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Se exhibirá una muestra que complementa la que presenta el MoMA, anunció Hilda Trujillo

A partir de enero, la Casa Azul, universo íntimo de Frida Kahlo, abrirá de noche

El espacio recibió casi 300 mil visitantes en 2011, informó la directora del recinto

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Si conoces la obra de Frida, pero no conoces su casa, hay un vacío, aseguró TrujilloFoto Yazmín Ortega
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de enero de 2012, p. 5

Sede del universo íntimo de Frida Kahlo, la Casa Azul es cita obligada para conocer la dimensión personal de una de las artistas mexicanas más reconocidas a escala internacional.

“Pies pa’qué los quiero, si tengo alas para volar” se lee en uno de los muros de la casa que habitó la pintora, un espacio que refleja su mundo creativo y el de su pareja, el muralista Diego Rivera, que durante el recién extinto 2011 recibió casi 300 mil visitantes, cifra récord, afirma la directora del museo, Hilda Trujillo.

En entrevista, ofrece dos primicias: la próxima apertura de visitas nocturnas, que permitirán apreciar el jardín iluminado, y una muestra complementaria de la que actualmente se exhibe en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York sobre los murales que Diego Rivera realizó en 1931 ex profeso para el recinto estadunidense.

Si conoces la obra de Frida, pero no conoces su casa, hay un vacío, porque el espacio explica muchas cosas; es parte de la obra de Kahlo: la intervino, la decoró, le puso su toque personal. Para conocer su biografía, es sustancial conocer su casa, señala Trujillo vía telefónica desde Nueva York.

Hace un par de años, una revista internacional incluyó la casa en una lista de 10 lugares del mundo que la gente quiere visitar antes de morir, entre las pirámides de Egipto y el Partenón. Personas de distintos países quieren venir a la casa de Frida Kahlo.

La demanda de entrada al museo es tal, que en vacaciones el recinto abrió el pasado 26 de diciembre, así como el lunes 2 de enero, día de la semana que usualmente cierra al público. Es común encontrar largas filas para acceder a la casa, aun antes de abrir. Sobre la calle se conjuntan acentos de provincia, así como conversaciones en distintas lenguas: inglés, francés, alemán.

Bajó el turismo extranjero

Aunque este año se rompió el récord de 300 mil entradas, Trujillo Soto reconoce que se desplomó el turismo y el porcentaje de visitantes extranjeros, debido a la crisis de violencia en el país, pues hace siete años, cuando comenzó a dirigir el espacio, las cifra se dividía en 80 por ciento extranjeros y 20 mexicanos. Actualmente, calcula, en vacaciones, es 40 por ciento de turismo internacional y el resto nacional. Al mismo tiempo, el público mexicano se ha incrementado debido a la promoción para conocer uno de los lugares icónicos de la ciudad de México. El mejor instrumento para mejorar la imagen del país en el exterior, y del cual los políticos no se dan cuenta, son sus museos y la cultura, reflexiona.

La casona porfiriana, ubicada en la calle de Londres 247, en el histórico barrio de Coyoacán, abre al visitante la recámara, el estudio, la cocina, artículos personales, parte de su vestuario, arte popular, fotografías y obra de la artista y de Diego Rivera. El espacio es en sí una obra que Kahlo y Rivera construyeron. Transmite parte del mundo creativo, pero también del dolor y angustia que vivió. Enigmático lugar que recibió a León Trotsky, André Bretón, Tina Modotti, Sergei Eisenstein y José Clemente Orozco, entre muchos personajes hacedores de una era.

Al cruzar el portón y llegar al primer patio, se lee: Aquí vivieron Frida y Diego. 1929-1954. Las fechas refieren al periodo que duró el matrimonio de los artistas, hasta la muerte de Kahlo. De hecho, la Casa Azul fue su hogar paterno, la vio nacer y morir. El matrimonio la adquirió, le dio su espíritu. A la muerte de Frida, Diego decidió convertirla en museo, en 1955.

Conservamos la casa tal como ella la tenía antes de morir, como la dejó Carlos Pellicer cuando hizo la museografía con Diego Rivera. Esto lo logramos gracias a fotografías antiguas que estuvieron en los baños por 50 años. Así también hemos renovado el jardín y la iluminación, el mayor número de detalles. Además nos asesoramos con artistas reconocidos, explica sobre el estado del museo, el cual dirige, al igual que el Museo Diego Rivera Anahuacalli.

Por ejemplo, sobre el jardín se han analizado fotografías, porque era un ambiente que Diego y Frida crearon cuidadosamente. Rivera estudiaba el Códice Badiano, donde se recopilaba la herbolaria medicinal y afrodisiaca indígena, lo cual representaba en sus murales y pinturas. De igual forma, Frida estudiaba libros de botánica. De hecho, entre los pasillos del jardín se observan imágenes fotográficas y pinturas donde se aprecia parte de los especímenes del paisaje.

La iluminación del jardín, que ocupa gran parte del predio y donde se encuentra una emblemática pirámide y esculturas prehispánicas, fue diseñada por el escenógrafo Gabriel Pascal. El resultado se ha observado en presentaciones y conciertos en horas en que el museo cierra, pero a partir de enero se abrirá a dos visitas mensuales nocturnas, adelanta Trujillo Soto.

Otro aliciente para conocer el lugar son las exposiciones temporales en la casa anexa, donde actualmente se exhibe Con veras de mi corazón, colección de ex votos que Frida recopiló con apoyo de André Bretón y Diego Rivera. Milagros y santos son reunidos al cruzar el jardín. Igualmente, Hilda Trujillo invita a conocer el otro recinto que dirige, espacio producto del imaginario de Diego Rivera, el Museo Anahuacalli, al que se tiene acceso con el mismo boleto de la Casa Azul, con vigencia de un mes. Ambos lugares serán sede de la exposición complementaria del MoMA, que incluirá documentos, adelanta.

Kahlo, una de las artistas mexicanas con mayor fama internacional y altamente valuada en el mercado, atrae no sólo a turistas y amantes de la pintura, sino también a personajes de la farándula. El actor Anthony Hopkins visitó la Casa Azul, también lo han hecho el músico Peter Gabriel y el cineasta Peter Greenaway. La banda Coldplay se impresionó tanto con la vida de Kahlo, que nombraron su cuarto álbum Viva la vida. La pintora escribió esa frase en su última obra, al presentir la muerte; en ella reproduce unas sandías de vibrantes rojos y verdes, y se exhibe en el primer salón de la Casa Azul.