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El ritual de la banda, nueva novela de Fidencio González, parece el diario de un amigo, dice

El chiste de escribir es hallar un pretexto para que las vivencias se suelten

Trata de una chica que al cumplir 18 años quiere rebelarse

Es una novela juvenil sin mensajes: Lo que menos quieren oír los jóvenes son consejos, afirmó el también cuentista

 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de agosto de 2011, p. 6

Una antesala de la gran literatura, es decir, un gancho o una trampa: así define el escritor Fidencio González Montes (Poza Rica, Veracruz, 1954) El ritual de la banda: andanzas de una joven sin pelos en la lengua (Ediciones SM/CNCA, 2010), su novela más reciente, ganadora del premio Literatura Juvenil Gran Angular 2010, misma que se presentó en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Para el autor, esta novela realista parece un diario que escribió mi hermano, o un amigo; no sé y, por tanto, llama a otras lecturas, “quizás como me sucedió en su momento con la literatura, por ejemplo, de José Agustín. Cuando leí La tumba, n’ombre, quedé impactado. Dije: ‘voy a ser escritor, porque uno puede escribir cualquier reventón, cualquier cosa loca que a uno se le ocurra’, cuando antes había ese prejuicio de ser científico –así pensaba– como Julio Verne, y hacer teorías para después escribir un libro. Eso me ahuyentaba de leer. Lo veía muy difícil, para gente muy inteligente”.

González Montes tiene una novela anterior, Por sobredosis, que escribió de alguna manera a la par con El ritual de la banda. Mientras la primera trata sobre un joven, la segunda es de una chava; entonces, los lenguajes son totalmente diferentes. Me lo propuse para retarme a mí mismo. Qué tan capaz soy de despersonalizarme en un momento dado y adoptar la sicología femenina o la masculina. También tengo otros proyectos en tercera persona, totalmente alejado del lenguaje coloquial que utilizo aquí. Lo que me gusta de cada proyecto es que tengo el poder de asumir esos nuevos retos, porque ya le encuentro el chiste de cómo escribirlo.

El barrio marca

Respecto de cómo surgió esta novela juvenil, que versa sobre una chica que al cumplir 18 años se quiere rebelar de todas las ataduras familiares y escolares, contado con lenguaje crudo, el entrevistado expresa: Siempre quise escribir una novela que abarcara a una generación de jóvenes. En este caso es de los años 90 del siglo pasado. Pero, de repente, como ha sucedido con otras novelas, se da el pretexto para escribir toda esa historia, porque uno tiene muchas anécdotas que vive, que oye, que lee, pero realmente el chiste es encontrar el mínimo pretexto para que todo ese caudal de recuerdos y vivencias se suelten.

Su arraigo en la colonia Arenal desde 1980, definitivamente me ha marcado, reconoce González Montes, quien en Veracruz quería escribir cuento rupestre. Avecinado, luego, en la colonia Clavería –hasta cierto punto de clase media baja–, era otra la forma de convivencia entre los chavos; entonces, quería hacer más bien literatura urbana, como los personajes de José Agustín, que se divierten, se van a Cuernavaca, a los antros y todo eso.

En el caso de El ritual de la banda me he desarrollado ya en mi segunda juventud, se puede decir, en colonias populares. Entonces, mi alimentación constante es ese trato directo con los jóvenes, lo que oye uno en el microbús, con los hijos y lo que estoy viviendo.

Aparte del lenguaje, la escritura de González Montes también se caracteriza por el humor, del que no se puede deslindar: “Es inherente a mi narrativa. Siempre veo mis cuentos desde el punto de vista fársico. Y, si en algún momento quería escribir cosas serias, ya después llegó un momento en que dije: ‘bueno, mejor asumir esa parte mía de que todo lo veo desde el punto de vista sarcástico’. Y así sale mi narrativa, desprejuiciada, siempre burlándome de los convencionalismos. Aunque mi apariencia diga otra cosa, mis personajes siempre me desmienten”.

Priscila, la protagonista rebelde de El ritual de la banda, es una especie de alter ego del autor, pero cuya actitud radical no va más allá de eso. Atenta contra su propio cuerpo, al meterse drogas, alcohol y andar en la juerga; por eso forma una banda de música con los cuates. Aunque a Priscila lo que menos le gusta es estudiar música, quiere valerse de eso para ser una gran estrella, como Janis Joplin, quien dice rencarnó en ella por lo locochona que es.

Aunque el libro lleva subtítulo, el también cuentista, más que reflejar las andanzas de una joven, quiso hacer una radiografía de una época. Respecto de si hay mensaje, contesta que cualquier terapeuta diría que lo que menos quieren oír los jóvenes son consejos. De allí que quisiera hacer un libro que fuera totalmente antiayuda, contrario a esos libros de autoayuda que les llaman.