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El MAM exhibe ¿Neomexicanismos?: ficciones identitarias en el México de los 80

Sesenta artistas reflejan el espíritu de su época con el dedo en la llaga y sin clichés

Para los creadores, la década de 1980 fue momento de revisitar lo propio, en tanto la globalidad buscaba crear un mundo más integral”, explicó la curadora Josefa Ortega

 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de junio de 2011, p. 6

Por primera vez la década de la crisis, que coincidió con el final del sexenio de José López Portillo, es revisada mediante la exposición ¿Neomexicanismos?: ficciones identitarias en el México de los 80, que se exhibe en el Museo de Arte Moderno (MAM).

Con la curaduría de Josefa Ortega, la muestra reúne 150 obras de más de 60 artistas, provenientes sobre todo de colecciones privadas, en particular de Monterrey.

El periodo también abarca el comienzo del gobierno de Miguel de la Madrid, el terremoto del 85, el fraude electoral de 1988, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de la mano de Carlos Salinas de Gortari y la caída del Muro de Berlín.

Una década de transición y de cambio, del encontrarse de pronto encerrado entre la pared del, desde hacía tiempo, régimen autoritario priísta, y la espada del optimista e irresponsable ingreso al neoliberalismo mundial y sus afanes homogeneizadores.

Y los artistas, como casi siempre, con toda la intención o sin ella, se pusieron a reflejar su tiempo, generalmente desde la lente de una revisión y/o subversión de lo mexicano y lo nacional.

El resultado: una generosa y creativa etapa para el país, conocida como neomexicanismo, todavía poco estudiada y muchas veces sólo vista en su éxito comercial en el mercado del arte nacional e internacional.

La práctica artística de los 80 no puede ser encasillada dentro del cliché o de una lectura acrítica de lo que promovía el Estado, sino todo lo contrario, dice Ortega durante un recorrido por la exposición.

Se trata de reconocer, agrega, que ese espíritu de la época y esos pintores, como Julio Galán, Javier de la Garza, Dulce María Núñez, Nahum B. Zenil y varios más, tenían una lectura mucho más crítica y ponían el dedo en la llaga, con sentido del humor o no, en el México que para ellos fue contemporáneo.

“No estábamos entrando al tren del progreso, como prometió el salinismo, sino todo lo contrario. Era momento de una crisis de identidad política, social, económica, de muchos cruces a nivel cultural, del rock mexicano, de Los Caifanes, La Maldita Vecindad, Botellita de Jerez.

Momento de recuperación y de mezclas, de revisitar lo mexicano, en el que la globalidad buscaba crear un mundo más integral, mientras los artistas trataban de recuperar lo propio. La exposición busca reconocer a esta generación, que había estado en el olvido, no sólo en un sentido estético y formal, sino también político.

La exposición se divide en cinco núcleos: Gestoría de pertenencia: fuentes y antecedentes; Relicarios y guadalupanismo; Frida y yo; La patria reapropiada, y El cuerpo: sus sexos y sus géneros.

Durante el recorrido y luego de un repaso por los antecedentes, con la gráfica de los 50, Toledo, Gironella, Jorge Hernández, lo prehispánico, lo indígena, lo chicano, Josefa Ortega aborda el núcleo del mito fundacional del culto guadalupano, con obras de Enrique Guzmán, Rolando de la Rosa, Georgina Quintana, Germán Venegas, Eloy Tarcisio y otros.

En el núcleo de las referencias a Frida Kahlo, pionera en la reinterpretación de la cultura popular, el uso del cuerpo como espacio artístico y político, y la recreación del autorretrato, la curadora comenta obras de creadores como Zenil, Mónica Castillo y Sylvia Ordóñez.

Mientras en el núcleo de lo patriótico destacan nombres como Francisco Toledo, Gerardo Suter, Adolfo Riestra, Rubén Ortiz Torres, Javier de la Garza y Adolfo Patiño, en el del cuerpo sobresalen creadores como Julio Galán, Rocío Maldonado o Carlos Arias.

Sin constituir propiamente un movimiento, pues se trata de lenguajes disímiles y muchas veces confrontados, la generación de los 80 abrió el espacio al arte contemporáneo que vino en los 90, comenta.

Al final del recorrido Josefa Ortega muestra un espacio circular para consulta, con algunos libros, recortes de prensa y, en la pared, una cronología de 1977 a 1999, para ubicar mejor al llamado neomexicanismo.