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Tatuajes
Imágenes objeto de discriminación
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Foto Yazmín Ortega Cortés
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de octubre de 2012, p. 3

Edgar Morín, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que la estigmatización contra las personas tatuadas tiene su origen en el positivismo criminológico, que surge a finales del siglo XIX.

“En esa época, tener una de esas figuras te hacía un sujeto condenable. Hay una construcción social del delincuente: está marcado. Esto se reproduce hoy, cuando la policía detiene a una persona inocente y lo primero que hace es quitarle la camisa para que exhiba su ‘peligrosidad tatuada’, que en realidad no tiene nada que ver”.

Abeyami Ortega, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, se pregunta: “¿Qué se discrimina: la estampa o a quien la porta? La clase media ilustrada puede hacerlo sin broncas e incluso conseguir trabajo. Si yo soy académica, con un nivel de formación alto y tengo varias figuras, me ven como alguien chic, pero si el señor de la basura las tiene, muchos piensan ‘me va a asaltar’”.

Dante Salomo, activista por los derechos de quienes tienen tatuajes y perforaciones, explica que la exclusión se da en función de quien las luce y el tipo de iconografía.

Si es una figura artística, una obra completa, automáticamente se asume que su portador es una persona pudiente y que, por tanto, no delinque; en cambio, si se trata de una marca casera, no muy elaborada, de inmediato se infiere que la persona es criminal. Los policías tienden mucho a hacer esa asociación y sólo detienen a cierto perfil de individuos.

En 2011, la discriminación por apariencia física (que incluye tatuajes, perforaciones, vestimenta, color de piel, entre otras características) ocupó el séptimo lugar dentro de las quejas (por conducta discriminatoria de un particular) y el quinto en reclamaciones (cuando se trata de una institución pública) ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Hilda Téllez, directora adjunta de Quejas y Reclamaciones de ese organismo, sostiene que de las querellas tramitadas referentes a discriminación por apariencia física, las estampas en la piel ocupan una posición importante, debido a su connotación negativa, que origina que tanto en el ámbito público como en el privado la gente sea estigmatizada.

Cita como ejemplo la convocatoria de reclutamiento que recientemente emitió el Servicio de Administración Tributaria y la cual especifica como requerimiento para ser candidato al empleo no tener tatuajes ni perforaciones.

La funcionaria señala que condicionar una plaza de trabajo a no contar con esas marcas es injustificado, ilegal y evidentemente discriminatorio. Es una violación a los derechos humanos.

En el sector salud también se excluye por esa causa. Solomo subraya que la Norma Oficial Mexicana-033-SSA2-1993 asienta que una persona que ha marcado su piel no tiene impedimento legal para donar sangre luego de transcurrido un año de haberlo hecho y una vez que se haya practicado los exámenes correspondientes y éstos demuestren que está en condiciones de donar, pero en los hechos ni siquiera se les permite hacerse las pruebas.