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Proyectaron Hombre con una cámara, de Dziga Vertov, y en off la música del británico

Michael Nyman, en Bellas Artes; celebra el genio de Paul Strand

El director ruso limitó su trabajo a tres ciudades y la mía es un semidiario por México, asegura

En el arte de la fotografía soy un colado, ironiza el autor de la banda sonora de El piano

Foto
Michael Nyman, en el Palacio de Bellas Artes, durante la entrevista con La JornadaFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 27 de enero de 2012, p. 4

El compositor británico Michael Nyman (1944) tiene obsesión por la película muda Hombre con una cámara, filmada en 1929 por el director ruso Dziga Vertov, a tal grado que hizo su propio filme NYman con una cámara de cine.

En 2002 compuso una pista sonora para la cinta rusa; entonces, cuando supo que se proyectaría dentro del ciclo El cine de Paul Strand y sus contemporáneos, una de las actividades paralelas de la exposición El murmullo de los rostros: Paul Strand en México, montada en el Museo del Palacio de Bellas Artes, propuso que se acompañara con la suya, ya que en los recientes 10 y 15 años se ha hecho igual número de pistas sonoras.

Para beneplácito de Nyman, así se hizo el miércoles pasado en la sala Manuel M. Ponce.

Esa ocasión el pianista pudo concentrarse en la combinación de su pista sonora y la película de Vertov, ya que normalmente, como la toca en vivo, tiene que estar pendiente de la película, de su música, que sincroniza con el filme; estar en comunicación con sus músicos, lo que se convierte en una danza musical en que tengo que ver en diferentes direcciones al mismo tiempo, dice a La Jornada.

Sensibilidad posmoderna

Michael Nyman describe Hombre con una cámara como una película que versa sobre su propia filmación. Es decir, “Vertov filma a su hermano Mikhail Kaufman en el proceso de filmar varios acontecimientos en varias locaciones en la Unión Soviética, básicamente Moscú, pero también Odessa y Kiev. Lo maravilloso es que es un filme que reflexiona sobre sí mismo en el sentido de que al principio el público es introducido en un cinema vacío. Luego, se hace el filme y al final el mismo público ve el mismo filme de cuyo proceso fue testigo.

Para alguien como yo, con una sensibilidad posmoderna, eso era muy estimulante, despertó mi curiosidad y obviamente echó a andar mis jugos creativos.

De allí que filmó NYman con una cámara de cine, en la que tomó las imágenes de Vertov y las remplazó con otras suyas, ya sea inmóviles o en movimiento, “por lo general con la misma temática, o algo relacionado, y dentro del mismo marco temporal. Así que si no filmó los últimos dos segundos, yo tampoco lo hice.

Mientras Vertov limitó su película a tres locaciones en la Unión Soviética, la mía es una especie de semidiario que toma en cuenta los lugares donde viajo como compositor con una cámara. En mi película hay mucho metraje de México, ya que he filmado todo desde La Lagunilla hasta un juego de los Pumas y hombres caminando en la calle. Así que ambas películas son muy diferentes, pero a la vez relacionadas en lo temático y lo rítmico. También comparten la banda sonora.

–Como fotógrafo, ¿qué piensa usted de la obra de Paul Strand?

–Soy un colado. Mucho antes de venir a vivir en México descubrí la obra de Strand, básicamente por medio de leer acerca de Tina Modotti.

“Tengo cierta obsesión con la fotografía de imágenes tomadas en México –son dos cosas diferentes– durante los años 20 y 30 del siglo pasado.

“Cuando descubrí que había una exposición de Strand aquí, en cuanto bajé del avión, hace tres semanas, pensé ‘eso es un lugar al que debo ir’.

“Luego, hay otra conexión con Strand y tiene que ver con su trabajo como cineasta. La primera película que hizo en 1921, Mannahatter, de hecho es el primer filme independiente estadunidense, realizado en colaboración con el pintor Charles Seller, una especie de documental sobre la vida en Manhattan, con el texto de un poema de Walt Whitman.

“Hay una especie de sensibilidad modernista, está el Nueva York de los tempranos años 20, que incluye edificios que nos son familiares, como el Empire State. Resulta interesante que después de que decidí escribir una banda sonora para el filme de Dziga Vertov, que es una película acerca de tres ciudades; luego decidí que lo que realmente me gusta es componer pistas sonoras para cintas mudas de los años 20 acerca de metrópolis.

“Hice Hombre con una cámara, Mannahatter y luego una cinta silente francesa de 1930, y ahora edifico una colección de ciudades mudas de películas de cine. Voy a encontrar metraje de la ciudad de México y un día de éstos haré un filme también”, adelanta.

Ojalá que las actividades paralelas a la exposición El murmullo de los rostros: Paul Strand en México tuvieran más difusión del Instituto Nacional de Bellas Artes.

La muestra se puede visitar en el museo del máximo recinto cultural del país, ubicado en avenida Juárez, esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico.