Diez años de minificción
Esta es una muestra diminuta de los primeros diez años de trabajo del Taller de Minificciones (www.ficticia.com) extraída de entre un estimado de 2 mil minificciones recibidas anualmente y que son analizadas una a una, por decenas de talleristas desde varios países de América y Europa. Los autores son arquetipo de un número incierto de participantes de este sui generis taller literario. Todos amantes de la lectura y escritura de estos textos: breves, intensos, elípticos, poéticos y de singular belleza. Alfonso Pedraza, médico cirujano, quien diseñó, creó y coordinó el taller, emitió la convocatoria inicial el 1 de julio de 2001 en el espacio La marina de ficticia. Hasta ahora han dictaminado los concursos un centenar de creadores y estudiosos del género literario más propicio de internet: la minificción. Actualmente y desde hace cinco años, es dirigido por Ricardo Robles Cruz. Participa.
Entra a www.arcaficticia.com donde se publica la historia de nuestro mundo virtual.
Ricardo Robles Cruz. (México.)
Imaginantes
Cada noche se reunían con la encomienda de fantasear a todo vapor. Por turnos elucubraban sin límites. En cada sesión nombraban un ganador, el premio consistía en el reconocimiento de los correligionarios y la publicación en internet de la fantasía triunfadora.
Entre las mejores creaciones se encontraban la de un antiparaguas gigante que recogía el agua de lluvia para evitar que se fuera por el drenaje, y un sitio de canje donde los hijos podían cambiar a sus padres –y los padres a los hijos– por otros que se adaptaran mejor a sus expectativas. Pero el que se llevó los honores fue un socio que, cual mago de utopía, desapareció el club de la fantasía, al colocar su bola de Napalpí sobre la mesa e invocar las palabras mágicas e imaginarlos a todos ellos inexistentes.
Esa fue la última sesión del grupo. No se les volvió a ver.
Jorge Oropeza. (México.)
Después del Necronomicón
Sólo cuando terminó de leer el Necronomicón, aquel libro sobre demonios más antiguos que el recuerdo de los hombres, comprendió los sueños de horror que lo perseguían siempre. También comprendió el porqué de las manchas de sangre y sus ropas desgarradas en las mañanas, y esa sonrisa demoníaca que el espejo le devolvía todos los días.
Dios.com
El mundo recibió con desconfianza el portal en internet que anunciaba ser creado y atendido por el mismísimo Todopoderoso. Sin embargo, conforme los milagros fueron conociéndose, la gente sintió tocadas las fibras más íntimas de su ser y una nueva ola de fe nació. Sonriente, el demonio respondía todos los mensajes que llegaban hasta el portal; por fin había logrado revivir la vieja quimera de que Dios existía.
Lucía Díaz. (Actriz y minificcionista argentina.)
Pubescencia
Ilustraciones de Huidobro |
Me fuiste deshojando con tus dedos rugosos y te obsequié mi primer néctar. Hoy no guardo penas ni reproches, sólo el recuerdo del espasmo desconocido y la inquietud inocente de la caricia nueva.
Instante frutado
Moda primavera verano era el anuncio de la portada del magazín que la adolescente hojeaba sobre la barra, mientras sorbía su helado de cucurucho. Con la falda desplegada sobre el taburete, cruzaba sus piernas que seguramente crecían al compás de un estío lento y perezoso, como la lengua rozando el copete de vainilla y limón. Agridulce fue el estremecimiento del cincuentón al contemplar la escena a través de la vidriera.
Sumisión
–¡Desnúdate! –ordenó el hombre. La mujer se quitó con lentitud la ropa, luego la piel.
Fernando C. Pérez Cárdenas. (México.)
Profeta del vacío
El autor de estas líneas se ha ido. Ni siquiera se despidió. No es a mí a quien leen porque yo soy nadie. Tampoco escuchan al que transcribe porque él no tuvo conciencia de sus actos; fue tan sólo el involuntario vocero de algo, o alguien, que se esconde más allá de nuestra comprensión. El autor de estas líneas vino e intentó razonar. Imaginar. Y, como tanta gente, al final aportó nada. Por eso se fue.
Cátedra
El profesor llegó al auditorio aún vacío para exponer su disertación acerca de la inexistencia del tiempo. Así fue que esperó.
Y esperó.
Kennedy
Cuando resucitó, la Revolución todavía estaba ahí.
Arrepentido
Para expiar mis culpas dejé de pensar en la mujer ajena. El padre Rodolfo opina que también debería apartarme de ella.
Miriam Chepsy. (Argentina.)
Encuentro
Camina con sigilo entre los árboles enfundado en su camaleónico traje, a esa hora en que la sombra no puede delatar sus pasos. De pronto ve venir de frente a otro soldado. Es distinta su chaqueta, su gorra, el arma que lleva lista para ser usada.
Lo mira fijamente. Cree ver sus piernas temblando. En su cara lee sus mismos sentimientos encontrados. Descubre igual miedo y determinación, igual odio e inconfesables deseos de estrechar su mano.
Unos segundos después suenan al unísono los dos disparos.
Quiebran el silencio, truncan el diálogo.
Rubén García G. (México.)
¡Cómo olvidarla!
Después de bañarnos me subía las piernas sobre su regazo, con habilidad masajeaba mis plantas y cortaba mis uñas, luego retozábamos hasta la media noche.
