Opinión
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¿La Fiesta en Paz?

De espontáneo a bailaor, cantor y percusionista

Oasis flamenco en Satélite

L

a tarde del domingo 27 de enero de 1980, en la desafortunada confirmación de alternativa de Rafael de Paula en la Plaza México, cuando se le fue vivo un toro, ante un encierro de Jesús Cabrera actuaron también Curro Rivera, César Pastor y… Marco Salcedo, novillero que se tiró de espontáneo en el segundo de la tarde y primero de Curro, y al que el espigado intruso logró darle dos gaoneras ¡con la muleta! antes de ser llevado sin oponer resistencia a la cárcel, pues en ningún momento el joven tuvo el descaro de provocar la conmiseración del siempre sensiblero público.

En las siguientes tres décadas, aquel osado torerillo con alma de artista en el cuerpo, oriundo de la ciudad de México, pero avecindado en la otrora taurina Tlalnepantla, convencido de que delante de los pitones no podría expresar lo que traía dentro, se comprometió hasta la médula con el baile y el cante flamencos y junto con Andrea –el día que nací mi padre se fue a los toros–, su mujer y pareja artística, también defeña, integraron en sus inicios el dueto Los Zagales y posteriormente formaron el grupo flamenco Alhambra.

Dicho grupo, integrado por las bailaoras María Soriano, Alejandra Velázquez Solecito, Gina de la Huerta, Victoria Kuri La Morita y Andrea Salcedo, el cantaor Nicolás Romero, el espléndido guitarrista Gerardo Negrete y el bailaor, cantaor y percusionista Marco, se presenta los viernes y sábados a partir de las 21 horas en el restorán Casa Ávila, de Satélite, casi enfrente de la plaza comercial del mismo nombre, sobre la lateral del Boulevard Manuel Ávila Camacho, en Circuito Ingenieros 11, teléfono 5562-5638. Ante la tradicional aridez cultural y artística del norte de la ciudad de México y zona conurbada, Los Zagales y su grupo Alhambra representan un verdadero oasis musical al lado de otras confirmadoras excepciones.

El espectáculo es un despliegue de música y danza basados en la autenticidad y en la variedad, en palos clásicos o expresiones tradicionales del flamenco como soleá, alegrías, farrucas, tientos, bulerías, guajiras, fandangos y sevillanas, así como rumbas y fusiones diversas, a partir de la preparación de Marco y Andrea con maestros gitanos de baile como Ricardo Montoya, Cristóbal Reyes, Manolete, Mario Maya, La Tati y Ciro, obsesionados más que en el cómo me veo, en el cómo siento y hago sentir a quien ve.

Con una trayectoria profesional de muchos años que incluye presentaciones y giras de distinta duración por el DF, Acapulco, Cozumel, Cancún, Toronto, Madrid, Tenerife, Palma de Mallorca, Emiratos Árabes, San Francisco, Minnesota y Denver, entre otros lugares, Los Zagales confiesan: “Primero es el gusto y un amor desmedido por el flamenco; sólo entonces la técnica no es aburrida y los ensayos cansan menos. En todo arte la técnica es el soporte para la expresión, no a la inversa. En esto nunca se termina de aprender. En España estuvimos tres años sin interrupción aprendiendo, ensayando y trabajando, limpiando el cuerpo que se dice, no repitiendo posturitas.

“Desde el año pasado –agregan Marco y Andrea– estamos en Casa Ávila, primero en Polanco, ahora en Satélite y el viernes 22 inauguramos Santa Fe. Afortunadamente esta sensible empresa nos ha abierto sus puertas, lo que agradecemos doblemente ante la escasez de escenarios de flamenco en la ciudad de México, no obstante la enorme afición y la cantidad de estudiantes del mismo. Además, somos docentes de flamenco en el Tecnológico de Monterrey campus estado de México, en Unitec Atizapán, en la Universidad La Salle, en Condesa, en la Academia de Danza Mexicana de Coyoacán y en nuestra propia academia.”

Tercia Gerardo Negrete: Otro rasgo de La Alhambra es que somos un grupo consolidado hace muchos años, por lo que nos conocemos bien y en el escenario sabemos para dónde va cada uno. Mi padre Rafael Negrete, músico de profesión, fue uno de los fundadores e impulsores del mariachi en el estado de Jalisco, y mi hermano José Luis es toda una institución guitarrística en materia flamenca. Tanto aquí como en España abrevé de grandes maestros, y compás y ritmo lo asimilé con Leonor y Antonia Amaya, hermanas de Carmen, en duras sesiones de 8 y 10 horas diarias, de lunes a viernes. En efecto, la difícil facilidad con que Gerardo Negrete hace sonar su guitarra, refleja la pasión, disciplina y amor por el flamenco de los elegidos.