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Ver día anteriorDomingo 21 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

El Nuevo Colmenar, en la mejor tradición ganadera brava de México

José Tomás, referente para extraviados

E

n estos tiempos de entusiasta retroceso, de ineficaz lucha contra la delincuencia organizada y de sobrecogedora ausencia de seguridad; cuando la ineptitud y la desorganización tomaron carta de ciudadanía y la ética y el profesionalismo son cosa del pasado, que existan todavía ganaderos de reses bravas con una firme convicción de lo que debe ser un toro de lidia, llena de orgullo a quienes sostenemos que la fiesta de los toros se sustenta en la bravura, no en la mera docilidad para torear bonito.

Francisco Miguel Aguirre Farías, propietario de la ganadería El Nuevo Colmenar, mandó el domingo pasado otra magnífica novillada a la Plaza México, pues como ocurre con los buenos criadores y los buenos toreros, repitió color en cuanto a calidad y cantidad de ejemplares con edad, trapío, bravura y clase tras su afortunado debut en el coso en julio de 2010, cuando dio triunfal vuelta al ruedo tras el superior juego del quinto de la tarde, Don Pepe, al que Salvador López aprovechó con capa y muleta, empañando su labor con la espada, como suele ser habitual entre nuestros esforzados novilleros, poco placeados, escasos de oficio y carentes de estímulos.

Las cosas ahora fueron parecidas a las de hace un año, pero a cargo de los tlaxcaltecas Jaime Ruiz y Angelino de Arriaga quien, no obstante haberse alzado con tres orejas la tarde de su presentación, en este festejo convocó a poco más de 2 mil espectadores. Algo no quiere entender esta empresa en materia de promoción. Completó la tercia el potosino Carlos Rodríguez, valiente y empeñoso pero, repito, sin los recursos ni el sitio que sólo da torear con frecuencia. A ello hay que añadir la pésima lidia que las cuadrillas dieron a Siete mares, su primero, bravo, con clase y recorrido.

Por cierto, cinco novillos fueron bautizados con nombres de canciones de san José Alfredo Jiménez, santo laico mexicano de milagrería internacional, pues sin haber sido aficionado a los toros en Pamplona miles de asistentes de sol incluyen El rey en sus alucinados cantos durante las corridas. El sexto, un cómodo castaño, se llamó Cielo rojo, en honor a una de las inspiradas composiciones del jalisciense Juan Záizar. Méritos incuestionables, pues ha hecho el ganadero Francisco Miguel Aguirre de El Nuevo Colmenar para venir con una corrida a la próxima temporada grande.

Al novillo Si nos dejan Jaime Ruiz le cortó una oreja a cambio de una cornada en el escroto, a Último trago Angelino le cortó otra, aunque con Cantinero dejó escapar una nueva salida en hombros. Por cierto, mientras experimentados columnistas afirman que este prometedor joven le anda cerca a los astados y se pasa al toro a un dedo de distancia, aquí le señalamos y con todo respeto se lo dijimos personalmente que el único defecto de su sólida, templada y transmitidora tauromaquia es que abusa del pico de la muleta, poniendo excesiva distancia entre su cuerpo y el del toro, lo que resta emoción y verdad a sus trasteos. Una cosa es el encimismo efectista y otra, muy distinta, realizar las suertes a prudente distancia.

Y mientras los que empiezan en esta difícil profesión no acaban de convencerse de la necesidad de arrimarse, un hombre multimillonario en euros y cocido a cornadas no desperdicia oportunidad de poner su anatomía donde otros apenas se animan a presentar la muleta: José Tomás, con su valor y su convicción intactos, luego de que en Aguascalientes a punto estuvo de morir tras el cornadón que le propinara un manso del hierro de Santiago.

Tamaña confusión tomasiana entre el aguante y el quietismo lo tendrá siempre a un milímetro del percance, pero a las plazas seguirán acudiendo miles de espectadores con la inconfesada esperanza no sólo de emocionarse con su intenso e íntimo toreo, sino de ver ese cuerpo frágil lastimado una vez más por un pitón. Es precisamente lo que observaba el filósofo Cioran una tarde al salir de la plaza de Nimes: Ya ningún torero está dispuesto a enloquecer delante del toro. José Tomás sí, y al precio que tenga que pagar… y que cobrar.