Opinión
Ver día anteriorDomingo 17 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Visados empanizados
E

n este mundo globalizado, que cada vez es más cerrado y complicado, hay pasaportes de varias categorías. El mejor es el de la Unión Europea, que prácticamente no tiene restricciones. Los europeos pueden ingresar sin necesidad de visa a la mayoría de los países del globo.

En segundo lugar está el pasaporte estadunidense, que tiene algunas restricciones que ellos mismos se autoimponen: no pueden ir a Cuba, Corea del Norte, Irán y algunos otros lugares, considerados como territorio enemigo. En tercer lugar podríamos ubicar a los pasaportes de Canadá, Japón, Corea del Sur, Inglaterra y otros países ricos de la esfera global.

México estaría en un cuarto lugar junto con Argentina, Costa Rica, Brasil, Chile, India, etcétera, que tienen restricciones en Estados Unidos, pero no en Europa y en otros rumbos del planeta.

Luego, en quinto lugar, vienen los pasaportes malos, que son estigmatizados por tener migrantes (Perú, Ecuador, Bolivia, etcétera), por cuestiones políticas (Cuba, Venezuela), por culpa del narcotráfico (Colombia) o por ser pobres y pequeños como los países centroamericanos, caribeños, africanos y algunos asiáticos. Finalmente, los pasaportes muy malos tienen ahora un sello árabe musulmán y tienen el estigma del terrorismo.

México ha perdido posiciones y podría pasar a la quinta categoría de pasaportes malos. Se requiere visa para ir a Brasil, Canadá y hay restricciones para ir a España. En el sistema clasificatorio mundial tiene varios puntos malos: una política inmigratoria restrictiva con buen número de países, migrantes en abundancia y narcotraficantes por montón.

México impone visas a muchos países del mundo, no tanto por sus propios intereses, sino por los de Estados Unidos. En total son 135 países del globo que requieren visa para entrar a México, con una salvedad, que se cita textualmente de la página web de la Secretaría de Gobernación. Las personas de los siguientes países y regiones deben obtener una visa para entrar a México (135). Pero…. podrán viajar a México sin necesidad de una visa los extranjeros que cuenten con una visa válida y vigente de Estados Unidos de América y quienes acrediten ser residentes legales permanentes en Estados Unidos de América, Canadá, Japón, el Reino Unido de la Gran Bretaña y los países que integran el espacio Schengen.

El texto es claro, fuera máscaras, pragmatismo puro. Si tanto friega Estados Unidos a México para imponer visa a 135 países, por lo menos que haga su trabajo y no fastidie en el caso de aquellos que ya obtuvieron la visa del imperio. Una bonita manera de lavarse las manos en tiempos de terrorismo global, pero también de perder totalmente el sentido del decoro, ya no digamos el orgullo.

Eso con respecto a Estados Unidos, pero con Canadá, es demasiada condescendencia. Se dice que es por los migrantes golondrinos que escapan del frío y vienen a nuestras playas a turistear. Pero valdría la pena hacerles un atento recordatorio de lo que a nivel internacional se llama principio de reciprocidad. El asunto de los refugiados ya se resolvió, no tiene sentido que exijan visa cuando hay de por medio un tratado de libre comercio. Se debería exigir la misma reciprocidad que se da con Japón, Reino Unido y el espacio Schengen, donde los mexicanos no requerimos visa.

No obstante, México ha ido perdiendo terreno diplomático con la Unión Europea. Desde hace un par de años España ha puesto condiciones a los turistas mexicanos: cartas de invitación registradas, reservaciones de pasajes y hoteles y cuentas bancarias. Además, ha deportado de los aeropuertos de Barajas y Barcelona a unos 500 mexicanos.

La alarma había sonado hace rato en México, las quejas habían sido numerosas pero se hizo poco o nada que fuera efectivo. Por el contrario, cuando le dieron el mismo trato a Brasil y los españoles empezaron a negar el ingreso y a deportar brasileños, el gobierno de Lula en actitud de total reciprocidad empezó a hacer lo mismo. A cada deportado brasileño correspondía un deportado español. Santo remedio.

Nosotros seguimos en pláticas. Recientemente Felipe Calderón se quejó amargamente con su majestad el rey de España y le pidió su real intercesión. También ha presentado reclamos diplomáticos de la cancillería, pero todo está en veremos. Más bien en la otra cancha, estamos esperando a ver qué condiciones o restricciones nos ponen, con cualquier pretexto.

Para colmo, el embajador mexicano en España, Francisco Javier Ramírez Acuña, de nombres y apellidos castizos, por decir lo menos, es político de carrera y recibió la embajada como premio de consolación. Dice la prensa que recientemente tuvo que optar entre ir a un homenaje en honor de Carlos Fuentes y a la presentación de un libro de la Cervecería Corona. Obviamente, escogió la segunda opción.

Ahora más que nunca necesitábamos un diplomático de nivel en España para poner los puntos sobre las íes. Si México pierde esta batalla tendremos que solicitar visa para ir a Europa y habremos bajado al quinto nivel, al de los pasaportes malos.

Sólo falta que nos apliquen la cláusula del narco, como le hicieron a Colombia hace décadas. Hace poco, un funcionario peruano propuso solicitar visa a los mexicanos porque desde 2002 se había instalado en Perú el cártel de Tijuana y luego en 2004 fue suplantado por el de Sinaloa. Además de eso, alegaban que no había reciprocidad, porque México exigía visa a los peruanos.

La carta de la reciprocidad es un joker que hay que saber manejar. Si todos los países lo aplicaran el mundo estaría parado, no se podría viajar, se acabaría el turismo, el comercio y los negocios tendrían serias limitaciones. Todavía hay clases sociales entre los países del mundo y hay pasaportes buenos, regulares y malos. Pero cuando se tiene un as, como el que tenemos ahora, no podemos perder la partida.

Nota: una buena noticia. Parece que el apático presidente Obama por fin se decidió por el Dream Act y solucionar el problema de los migrantes que llegaron de pequeños a Estados Unidos y quieren estudiar.