros países es fundamental la divulgación y la práctica generalizada de la filosofía con la finalidad de recuperar el ideal griego de Aristóteles de que necesitamos un mundo más vivible y mejor organizado, ya no feliz, porque es una palabra muy fuerte, comparte en entrevista el filósofo Gabriel Vargas Lozano, quien alerta sobre una profunda crisis ética y cultural y de procesos de fragmentación social, sin diálogo ni comprensión hacia el otro.

Con ello, Vargas Lozano responde en parte a la pregunta que plantea su nuevo libro: Filosofía ¿para qué? Desafíos de la filosofía en el siglo XXI (Ítaca-UAM-I), que hoy será presentado en la Feria del Libro en el Zócalo, a las 19 horas, y en la UAM-Iztapalapa, en el salón Cuicacalli, el miércoles 31, a las 10 de la mañana.

Dicho mundo sería producto de la decisión colectiva, que es el ideal democrático, un mundo generado por la razón y la emoción, concebido no por un pequeño grupo que decide por nosotros a dónde ir. Hasta ahora el pueblo no ha sido protagonista de su historia y nos llevan hacia donde sea, al matadero. Tenemos que rectificar eso mediante el diálogo y formas pacíficas, presionando con la resistencia y la no violencia.

Ofensiva global

Codirector de la revista Dialéctica y director del Centro de Documentación en Filosofía Latinoamericana e Ibérica, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM-I), Vargas Lozano también coordina el Observatorio Filosófico de México, que defiende a la filosofía y las humanidades de una ofensiva global, lanzada desde hace tres décadas por el neoliberalismo, que pretende eliminarlas de los sistemas educativos en pro de una enseñanza productivista y consumista, advierte.

Menciona un ejemplo brutal de 2008, cuando el gobierno de Felipe Calderón, a través de Josefina Vázquez Mota, entonces secretaria de Educación Pública, eliminó o se atrevió a eliminar el área de las humanidades y las disciplinas filosóficas. Fue un acto de salvajismo en contra de la cultura y de los estudiantes.

Considera que fue una decisión a partir de indicaciones de la OCDE, la cual ha organizado un plan que aplica en forma absoluta: el método de competencias en la educación, que significa acentuar lo tecnocrático y el individualismo, y eliminar todo lo que es historia, literatura, humanidades, filosofía, actividad intelectual.

Esto se combina, sigue el filósofo, con otras formas del sistema para eliminar el pensamiento crítico, como la utilización de los medios de comunicación. Hay una utilización intensiva de las nuevas tecnologías para alentar la parte, vamos a decir, sensible del cerebro, que no pasa mucho por la razón, y así fortalecer la manipulación de la gente.

En contraparte, propone fomentar un equilibrio entre el pensamiento reflexivo y el emocional. Pero cuando el gobierno deja en manos de dos televisoras todo el proceso de comunicación y ambas lo utilizan a fondo, eliminan el pensamiento. La filosofía está expulsada de los medios de comunicación masiva.

Foto
Gabriel Vargas durante la entrevistaFoto José Antonio López

Dice que en la UAM publicaron el libro La filosofía como escuela de la libertad, de la Unesco, aunque nadie se interesa en difundirlo. A las personas las tienen en el analfabetismo y en el analfabetismo cultural, y el gobierno no ha hecho nada para eliminarlo, aunque lo podría hacer.

Ese libro es un parteaguas para la filosofía, porque sostiene que ésta no debe ser sólo para los filósofos o los grupos pequeños. La filosofía debe ser para todos: niños, adolescentes, adultos, tercera edad, políticos, trabajadores, como parte de una educación democrática.

Filosofar como se quiera

–¿La aplicación práctica y generalizada de la filosofía no va en detrimento de su profundidad?

–En absoluto, eso es un mito. Sócrates y Platón hablaban con la gente y eso no es minusvalorarse, al contrario. Incluso las personas pueden tener pensamientos filosóficos más interesantes que un individuo metido en una escuela repitiendo libros de otros autores. Hay una corriente que se llama filosofía práctica, es decir, el filósofo puede hacer cafés filosóficos, discutir a través de blogs, de páginas en Internet, dar consultas. En México esto no ha crecido mucho, pero en otros países sí. Hay que filosofar como cada uno quiera, a partir de una cultura y en forma creativa.

“La filosofía permite dar una conciencia global sobre una problemática o un tema, por ejemplo el de la ciudad de México o el del país. Es decir, qué puede proponer para que vivamos mejor. Una de las tesis que sostengo en mi libro es que en el país hay una desintegración cultural y que la filosofía ha cumplido un papel histórico, como creación de una paideia, de una educación para los ciudadanos, para el bienestar. Desde la época prehispánica han habido en México varias paideias. Y las humanidades hoy tienen la tarea de crear todo un concepto de qué debería de ser.”

–Pero todo eso se ha querido hacer a un lado, dice usted, con una ofensiva contra la filosofía.

–Estamos en crisis, en procesos de fragmentación, y requerimos una nueva reorganización. De seguir esto aumentará la violencia porque no hay formas de comunicación entre las partes de dicha fragmentación.

“Cuando se quita la historia, una especie de historia liberal, y se va a la fragmentación, o sea, ningún héroe o estructura es válida y ya no somos ni mexicanos –así lo dicen–, se alimenta la fragmentación violenta. No hay identidad o cada quien tiene su identidad y se aferra en ella, como los del pueblo de Nueva Jerusalén, Michoacán, ejemplo del fanatismo más terrible. Les cultivaron el lado emotivo: como ustedes son una crisis, entonces yo me aferro a mis dogmas y no quiero saber nada de nada.