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La tragedia
En homenaje a los ocho caídos, clama el Ejecutivo por unidad

Instituciones, a prueba con estos eventos, dice ante los féretros

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Familiares de los fallecidos en el accidente aéreo y la clase política, durante el acto luctuoso en el Campo MarteFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de noviembre de 2011, p. 2

Ante el féretro de José Francisco Blake Mora, el segundo secretario de Gobernación muerto en un accidente aéreo durante este sexenio, el presidente Felipe Calderón aseguró que estos eventos difíciles ponen a prueba la fortaleza de las instituciones, pero México la supera sobradamente.

Rodeado de representantes de todos los partidos políticos, hizo un nuevo llamado a la unidad y prometió, como el día anterior, que se realizará una investigación minuciosa y exhaustiva para conocer las causas del accidente e informará con transparencia.

La historia se repitió tres años después. Otra vez la clase política enlutada. Como aquel homenaje en honor de Juan Camilo Mouriño, extinto secretario de Gobernación y amigo muy cercano del Presidente, el protocolo fue similar y varios asistentes eran los mismos, sólo que en funciones y en tiempos distintos, como Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero o Santiago Creel, quienes ahora concurrieron como aspirantes a suceder a Calderón en 2012.

Esta vez el discurso presidencial y las exequias fueron más cortas que las de Mouriño. En 40 minutos el Presidente exaltó a su ex colaborador como un funcionario que jamás cayó en la vociferación, en la descalificación o en el encono, y dedicó algunas palabras para recordar a las otras víctimas.

Cuando aún no llegaba el mandatario al Campo Marte fueron colocados los féretros con las respectivas fotografías. Adelante se ubicó el de Blake y en una fila atrás los de Felipe Zamora, Alfredo García, Diana Hayton, el mayor René Sapién, el teniente coronel Felipe Bacio, el teniente Pedro Escobar y el sargento segundo Jorge Luis Juárez.

En ese momento arribó la mayoría de gobernadores, legisladores y líderes partidistas, como el priísta Humberto Moreira, quien se sentó cerca de Alejandra Sota y Roberto Gil, los responsables del llamado staff Pinos, pero luego el coahuilense fue llevado por una edecán una fila atrás. Moreira aceptó, así como el perredista Marcelo Ebrard –quien llegó con su esposa Rosalinda Bueso–, quien al final se ubicó detrás de él.

Varios gobernadores daban el pésame al panista Marco Adame, que un día antes esperó en vano a Blake. Uno de ellos fue el perredista Leonel Godoy, quien acudió a la ceremonia horas antes de la elección en su estado y quien antes se quejó de la intromisión del Ejecutivo federal en el proceso. También asistió Jesús Zambrano.

En las gradas coincidieron los presidenciables que hicieron una tregua en sus precampañas y se saludaron o incluso tuvieron asientos contiguos, como Vázquez Mota y Cordero. Los integrantes del gabinete rodearon a Dionisio Pérez-Jácome para saber los pormenores de su conferencia de prensa, mientras José Antonio Meade, titular de Hacienda, no soltaba su Blackberry en medio de las negociaciones preuspuestales en el Congreso.

El Presidente llegó acompañado por los líderes de los otros poderes: Emilio Chuayffet, José González Morfín y Juan Silva Meza, así como de José Guadalupe Osuna Millán, gobernador de Baja California y amigo de Blake.

A unos pasos de la carpa donde fueron congregados los deudos, Calderón expresó sus condolencias y tristeza porque un secretario de Gobernación, a quien definió como amigo entrañable, falleció en el cumplimiento de su deber.

Al hacer una semblanza de Blake, resaltó su origen modesto y que cuando nació, en la calle de su casa ni siquiera había pavimento. Le adjudicó un papel clave en la aprobación de diversas reformas trascendentes y los encuentros con las víctimas de la violencia.

Su afán no fue ganar la primera plana, sino trabajar para transformar verdaderamente al país, y citó una frase del ex titular del Palacio de Covián acerca de que la democracia es un auténtico apostolado.

Del ex subsecretario Jurídico de Gobernación, Felipe Zamora, destacó que era tenaz defensor del derecho a la vida con argumentos inteligentes, ponderados, que terminaban siendo difícilmente refutables. Y de García Medina, quien fue vocero de Gobernación, comentó que era muy entrón.

Mencionó brevemente las trayectorias de los otros fallecidos y luego dirigió un mensaje político. Advirtió que en estos momentos difíciles, eventos como éste ponen a prueba a las instituciones. Por fortuna, la fortaleza de las instituciones de México, de su constitucionalidad, de su democracia que distribuye poderes y que establece equilibrios pasa sobradamente la prueba de la adversidad.

Consideró que las muestras de solidaridad expresadas por actores políticos de todos los signos, de representantes de medios de comunicación, analistas, empresarios, intelectuales, de la sociedad civil, gobiernos extranjeros y legisladores, contribuyen a reforzar el ánimo que los mexicanos necesitarán, sin duda, hoy más que nunca, para seguir trabajando firme e incansablemente por el país.

Calderón insistió en que estos son momentos difíciles para el gobierno y para el país es hora de demostrar entereza para superar las adversidades que a naciones menos fuertes hubieran doblegado.

Prometió que a pesar del luto que embarga al gobierno, seguirá sirviendo a los mexicanos con empeño y dedicación. Blake, Zamora y sus colaboradores eran arquetipo del hombre honrado, justo, servicial y por eso donde estén recibirán la recompensa que merecen, porque también está escrito que los justos resplandecerán como el sol, dijo al hacer una cita bíblica.

Cuando se escuchó la marcha fúnebre, la expresión del Presidente se volvió más funesta y parecía retener las lágrimas. El que no pudo concluir la ceremonia fue el secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix, quien estuvo a punto de desvanecerse y fue llevado del brazo por algunos colaboradores mientras integrantes del gabinete observaban.

Calderón y líderes de los otros poderes montaron una guardia de honor; después el mandatario dio las condolencias y entregó a los deudos banderas y fotografías de las víctimas.

Tras un minuto de aplausos los políticos se dieron abrazos y saludos y en menos de 10 minutos el sitio quedó vacío.