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El antropólogo publica su libro La cocina del diablo: el fraude de 2006 y los intelectuales

Díaz-Polanco propone crear una vigilancia ciudadana cibernética

Estamos a tiempo de cumplir el mandato constitucional: dar certeza a las elecciones, indica

El escrutinio se apoyaría en un software público, conocido y abierto, expresa a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de abril de 2012, p. 3

Debido a que uno de los mandatos constitucionales es darle imparcialidad y certeza a los procesos electorales, el antropólogo y sociólogo Héctor Díaz-Polanco dijo que aún estamos a tiempo y propuso crear en el Instituto Federal Electoral (IFE) un sistema de vigilancia ciudadana cibernética.

Tal medida estaría apoyada en un software público, conocido y abierto y en llaves cibernéticas en manos de los representantes de los partidos para comprobar en todo momento que no se presenten irregularidades, además de que el IFE se abra a la posibilidad de organizar un cómputo paralelo, coordinado por instituciones de educación superior de prestigio, públicas y privadas.

El propio Comité Técnico del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), del IFE, hizo esa sugerencia, argumenta el investigador en entrevista con La Jornada.

Ello sería el complemento, agrega, de una vigilancia absoluta de la ciudadanía para evitar acciones de fraude electoral de la manera tradicional, en las casillas, como el relleno de urnas, el ratón loco o la alteración de actas de escrutinio.

El país no podría soportar un nuevo fenómeno de fraude como el de 2006. Necesitamos garantizar que esta vez los votos se cuenten y se cuenten bien, de manera transparente, y que evitemos el taqueo a la antigüita y el taqueo cibernético.

El investigador y especialista en temas de identidad, autonomía y movimientos políticos hizo ese y otros planteamientos y reflexiones con motivo de la publicación de su libro La cocina del diablo: el fraude de 2006 y los intelectuales (Temas de Hoy-Planeta), en el que documenta y analiza ese controvertido proceso electoral.

Alienación de la visión pública

La cocina del diablo se presentará el lunes 30 a las 7 de la noche en la Casa Lamm (Álvaro Obregón 99, colonia Roma), con la participación de Julio Boltvinik, John Ackermann, Paco Ignacio Taibo II y el autor, quien firmará ejemplares.

El libro consta de tres partes: los antecedentes de cómo, desde dos años antes de la elección de 2006, se compaginaron las cosas que llevaron a impedir el triunfo de López Obrador; el abordamiento del proceso electoral, los cómputos y las pruebas del fraude; y la explicación del comportamiento de los intelectuales que avalaron dicho fraude, pues creyeron en los resultados oficiales sin haber dado espacio a la duda científica de los mismos.

Esta investigación –destaca– es en parte un homenaje a los científicos que, como los físicos Luis Mochán y Víctor Romero Rochín, documentaron de manera académica y rigurosa lo que Díaz-Polanco no duda en llamar fraude electoral de 2006, mediante el cual, asegura, le arrebataron al menos entre 1.5 y 2 millones de votos al candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.

Ello se realizó, agrega, mediante una acción y justificación en la que participaron políticos panistas, priístas, funcionarios federales, del IFE, de la Suprema Corte de Justicia, empresarios, consorcios televisivos, locutores e intelectuales, quienes buscaron responsabilizar de la división del país a López Obrador, cuando en realidad éste había sido víctima, primero, del acoso del gobierno de Vicente Fox para que no participara en las elecciones y, después, del mencionado fraude.

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Héctor Díaz-Polanco, en su casa, durante la entrevista con La JornadaFoto Carlos Cisneros

La conjunción de poderes en contra, señala el autor de Ensayos sobre identidad, fue porque advirtieron que López Obrador era un peligro, pero no para México, como difundieron en su guerra de odio, sino un peligro para sus intereses, basados en gran parte en un sistema de corrupción y de privilegios.

–¿Por qué en este país, a diferencia de otros con regímenes también injustos, parece no haber límites para los abusos, la manipulación y la permanencia en el poder político a toda costa?

–En México, el grupo enquistado en el poder político, y que controla el sistema económico, ha logrado desarrollar armas para oponerse a la resistencia popular –hasta el momento, eso hay que subrayarlo–, en tanto tiene un aparato comunicacional descomunal que no sólo reproduce la ideología, el punto de vista, la visión del mundo de este grupo, sino que además es capaz de modelar, darle forma, alienar la visión pública.

Eso es hasta tal punto que en 2006 lograron imponerse, contando además con otras fuerzas políticas y la ayuda de otros sectores de la cultura, los intelectuales, por ejemplo, un sector muy poderoso de la vida intelectual del país porque está asociado a su vez con el sistema de los medios masivos de comunicación, e incluso el sector conservador de la Iglesia católica.

El pueblo dará un vuelco

Con la vista puesta en aquella experiencia, de la que surgió un gobierno cuestionado en su legitimidad por la mitad de los mexicanos, Díaz-Polanco no deja, sin embargo, de referirla al presente, incluso como lección para evitar que se repita.

También comparte: Soy optimista, creo que el pueblo mexicano dará un vuelco a la situación actual y espero que sea más temprano que tarde. La gente está creando conciencia de que el país ya no aguantaría continuar la política de Felipe Calderón, la cual reproduciría el PRI con cambios menores, aunque probablemente con acciones más autoritarias y represivas, además de restricciones al mundo del pensamiento, la cultura, la ciencia y la investigación.

Se acentuaría la pobreza, dice, de por sí ya muy grave pues las políticas de este gobierno han generado alrededor de 12 millones de pobres, además de que aumentaría el número de víctimas por la llamada guerra contra el crimen organizado, que suman ya unos 60 mil mexicanos muertos.

En México hace falta no el Estado Caín, que no se interesa por el hermano, por el otro, sino un Estado solidario que busque el bienestar de todos los ciudadanos, en asuntos como la alimentación, la salud o la seguridad, en los cuales millones viven en condiciones terribles.