Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Itacate

Guielachi

H

uyelachi o Zimatlán; con estos dos nombres se conoce una población zapoteca cercan a la ciudad de Oaxaca. Zimatlán, que significa raíz de frijolón (conocido también como ayocote), es el nombre que se le dio en náhuatl; antes fue Huyelachi o Guielachi que quiere decir tierra de flores; en zapoteco también se llama así a la magnolia, hermosa flor blanca de grato perfume, originaria de México.

El clima permite que prosperen flores como el cempasúchil, los nardos, los girasoles, buganvilias y jazmines; de ahí su nombre. En este lugar nació el pintor Edmundo Aquino, quien ha trabajado por su tierra colaborando con proyectos comunitarios que permitan a su gente una vida mejor y el fortalecimiento de su identidad.

Ahora nos sorprende Edmundo con un bello libro que lleva el nombre de su terruño. Es un poema extenso dividido en cuatro momentos del día. Cada uno está antecedido por un sencillo dibujo en colores pastel que muestra a través de la luz y las tonalidades, el paso de las horas.

Compartimos con nuestros lectores en este Itacate algunos fragmentos; se trata de imágenes que evocan los frutos de la tierra, la vida cotidiana, el entorno. Dice el poeta en la mañana: Soy el huizache/ la madrugada/ las estrellas y cometas/ el surco que duerme/ el que sueña brotar el maíz/ el frijol y la calabaza. Y también los tamales, el sabor de chocolate de agua/ las hojaldras y el pan amarillo/ los frijoles negros y el frijol picante.

Al mediodía es agua de chilacayote/ sabor de pan en mi mano/ perfume del jazmín en la música/ flor de cacaloxúchitl; y ‘el guajolote en medio del patio/ marcando su paso lento/ pavoneándose esponjado/ mirándonos de lejos/ el gallo pisando a las gallinas”.

Viene la tarde y se vuelve la tía Rafaela que borda la rosa, la luz y la sombra que se esfuma en la penumbra. En esa hora es “los truenos del primer aguacero…/ el suelo húmedo de arena/ el oriente de alfalfa verde/ la cosecha del maíz de septiembre/ el frijol la calabaza”.

Edmundo Aquino es el crepúsculo en llamaradas, su tierra, su familia, los personajes que ahí viven o vivieron, paisajes y murmullos. De eso está hecho. Es Guielachi tierra de flores, el que regresa y vuelve a ver las mismas caras que ya son otras/ el que conoce y ya no lo reconocen/ el pueblo que fue/ lo que imagino y algo más.

Pero también es quien se fue a Oaxaca y el que hoy es Tenochtitlán, la transparencia azul del valle/ los volcanes y el aire/ el cactus/ y el nopal en mis manos.

Finalmente diríamos, con este poema aun resonando, cada uno somos amalgama de vivencias, sabores, olores, voces, imágenes, presente y pasado que conforman nuestra identidad.