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La placa en el pueblo de Buñuel, lo que más lo ha emocionado, dice

El cineasta Carlos Saura, enamorado de la música, cumplirá mañana 80 años
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de enero de 2012, p. 7

Madrid, 2 de enero. Toda su vida ha estado unida a una lente. Primero fue la de su cámara fotográfica y luego la del cine. Reconocido durante años como discípulo de Luis Buñuel y distinguido en numerosas ocasiones, Carlos Saura, quien el miércoles cumple 80 años, ya no con cuenta con la exposición de otras épocas, pero no ha perdido ese brío con el que ha conseguido una indiscutible trayectoria de autor.

Ha sido dramaturgo, pintor, fotógrafo, director de escena y escritor, pero su vida es el cine, una pasión que entiende como una aventura, en la que siempre le ha gustado ir más allá jugando con la narración, la luz o la música.

Y aunque su sueño confeso sería hacer una película al año y olvidarse después de ella, de la presentación en los festivales o de la promoción, ahora no se lo puede permitir. Le cuesta un esfuerzo considerable conseguir financiación, como ocurrió con su película más reciente, Io, Don Giovanni, que se estrenó en España en 2010, cuatro años después de que comenzó a rodarse.

En numerosas ocasiones dijo que crecer es insistir en los propios errores, frase que le escuchó al escritor argentino Julio Cortázar: Insiste en tus errores porque ésa es tu verdadera personalidad.

Y es así como el director de La prima Angélica (1974), Cría cuervos (1976) o Mamá cumple 100 años (1979) entiende su oficio. No se arredra si las críticas no lo acompañan y sigue buscando cómo financiar los proyectos, en los que cada vez tiene más peso la música.

Hijo de pianista y enamorado de la música, reconoce que tiene muy buen oído y uno de sus más celebrados éxitos fue la adaptación cinematográfica de la ópera Carmen de Bizet, en 1983.

Saura, quien nació en Huesca en 1932, sigue recibiendo reconocimientos, como el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México, y moviéndose acompañado de una cámara fotográfica. Señala que uno de los homenajes que más le emocionaron fue la placa que le pusieron en Calanda, el pueblo de su admirado Luis Buñuel.