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Ver día anteriorDomingo 21 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Argentina: balance de las primarias y perspectivas para octubre
C

ristina Fernández de Kirchner (CFK) obtuvo 50.7 por ciento de los votos en una elección muy concurrida (con apenas 22 por ciento de abstención) y sus adversarios, todos sumados, no llegan a 40 por ciento y no podrán unirse, de modo que han perdido toda esperanza de evitar en las elecciones generales de octubre la relección de la presidenta y ahora sólo pelean por tener suficientes diputados y senadores para mantener el control de la Cámara de Diputados y una fuerza de presión en la Cámara Alta. El centro-centroderecha del cineasta Pino Solanas no llegó a 1.5 por ciento, puesto como barrera para participar en octubre, porque despreció el combate democrático contra la proscripción y se contenta ahora con lograr algún diputado, pero el Proyecto Sur está agonizante y un sector de su pequeño electorado irá al Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) que consiguió casi 2.5 por ciento de los votos (550 mil sufragios) mientras otros se dividirán entre la abstención y el apoyo al Frente Amplio y Progresista (ma non troppo) dirigido por Hermes Binner (que logró 10 por ciento).

El FIT venció la barrera proscriptiva de 1.5 por ciento gracias, en primer lugar, a su actividad en fábricas, sindicatos y centros estudiantiles (que ya le había dado a sus componentes 400 mil votos en los comicios de 2009), pero también porque, en vez de hacer propaganda general socialista o de agitar consignas, supo utilizar los espacios radiales y televisivos que distribuyó el Estado de modo simple, inteligente y realista para reivindicar su derecho democrático a una plena participación política con el objetivo de defender las principales reivindicaciones de los trabajadores y pobres en general. A esta combinación entre la defensa de la democracia electoral y la de las reivindicaciones concretas y populares se agregaron a último momento dos periodistas derechistas que, con sarcasmo, lanzaron una campaña titulada un milagro para Altamira en la cual pedían votar por el presidente del FIT por lástima y casi para impedir la extinción de una especie, campaña que en su curso se hizo más seria, tuvo un gran éxito popular y terminó reforzando la lucha antiproscriptiva del FIT.

Ahora éste, que tiene ya dos diputados provinciales, podría llegar en octubre a obtener también algún diputado nacional. De todos modos, en octubre disminuirán los votos meramente democráticos prestados al FIT que volverán a sus cauces naturales si el FIT (o algunos de los partidos que lo integran) no es capaz de ver con realismo que en estos dos meses deberá consolidar en la acción cotidiana el apoyo electoral excepcional conseguido y si no comprende que una parte importante del electorado de la presidenta no tiene la cerrazón mental kirchnerista o peronista que el FIT le atribuye sino, por el contrario, una apertura potencial a una política socialista siempre que ésta no sea sectaria ni meramente obrerista sino que proponga soluciones concretas y viables a los problemas concretos actuales y a los que se presentarán en los próximos meses.

Los votos de CFK se explican por la prosperidad. Son votos conservadores. Hay obreros calificados que ganan tres mil dólares por mes, los que están peor están sin embargo mucho mejor que hace unos años y nadie quiere volver a los ‘90, tiempos de desocupación, privatizaciones y neoliberalismo feroz mientras que, por el contrario, todos quieren conservar lo poco conquistado en estos ocho años de kirchnerismo. Por eso CFK recuperó buena parte de las clases medias que se le habían opuesto siguiendo al campo –o sea, a los terratenientes, exportadores y grandes soyeros–, recuperó incluso los votos rurales y ganó a pesar de tener en contra a todos los grandes medios impresos o televisivos que presentaban un país de desastres que la gente común no registraba.

El conservadurismo del voto kirchnerista se comprueba cuando uno coteja los sufragios logrados por Mauricio Macri, en la Capital Federal, o José Manuel de la Sota, en Córdoba, la mitad de cuyos electores votó ahora por CFK; o cuando uno ve el triunfo aplastante de gobernadores kirchneristas corruptos, reaccionarios y hasta asesinos. La presidenta tiene además un apoyo muy superior al que lograron sus grandes electores (alcaldes clientelistas, gobernadores) y su aparato partidario, lo cual sin duda se reflejará en el hecho de que el gobierno no logrará quórum propio en las Cámaras y deberá negociar con los menos peores de la oposición (Binner, por ejemplo, o algunos de los peronistas de derecha más cooptables).

Octubre está demasiado cerca como para que el panorama electoral cambie sensiblemente y el triunfo de CFK está asegurado, pero la situación política argentina, como la del resto de los países latinoamericanos, depende y dependerá de los efectos de la crisis mundial sobre la economía local. Ahora bien, un derrumbe del euro y de la Unión Europa y la crisis en Estados Unidos afectará gravemente al real brasileño y, con eso, al Mercosur y las exportaciones argentinas y China, gran compradora de materias primas y gran inversionista en Argentina, tampoco está inmunizada contra esa crisis de sus mercados de exportación y, por lo tanto, tendrá que reorganizar su economía y tendrá conflictos sociales graves. Por ahora, las materias primas agrícolas que Argentina exporta siguen teniendo altos precios y el país sigue tratando de mantener sus ventajas cambiarias y de contener los capitales especulativos. Pero si Europa, por no hablar de Estados Unidos, no puede contener la depresión que se avecina, ¿podrá hacerlo la frágil Argentina? La presidenta, una vez relegida, podría pasar de ser una esperanza de seguridad a convertirse en la mandataria que deberá jinetear la peor crisis de la historia mundial y de la Argentina. Lo cual crearía un nuevo panorama político para la izquierda socialista y para la derecha proimperialista.