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Tatuajes
Cuesta trabajo grabarse a sabiendas que serás juzgado
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de octubre de 2012, p. 4

Cuando a los 18 años Pamela se grabó un ojo de Horus en la cadera, su mamá le quiso quemar la imagen con una plancha. Me comparó con una res, dijo que sólo los animales y los presidiarios se marcan... Me dejó de hablar un mes. Después se hizo a la idea.

Doce años y seis ilustraciones después, Pamela ejerce como médico sin que los dibujos en su cuerpo afecten su vida profesional. En el trabajo siempre estoy bastante cubierta debido a mi profesión, y me los hice en lugares donde no se ven. No estamos preparados para ver profesionistas tatuados; hay un estigma. Mi jefe sabe que los tengo, pero también que mi capacidad y conocimientos no están en esas marcas.

No se arrepiente de ninguna de las estampas: Es una decisión importante y debes estar consciente de que van a estar en tu cuerpo de manera permanente.

El Diablo está acostumbrado a que la gente se cambie de acera o asiento en el transporte público cuando se encuentran con él, y a que las señoras jalen a sus niños o aprieten su bolsa por temor a que las asalte.

Sí hay discriminación hacia las personas tatuadas, pero tenemos que aprender a vivir con ello. Imagínate si me peleara con cada persona que me hace un comentario, ya estaría en el bote, dice el hombre que desde hace 15 años se dedica a labrar figuras en cuerpos ajenos.

Fernanda siempre tuvo la inquietud de marcar su piel, pero se contuvo porque su familia es muy tradicional. Esperó hasta los 28 años para hacerlo. Ahora cuenta con dos imágenes (una en la cadera y otra en la muñeca), y aunque no hay un rechazo abierto, cada vez que la familia toca el tema hay discusión.

Foto
Foto Yazmín Ortega Cortés

Su mamá y su tío consideran que marcar la piel es actividad de carceleros, drogadictos o delincuentes.

Sus dibujos tienen un profundo significado: Representan la fortaleza que debemos tener para superar las pruebas que la vida pone enfrente y la importancia de mantener una actitud positiva aunque la situación sea dura.

En ocasiones ha tenido que ocultarlos debido a su trabajo (es publirrelacionista). Debo proyectar una imagen de formalidad. Con algunos clientes no hay problema, pero con otros tengo que ocultar el tatuaje (de la muñeca), así que uso manga larga. Dar ese paso sabiendo que serás prejuzgada cuesta trabajo y tiempo, pero lo hice.

Con 30 años y 18 tatuajes en brazos, pecho y espalda, Lukas Sink se pone de buen humor cada mañana cuando al despertar ve las imágenes que adornan su cuerpo.

Grabó su piel por primera vez a los 22 años y, aunque no ha hecho cuentas, sabe que ha invertido una buena lana en ello.

Asegura que no tendría problema en que sus hijos lo hicieran, siempre y cuando sea después de los 20 años, ya que estén ubicados.