Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de julio de 2011 Num: 852

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La cultura crítica y la izquierda
Jaimeduardo García
entrevista con Tony Wood

Breve repaso de lo bailado
Carlos Martín Briceño

Fragmentos de mi autobiografía
Mark Twain

Mis experiencias con los doctores
Mark Twain

Twain, el humorista de hierro
Ricardo Guzmán Wolffer

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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ABEJAS MUSAS

RICARDO VENEGAS


La abeja de Perséfone,
(colección, varios autores),
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
México, 2009-2011.

Cientos de colecciones se editan en Latinoamérica cada año para edificar bibliotecas sugerentes, algunas con más, otras con menos fortuna para llegar a su destinatario: compendiar lo mejor de cierta literatura. La abeja de Perséfone, colección dirigida por el poeta Víctor Toledo en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (buap) establece su sincronicidad en la figura de la abeja. “La abeja es la mensajera de las musas, aquellas hijas de Zeus (el dios del rayo de la vida) y de Mnemosine (la diosa de la Memoria, memoria mayor, colectiva, del ser, de la tribu), traídas al mundo para, con su canto, danza y reflexión, culminar la creación del mundo por los dioses.” La abeja misma puede ser una musa y en esa encomienda de darse a los demás aparece esta colección, con títulos como 88 Haikús, de Arturo González Cosío; en el prólogo magistral del volumen, escrito por Verónica Volkow, se dice sobre el autor: “Hay en él una total entrega a la búsqueda de su particular sabiduría”, vale la pena mostrar un botón, este breve destello: “Último otoño/ sobre desnudas ramas,/ queda el viento.” Y si lo que se busca en el poema es música, un libro ejemplar es Schabat, de David Rosenmann-Taub, poeta vanguardista de Chile considerado hoy como un “mito viviente”, Nadia Borislova afirma que la poesía del autor “es un Cantizal porque sus poemas no deben ser cantados sino en voz alta, entonados con voz interior y además con un ritmo determinado”, argumento que en las páginas interiores del libro se va acentuando: “Es un claro de luna desmoronado, ciego,/ que lóbregos estambres enarbola; es un claro/ de luna en la pared del comedor, y avanza,/ por garras de candor, las alas a la rastra.” Jorge Márquez con Asir y atar entrega una poesía ceñida al misterio, origen de toda poesía. Recinto de espejos, su poesía privilegia la paradoja y la antítesis, por ello Márquez no duda al lanzar auténticos dardos al lector desprevenido: “Las palabras dudan/ De que más allá de ellas/ Exista el mundo.” Con la neoantología (antología inédita) de Bacantes, de Elsa Cross, esta colección se viste de gala con la obra de una de las poetas mexicanas de mayor valía en la lírica nacional. En el género de ensayo acusamos de recibidos varios títulos: Sincronicidad y arte mesoamericano, de Iliana Godoy, enarbola la premisa de que las sincronicidades son acontecimientos que coinciden en el tiempo y en el espacio sin una causa aparente que los relacione entre sí, de ahí que (con esta teoría) se concentre innovadoramente en los conceptos del arte mesoamericano, especialmente de la arquitectura, en los cuales desglosa algunas claves del caminar de la humanidad.

En el mismo ejercicio encontramos El oro de los siglos, de José Javier Villarreal, ensayos que abarcan su experiencia como lector de poesía, el poema y el poeta confrontados en la experiencia literaria de diversos autores; Villarreal llega a ciertas conclusiones con sus lecturas: “El poema inventa la verdad; no la copia.” 

Por su parte, Verónica Volkow ofrece en Camino de vida una rigurosa crítica sobre diversos autores, corte de caja de la poesía mexicana, nos deja ver sus presupuestos actuales. La revisión de algunos poetas de Contemporáneos (Villaurrutia, Cuesta, Pellicer…) desemboca en otro gran poeta: Octavio Paz, iniciado hijo del “grupo sin grupo”, de quien desglosa algunas ideas como la del principio de la modernidad en el Romanticismo, la tradición de la ruptura y el surrealismo como última vanguardia; Volkow afirma: “El poema tiene la virtud de ser ya para siempre presente y de esa manera escapar a la muerte del tiempo histórico”, y razón le asiste si se advierte que seguimos leyendo a Paz en su ausencia.

De poeta y ensayista son los textos con los que participa Víctor Toledo con el volumen Des-varíos, tanto las Almas muertas, de Gogol, son visitadas, como la obra del cubano Roberto Fernández Retamar y la vida y los poemas de José Lezama Lima, reunión miscelánea que hace honor a su título (qué es ensayar sino diversificar, agrandar el universo). “Donde hay abejas brilla la miel del tigre”, testifica certera la solapa de la colección, como la flecha del arquero zen que da en el blanco.

Otros títulos ya imprescindibles de la colección son: Consejos del ciclón (antología mínima de poesía), de José Lezama Lima, y El clasicismo en la poesía mexicana (una indagación), de Pedro Ángel Palou.

  


CASI FUERA DEL JUEGO

RICARDO YÁÑEZ


Pez en el cielo,
Lalo Quimixto Chacala,
La Chintola y La Zonámbula,
México, 2010.

