Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 26 de agosto de 2012 Num: 912

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Dos poetas

Actualidad poética centroamericana:
el legado de Darío

Xabier F. Coronado

Escribir todas las tardes
Marcela Salas Cassani entrevista con Rodolfo Naró

Antonioni: la dialéctica
de los sentimientos

Andrés Vela

Manuel Gamio y la antropología del siglo XXI
Eduardo Matos Moctezuma

Manuel Gamio: el amor
de un mexicano

Ángeles González Gamio

Permanencia de Paul Klee
Antoni Tàpies

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Dos poetas

Lima y el mar

Marco Antonio Campos

a Antonio Cisneros

¿Qué sería Lima sin el mar?
Sin los pelícanos ni las gaviotas,
sin el horizonte ni los acantilados
¿no sería un yermo al lado de la cordillera?
Sin la Plaza de Armas, sin el cuadrángulo exacto de
Plaza San Martín, Lima existiría en el menos,
pero aún nos quedarían el mar y el horizonte gris.
Sin la precipitación del Rímac, la ciudad no tendría
su río, existiría menos en el mucho menos,
pero partida en dos desviviría la historia.
Sin la poesía de Cisneros, Lima existiría
con mil caminos, pero no tendría su Poeta.
Aquí, en el barrio de Barranco, bajo el cielo gris, llamándome
diciembre por el 12, oigo el mar, su golpe, el golpeteo
de las olas, el aire ríspido del pelícano, la discrepancia
de la gaviota, las faldas de mujeres que oigo en un
solo rasguido.
                                 No sería desventurado
a los años de uno, con la carga de uno, premorirse
en la angosta bajada o en el muelle de Barranco,
allá, allá por esa curva...

Ha llegado el día...

Dimas Lidio Pitty

A la memoria de Jerónimo Rodríguez Tugrí,
mártir de su pueblo y de la vida

Ha llegado el día de la ira,
de la suerte sin futuro.
Durante siglos he sido perseguido y explotado,
humillado y escupido.
Mi tierra, mi sol, mi sangre son de otros;
incluso mis palabras son ajenas.
Ahora estoy sobre mis pies,
en la tierra que fue mía,
y miro los cerros y la luz
y veo los ríos y digo:
Me has quitado todo y aún quieres más.
¿Quieres mi oro?
¿Quieres mi cobre?
¿Quieres mi agua?
¿Quieres mi aire?
Mátame y tómalos.
Y si aún quieres más,
mata también a mis hijos,
a los animales
y a todos los que vengan.
Entonces la tierra te cubrirá de pus.