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Participó en el ciclo Compositores mexicanos contemporáneos en la Fonoteca Nacional

Escribir música es un momento de disfrute y de revelación: Hebert Vázquez

Es una necesidad de expresión, de compartir mi forma de ver el mundo con los demás, dijo el autor

Verbalizar mi proceso creativo me resulta difícil, manifiestó a los asistentes

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Hebert Vázquez durante la charla alrededor de su quehacer musical que ofreció al público en las instalaciones de la Fonoteca NacionalFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de agosto de 2012, p. a13

Hacer música representa para Hebert Vázquez una necesidad, no sólo porque le permite compartir con los demás, sino porque es una catarsis, una manera de sublimar la patología individual.

Lo anterior fue señalado por el propio compositor, uno de los más prominentes en el panorama sonoro mexicano, durante una charla pública sostenida la noche del martes en la Fonoteca Nacional.

La sesión, en la que pudieron apreciarse ejemplos de la música de ese autor, fue parte del ciclo Compositores mexicanos contemporáneos, en el que el especialista Theo Hernández entrevista a los invitados en torno de su quehacer.

De 48 años, Hebert Vázquez habló sobre la actividad que ha desarrollado en Japón en años recientes, en particular se refirió a una serie de tres obras escritas y estrenadas entre 2009 y 2011 en aquel país.

Dos de esas piezas, tituladas Relatos, fueron realizadas para un grupo de tres kotos, instrumentos de cuerda tradicionales japoneses; y la otra, más ambiciosa, de título Pruebas de vida, para un ensamble de nueve instrumentos, en la que la guitarra tiene un papel protagónico.

Con esas partituras como ejemplo, el compositor explicó que actualmente su propuesta creativa está sustentada en una síntesis de todas las etapas por las que ha pasado, desde la abstracción de la vanguardia hasta la asimilación de las músicas tradicionales de diversas partes del mundo y el rock.

Me inicié muy influenciado por Mario Lavista, mi maestro en el Conservatorio Nacional y quien, después de hacer mi maestría y doctorado en el extranjero, sigue siendo mi mentor. El suyo es un mundo muy íntimo, muy de texturas, de exploración rítmica, relató.

“Después estuve del lado de la vanguardia; de eso fue de lo que más me aburrí, como mucha gente; por eso surgió lo que llamamos la posmodernidad. Fue así que comencé a explorar lo que me gustaba desde siempre, entre ello Stravinsky.

También retomé el rock, algo que me gusta mucho y que dentro de la vanguardia es un tabú. Ahora estoy en una reunión de todas esas etapas previas dentro del lenguaje que deseo formar. No creo que sea un retroceso, pero tampoco una evolución. La evolución no existe dentro de la música.

En otro punto, Hebert Vázquez confesó que la intuición es un elemento esencial en su proceso de trabajo, para el cual se vale del piano, la guitarra o de escribir de manera directa en las partituras, precisó, nunca de la computadora.

Para escribir una obra tengo una idea previa de lo que quiero con la pieza: la gestualidad, cómo van a interactuar los elementos entre sí y, después, voy probando materiales, dejándome llevar por la intuición; creo mucho en ella, explicó.

Me es difícil verbalizar mi proceso creativo. Se trata de un momento de disfrute, una mezcla de intuición con una especie de estructuración; es una suerte de revelación. Pocas veces me peleo o tengo obsesión por algún material.

Interrogado al respecto por el público, en su mayoría músicos o estudiantes de la disciplina, el autor afirmó que hacer música es para él una necesidad de expresión, de compartir mi forma de ver el mundo con los demás.

Pero también, aclaró, es una válvula de escape, una catarsis, una manera de sublimar la patología individual. Se trata de un campo oscuro que todos los creadores y músicos compartimos.