Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 11 de marzo de 2012 Num: 888

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Atelier Bramsen,
museo vivo

Vilma Fuentes

Tomóchic o la victoria
de la realidad

Ignacio Padilla

¡Qué darían por se
tan sólo un árbol!

José Pascual Buxó

El abecedario Mafalda
Ricardo Bada

Casi medio siglo
de Mafalda

Antonio Soria

Pistorius y el sprint vital
Norma Ávila Jiménez

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Roland Topor, Max sisters

Atelier Bramsen,
museo vivo

Vilma Fuentes

Arca de Noé, legendario galeón, nave indómita, el Atelier des lithographies Clot, Bramsen et Georges ha lindado en álgidos momentos su transfiguración en barco fantasma. Por fortuna, la mano férrea del capitán Peter Bramsen al timón mantuvo firme la embarcación de este danés errante durante más de treinta años, antes de que pasase el timón, sin necesidad de motines a bordo, a su hijo Christian. Nada más lejos de esta nave, a pesar de la triste desaparición de muchos marinos de la vieja tripulación, que un barco fantasma, por más que, a semejanza del holandés, Peter provenga de las brumas fantasmagóricas del norte europeo. Pero, Dinamarca, ¿no es el sur del norte? Quizás esta pertenencia al Sur haya facilitado el encuentro con tantos pintores mexicanos desembarcados ahí: Toledo, Coronel, Gironella, Parra, Soriano, Cuevas, Rojo, en la época del capitán Nemo, como Saura nombró a Peter en un texto impreso en las máquinas humeantes del taller.

Antonio Saura, marino de este velero, pintor de talento y escritor, por momentos, de genio, describió la vida en esta nave en la gloriosa era de Nemo, con la precisión que sólo tiene la metáfora: “No todos los días se nutre a la tripulación con carne salada. El ventrudo velero de los sueños de fuga, salitre y viento fuerte, mentalmente encerrado en el oscilante y en apariencia frágil hangar de cristal donde la rueda de la imprenta evoca, ligera, la rueda del timón, es ahora impulsado por las frágiles mariposas de papel coloreado bajo los consejos del gigante barbudo.” En ese acuario submarino, Saura bautiza con nombres legendarios a los tripulantes, casi todos hoy desparecidos: El Calamar Gigante, el misterioso Oriente-Express, el Holandés Errante, el Corsario Negro, el Sauriano con la Pata de Palo, el Gitano Señorito, nombres más reales que los de pila de la tripulación de Peter. A cada quien toca adivinar quién corresponde a cada apodo: Gironella, Alechinsky, Soriano, Carmen Parra, Topor, Coronel, Huftier, Toledo, Olivier, Matta, Michaux,Van Velde, Jorn, Ting, Dietman, Segui, Voss, Wyckaert y tantos otros artistas emanados de ese crisol. Saura, con su vieja sabiduría, agrega: “profetizamos el saber calcinado del futuro”.


Alberto Gironella, Edna

Abordé por vez primera ese galeón un verano de 1975. Había conocido los hornos negros y temibles de la imprenta rugiente de un viejo diario de México. Debía pasar por una escalinata sudorosa de hollín para acceder al infierno de las rotativas, donde nacían los papeles calientes de noticias envejecidas al aparecer: dura labor la del periodismo. Las temibles imprentas de Peter, sobre todo la legendaria máquina transportada, en 1968, del muelle de Cherche-midi al misterioso puerto de la Vieille du Temple, parecen dragones rugientes que escupen, gloriosos, bellos papeles que van adquiriendo sus vivos colores y desafían al tiempo.

Cuando Gironella me invitó a abordar ese barco, no pude imaginar que me esperaba un viaje que aún no termina. Con escalas, cierto, pero donde se vive la inminencia de la muerte cuando la nave se desliza en las cimas de las murallas de agua levantadas por la tempestad o atraviesa el tifón cuyo ojo ofrece el espejismo de la calma chicha, cuando no se lucha contra piratas sanguinarios y pulpos gigantes.

Alberto me presentó con Bramsen, “amo a bordo después de Dios”, y me abandonó a mi suerte en el taller. Peter me adoptó y Soriano emprendió, no sé por qué, mi educación parisiense. Me provocó diciéndome que los mexicanos no somos exportables y me enseñó a reír de mí con bromas donde se burlaba de él para empezar. Toledo, tan silencioso, habló durante una eterna noche en vela en casa de Peter, con Bellefroid y conmigo, de Rulfo: su sombra parecía soplarle las voces de otros fantasmas. Carmen Parra, generosa, me propuso escribir un poema, el único que, obligada por ella, he escrito, para un álbum de tres litografías suyas de la Paulina Bonaparte de Antonio Canova. Me fui instalando en ese taller donde encontré una familia. Imaginaria y por eso más real: la familia que nos escoge y uno escoge.


Peter Bramsen y Pierre Alechinsky
trabajando en el Atelier...

La convivialidad reina en la nave bajo las miradas implacables del cocodrilo errante, que repta entre vidriera y máquinas, y del comandante. No hay alcurnias entre pintores. Ni diferencias entre artistas y artesanos. Ay del intruso que creyere en privilegios: se vería arrastrado hasta la puerta por Nemo si no se expulsase antes él solo. Sin florilegios, se admiran las litografías al salir del horno. Se observan los trazos de los otros, nadie se copia.

Christian Bramsen empuña, ahora, el timón del velero modernizado con computadoras, internet, sistemas de impresión digital. Se utiliza por vez primera una aleación técnica entre la impresión digital y la litografía. La Colección Zig/Zag, libros-objeto en forma de acordeón, utiliza el sistema numérico para imprimir la obra de artistas como Erró, Alechine, Klasen, Nicolas Topor, Parisicilia, lo cual permite un precio accesible de ediciones limitadas y firmadas por el autor.

El ritual método de la litografía sigue fascinando a artistas y público. Gao, Premio Nobel de Literatura, decidió vivir esta experiencia. Un ensayo sobre la piedra, que no estaba destinado a tirarse, fue el resultado de un acto de magia del escritor chino: L’autre rire, círculo de luz, su hondura imanta con vértigo hacia el abismo donde aparece un hombre. Manuella Ferré, española, ha realizado una serie de litos de una fuerza sorprendente. Morgana, considera a Christian y Nicolás un ejemplo del dédéisthmo, pinta sexos femeninos que desacraliza con humor. Guillermo Arizta enciende velas sin mecha. Jenz, Jacob y Rasmus, “tres personas con un solo ego”, según Christian, dibujan en una sola piedra. El jazzista Humair pinta notas musicales.

El dédéisthmo de Nicolas Topor ha encontrado su lugar en este atelier que termina de imprimir sus textos e ilustraciones de dos ediciones: Clandestines y L’étrange voyage de Mr. Muppin.

Degas, Renoir y Cézanne siguen vagando en un taller que fue el suyo el siglo antepasado.