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El libro reúne una selección de 18 cuentos escritos a lo largo de tres décadas

Ana Clavel aborda la aniquilación del yo por una relación en Amor y otros suicidios

Es una lectura para quien pueda ironizar sobre sus propias llagas, dijo la narradora

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Los relatos de Clavel tienen que ver con el deseo, la pareja y la idea de paraísoFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Domingo 20 de mayo de 2012, p. 4

Hay dos formas de suicidio en el amor, sostiene Ana Clavel, quien aborda esa compleja aunque cotidiana dualidad en los relatos que integran su libro más reciente.

Uno es cuando la persona se doblega, aniquila su yo en aras de una relación dominante, en la que busca dominar al otro o ser dominado. Es un sentido patológico, pero finalmente impera en nuestros días; nos ha sido heredado por esquemas de idealización que nos son completamente ajenos, señala.

Por otro lado, esta idea del amor como suicido no forzosamente tiene que ser negativo, pues también se pueden matar esas partes del yo que estorban para una verdadera comunicación y relación con el otro.

Amor y otros suicidios es el título del referido volumen, el cual está integrado por una selección de 18 cuentos escritos por la narradora en el transcurso de las tres décadas más recientes. Publicado por ediciones B, su presentación tendrá lugar este domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a las 12 horas.

Acerca de estos relatos, Ana Clavel platica que tienen mucho que ver con las relaciones de pareja, el deseo, la forma en que cada se acerca o aleja de una idea de paraíso.

A veces, es un paraíso muy convencional y por eso a algunas personas les va como en feria; en otras ocasiones, sí se arriesgan a un paraíso más personal, más auténtico, que rompe con las reglas y los lineamientos éticos, sociales, familiares, y en esa medida, los personajes de estos cuentos logran arribar a una suerte de felicidad más real y auténtica, aunque probablemente más instantánea.

El del amor, en sus diferentes estancias y manifestaciones, es un tema recurrente en el quehacer de la escritora, aunque rechaza de forma tajante ser una persona amorosa. Definitivamente, no lo soy, espeta.

La autora hace suyas las palabras de Marguerite Yourcenar en el sentido de que los seres humanos estamos condenados al amor porque no sabemos estar solos, y recuerda que Aristóteles sostenía que el hombre que puede estar solo es un dios o está loco.

Resalta que en el mundo contemporáneo prima en gran medida un esquema contradictorio, en lo que concierne relacionarse con el otro en términos emocionales y sentimentales, el cual es heredado de los mitos y los cuentos de hadas.

La idea imperante es que el amor debe ser una tragedia, como la de Tristán e Isolda, resalta: Tenemos el chip de que, para que verdaderamente amemos debemos sufrir y ser infelices; pareciera que sólo eso es lo que vale la pena, para poder contar la historia de un gran amor.

Varios de los cuentos del libro han sido publicado ya en antologías, diarios, suplementos culturales, aunque también hay algunos inéditos.

De acuerdo con la narradora, lo interesante de estos relatos es que, en conjunto, dan una visión poliédrica en torno de las diferentes facetas de las relaciones amorosas.

Abarca muchas posibilidades, diversas miradas en torno de ese conflicto, ese devenir humano que nos es en buena medida consustancial, por lo menos, según se ha estudiado, desde la edad media: el amor, precisa.

Así, hay cuentos sobre relaciones heterosexuales, homosexuales, de adultos con niños, entre familiares, de personajes que de pronto tienen una idea estereotipada de lo que es la relación amorosa y que de pronto se estrellan contra la realidad.

El erotismo juega un papel indisoluble en muchas de estas historias, lo cual responde a la convicción de la escritora de que no hay forma de conocimiento que no entre por el cuerpo.

A manera de conclusión, Ana Clavel indica que éste es un libro de cuentos para desencantados y para aquellos que a la vez tienen la capacidad de reírse de sus propios males: es una lectura dirigida a un público que tenga la capacidad de ironizar y reflexionar sobre sus propias carencias y llagas.