Sociedad y Justicia
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Las autoridades, sin atender las quejas de las trabajadoras

Cuidadoras de siquiátrico denuncian extorsiones y despidos injustificados
 
Periódico La Jornada
Jueves 25 de octubre de 2012, p. 42

Muy cerca, a no más de dos o tres metros de distancia: Así es como deben mantenerse las cuidadoras durante 12 horas y con ello asegurarse de que el enfermo mental a su cargo no se lastime, consuma sus alimentos y en situaciones de crisis provocadas por su padecimiento, llamar rápidamente a médicos y enfermeras que saben cómo controlarlos.

Porque en eso de los tratamientos no nos metemos: No sabemos ni es nuestra tarea, comentan algunas de las mujeres que durante años han cuidado pacientes en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, donde sin ser empleadas del nosocomio, encontraron la alternativa para trabajar y poder sostener a sus familias.

Algunas de las cuidadoras tienen conocimientos de primeros auxilios, aunque su principal diferenciador es su vocación para aguantar todo el turno bajo las reglas que les impone el hospital, como el entrar sin teléfono celular ni comida. No pueden recibir llamadas, ni para situaciones de emergencia, y desde hace algunos años viven sometidas a las extorsiones del personal de vigilancia, que de alguna forma se hizo del poder, y los vigilantes deciden quién puede trabajar en el instituto, previo pago de una cuota de 200 pesos por paciente. Antes nos llamábamos entre nosotras, la que estuviera cubriendo turno avisaba a las demás de la llegada de un nuevo enfermo y nos veníamos.

Aunque las cuidadoras denunciaron al área de trabajo social los abusos de que son víctimas, incluso en las revisiones que les realizan los vigilantes –contratados en una empresa privada de seguridad–, las autoridades del instituto no les hacen caso y más bien parecen cómplices, afirmaron. En los meses recientes el problema se agudizó porque a varias de ellas las despidieron, y aunque lográramos que alguna familia nos contrate, los vigilantes nos impiden el paso.

Para estas mujeres, es una situación muy grave porque esta es su única alternativa de trabajo y no es fácil. Ellas sienten que si bien ganan dinero, también ayudan a los enfermos que muchas veces no se dan cuenta de lo que hacen.

Reconocen que están expuestas a riesgos a su salud e integridad física. Casi no pasa, dicen, pero por tratarse de personas con esquizofrenia, sicosis o trastorno bipolar, entre otras afecciones del sistema nervioso central, han habido ocasiones como la que le tocó a Silvia, a quien una jovencita a la que cuidaba la amenazó con golpearla porque dijo que yo la quería matar.

Y en otras, por precaución, no nos descuidamos y si se trata del turno de la noche, es mejor mantenernos despiertas, dicen. Las cuidadoras son contratadas por los familiares de los enfermos que, a causa de su padecimiento, deben hospitalizarlos algunas horas, días o varias semanas, dependiendo del problema de salud que presenten.

Somos la opción para quienes pueden pagarnos 300 pesos cada turno de 12 horas y asegurarse de que sus pacientes estarán bien, primero porque están en el hospital con los doctores y luego porque nosotras estamos con ellos y no les quitamos el ojo de encima, sobre todo cuando se trata de personas que llegaron al hospital porque intentaron suicidarse o porque su enfermedad mental es de tal grado que no se dan cuenta cuando tienen comportamientos inadecuados como desvestirse delante de todos.