Se puede hablar de él como de una leyenda, acaso local, aunque dos puntas tiene el camino: Guadalajara y Puerto Vallarta. Ignoro si se llama Eduardo. Sé que no se apellida Quimixto ni Chacala. Eso desde luego no es criticable, pero así como el nombre de Mario Santiago (otro seudónimo, entiendo) no necesita en absoluto el Papasquiaro (posiblemente por escrito se use; en la conversación difícilmente sale), el Chacala, que antes Lalo no tenía, no parece del todo convincente: Lalo Quimixto hace unidad, con el agregado un tanto como que se quiebra. ¿Asunto personal? Qué duda cabe, pero literario no menos. Con alguna no tan obsesiva frecuencia me pregunto qué hubiera pasado con Gabriela Mistral, con Pablo Neruda, si no hubieran optado por rebautizarse; tampoco, en sentido contrario, me imagino a Mercedes Sosa con el nombre de batalla que se impuso o le impusieron durante algún no largo tiempo: Gloria No Sé Qué. Pero volvamos a lo de la leyenda. Un tanto actor, un tanto juglar, un tanto (así se autodenominan ciertos decidores histriónicos de sus propios textos) chorero, en Lalo Quimixto hay ante todo autenticidad, una autenticidad, me dicen, a toda prueba. Y quienes como persona, como persona creativa y creadora, no sólo como amistad, lo estiman, lo tienen por (y supongo que lo tratarán como) alguien mítico. Su palabra, fuerte sin demasiados afanes formales, no desde el punto de vista métrico, estrófico, acentual (porque veamos, sin verlo como en el libro, el poema siguiente, donde habrá que imaginar cómo –excepto la primera– cada frase prepositiva que comienza con a o con al va sangrada: “A don Lupe/ lo seguían los perros/ a los perros/ los seguía el hambre/ al hambre/ la seguía el dinero/ al dinero/ lo seguía el trabajo/ al trabajo/ lo seguía el ejemplo/ al ejemplo/ lo seguía el respeto/ al respeto/ lo seguía el cariño/ al cariño/ lo seguía don Lupe/ a don Lupe/ lo seguían los perros”, en el cual comoquiera la tradición se filtra). Poesía callejera, rebelde, a ratos juguetona (según acabamos de ver), con frecuencia dolida y doliente (imposible citar completo el poema final, “Hija”, que en mi percepción debiera terminar poquillo antes de donde termina; pongamos, con perdón del autor, esperemos, y de sus fans, que como apuntamos los tiene, un breve fragmento): “tu papá/ es una página/ donde se escriben/ todas las historias// ahora mismo/ se encuentra/ a la vuelta de la esquina/ cerca de ti/ en tu sangre// y sin embargo/ está tan lejos de tus ojos)”. Advierto de paso que tampoco a este texto, dado el espacio de que disponemos, se le hace aquí justicia tipográfica. Hablando de ello, el espacio se acaba. Pongamos unos cuantos versos más: “Nací agua/ desde niño/ y lo soñé todo [...] Era la primera vez/ y lo soñé todo.” Otro, por breve, tal cual (faltarán únicamente algunas sangrías): “Soy inocente/ porque no sé cómo me llamo/ y culpable/ porque sabiendo a dónde ir/ no me muevo.” Desde luego que quedan ganas de seguirle, pero usted, lector amablemente interesado, puede acudir a Youtube y encontrar algunas presentaciones (¿podríamos llamarles de poesía escénica) de este hombre tapatío de poquitito más de cincuenta años.



Jaime Humberto Hermosillo a través del espejo digital,
Arturo Villaseñor,
Cineteca Nacional/Conaculta,
México, 2011.

Complicidad es la palabra que mejor define la naturaleza del vínculo entre el autor de este libro y el personaje que lo ha motivado; complicidad creativa, conceptual y laboral, ya que Villaseñor ha desempeñado labores de asesoría, escritura de guión y otras, en colaboración con el autor de El misterio de los almendros, El malogrado amor de Sebastián y exxxorcismos, por citar sólo un trío de los filmes más recientes de Hermosillo, realizados precisamente en formato digital. Corrobora lo anterior el hecho de que no es éste el primer libro de Villaseñor dedicado/motivado por el cineasta tapatío, pues antes ya había dado a la prensa otro titulado Jaime Humberto Hermosillo en el país de las apariencias.



Luis Cernuda. Años de exilio (1938-1963),
Antonio Rivero Taravillo,
Tusquets Editores,
México, 2011.

Con este volumen se complementa la biografía que comienza con Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), merecedora del vigésimo y español Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias. Como todo buen ensayo biográfico, éste que ha compuesto Rivero Taravillo trasciende con mucho el mero recuento cronológico-vital del personaje abordado, para erigirse en un fresco de horizontes bastante más amplios. En el caso que ocupa estas líneas, la mirada del autor se extiende a la situación cultural, política y económica de los muchos sitios en los que Cernuda vivió su muy prolongado exilio, entre los que se cuentan Inglaterra, Estados Unidos, Cuba y, por supuesto, México. Como en el volumen que antecede y complementa este robusto corpus biográfico, el autor ofrece un índice onomástico y una bibliografía ad hoc para todo aquel interesado en abundar, por su propia cuenta, en el estudio de Cernuda, su vida y su obra.