Opinión
Ver día anteriorViernes 20 de julio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Justicia soñadora del Quijote
B

ien decía el licenciado Vidriera que la justicia es muy frágil. Es una lástima que los mismos de siempre nos dejen de justicia desamparados, como decía Don Miguel Cervantes Saavedra. Es una lástima que jueces salidos de una pesadilla puedan hacer de la justicia una sombría sombra ensombrecida.

¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!... Sólo la risa del mundo, abierta y rota como un trueno, responde. ¡Oh paradoja monstruosa! Todas las voces de la Tierra, zumbando en coro, haciendo rueda en los oídos de ese pobre Quijote, defensor de la justicia, con este estribillo de matraca: ¡No hay justicia! (...) ¡No hay justicia! (...) ¡No hay justicia! y el mundo clama por ella. Como el poeta León Felipe, queremos justicia, porque la justicia nos dará el orden. Justicia hay que pedir y no orden. El orden no es más que una consecuencia de la justicia.

Ya que el momento actual de la historia mexicana es dramático, el sarcasmo grande, la broma sangrienta (…) y el hombre vil (…)

El libro de Jacques Derrida, Espectografías desde Marx, de Cristina Perett versa sobre una franca denuncia de la hegemonía de una democracia neoliberal y neocapitalista que se presenta como la única perspectiva política, social y económica que lejos de remediar los graves problemas económicos mundiales los ha acrecentado e intenta disimular las injusticias, las miserias y la violencia que se ciernen sobre un gran sector de la población mundial (incluido México) que se empobrece, si cabe cada día más y los deja en el desamparo.

Así, por más que los medios y la violencia del Estado se empeñen en hacernos comulgar con sus montajes, sus hipocresías y mentiras, resulta innegable que los espectros marxistas y sus espíritus retoman y siguen haciendo un efecto en el devenir de la historia. Ripalda cita el gran texto derridiano Glas (sobre Hegel) que literalmente en francés quiere decir toque de almas y que es una gran experiencia radical de la muerte y el duelo que, a la vez que mantiene todo su rigor, acoge un Eros y un deber sin restricciones. Esta experiencia centra la lectura de Hegel para hacerle justicia no conforme a los cánones de la hermenéutica, sino como diría Blanchot, a una comunidad inconfesable.

Ante la ensordecedora realidad pareciera que los mexicanos hemos olvidado preguntarnos sobre la injusticia y sus consecuencias sobre nuestra realidad y la del prójimo, y sin reflexión apostamos por la destrucción. Nacemos en la corrupción, vivimos en ésta y de corruptelas aparentemente banales hemos caído en criminales baños de sangre. Lo mismo de metralleta que de daño en nuestro organismo por las drogas. Lo que parece ser la respuesta a una aparente corrupción inocente.

Y es que las circunstancias que vivimos por demás complejas han sido un atentado para la viabilidad de la cohesión social: desigualdades sociales, desempleo, deficientes posibilidades de escolarización, grosera acumulación de la riqueza en unos cuántos, insuficientes servicios de salud, en última instancia corrupción, etcétera. Problemática que parece desbordar a grupos e instituciones generando fracturas y disolución de los grupos humanos, por la insuficiencia de las instituciones y del sistema. El resultado: la posibilidad cada vez más inminente que la cohesión social se nos vaya de las manos…¡la justicia es tan frágil como una vidriera!