Un día, furiosa me gritó diciendo que la engañaba y blandió el machete. La desarmé. Sucio de ira, de un golpe le cercené la cabeza. Me di a la fuga y ando a salto de mata. Tengo los dedos hinchados y el dolor se abre cuando tropiezo. ¡Nadie como ella! Tenía mano de santa para restaurar mis pies.
El gen
Sintió la presencia de otro ser similar y aprovechando una contracción puso el cordón alrededor de su cuello. Después de la cesárea, sólo uno de los gemelos lloró.
Disciplina
La implacable maestra decía al alumno –que estaba a punto de llorar– escribirás cien veces: “El ave canta aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas.”
–No puedo–, gimoteaba el correcaminos.
Marcial Fernández (México.)
Génesis
Uno no inventa a sus personajes; los personajes lo inventan a Uno: Dios.
Amélie Olaiz. (Guanajuato, México.)
Diabluras
Se enrolló sobre sí mismo para rodar hacia ellos. Al chocar, los ángeles volaron por el espacio con sus alas blancas imperturbables. Todos terminaron despedazados en el suelo.
Matacus, el orgulloso armadillo, se desenroscó para disfrutar el festejo de los niños.
–¡Chuza! –gritaban los pequeñines frente al nacimiento hecho trizas.
José Luis Sandín García. (Hermosillo, Sonora.)
El científico creador
Paladeaba el último trago de ron cuando su artefacto implotó: la casa fue absorbida en un instante, la ciudad en un segundo, la tierra en no más de un minuto; el universo en seis días. De acuerdo con lo predicho, al final del séptimo, se produjo el Big Bang.
Sopita de letras
El secreto de su éxito literario era leer historias en su plato, humeantes, bien calientitas.
Letrario
El viento mecía sus cuentas formando palabras, y el pueblo entero vivía del falso fantasma.
Fumar mata
Desde que leyó la advertencia, su técnica se ha afinado: no más de un cigarrillo por víctima.
Laura Elisa Vizcaíno Mosqueda. (México.)
Cobardía
A pesar de haber muerto hace siete años mi abuelita apareció en una reunión familiar. Todos la recibimos con gusto y, como un acuerdo implícito, nadie mencionó su condición de muerta, para no molestarla.
La velada transcurrió cómodamente, pero, al despedirnos, ninguno de nosotros se ofreció a llevarla.
Encogimiento
Este es un vampiro tan tímido, que en vez de morder en el cuello muerde en la entrepierna. Las mujeres con instinto maternal suelen consentirlo.
Siempre astuta
Si la minificción fuera un personaje, así como la Catrina es la muerte, sería un poco coja para que el hablador cayera más rápido.
Joseph M. Nuévalos. (España.)
Secretos de alcoba
Entró en la habitación pensando que iba a ser la mujer de su vida. Saltó de la cama sabiendo que jamás olvidaría aquello y que se llamaba Manolo.
Final de trayecto
La nave dibujó una parábola y descendió lentamente hasta aterrizar, entre risas y algún grito, sobre la cocorota de don Ramiro, el profesor de latín que dormitaba por la Segunda Guerra Púnica de Aníbal y las Geórgicas,de Virgilio.
Maldije el rubor de mis mejillas cuando, agarrado a mis orejas, me obligó a planear como avión por la clase.
La miré a ella, y allí concluyó mi infancia.
Relaciones íntimas
Los detalles sobre mis preferencias durante nuestras relaciones sexuales, espero que sigan siendo un secreto entre nosotros diez.
Gilberto Marti Lelis Sánchez. (México.)
Sísifo
Desde la segunda vez que bajó la cuesta, notó que la roca soltaba fragmentos al rodar…
Sería cuestión de paciencia y de seguir fingiendo gran dolor…
Viñeta de primavera
Abandonados a la corriente, sortearon escollos y remolinos; mantuvieron las velas al aire con un gesto desafiante; cabecearon a babor y estribor estando varias veces a punto del naufragio. El torrente los condujo a la desembocadura, al golfo negro de pavimento. Ahí, entre irisadas manchas de aceite y basura, salieron los dos del ensueño: ya entregados al peso enorme de sus cuerpos, saturados ya de agua turbia, se dejaron hundir dócilmente en el charco.
Rosa Delia Guerrero. (México.)
Habitación disponible
Durante la temporada de lluvias todo se precipita. Las goteras surgen de forma espontánea, igual que el agujero que apareció, justo arriba de mi cama. Ha ido tomando nuevas dimensiones. Incluso sin que llueva es necesario que ponga mi taza, después de tomar café, para que contenga el líquido incoloro. A través del orificio escucho los pasos, el timbre del teléfono y unas voces. El catálogo de ruidos se filtra a través del hoyo negro por el que escurre la vida de los otros inquilinos. Ayer comenzaron por caer: un gato de angora blanco, rosas de color rojo, un avión hecho de papel, un lápiz y el oso de peluche con moño azul que puse sobre la repisa. La pierna derecha de Raúl, mi vecino, asomó en el último instante. Ahora duerme bajo mis sábanas. Mientras, durante mi insomnio, imagino al vacío.
Elizabeth Pérez. (México.)
Vacaciones
Por fin, la última función antes de alejarse unos días del circo. Está emocionado: irá a conocer el Kilauea y los otros volcanes de Hawaii. Quitándose el disfraz de tragafuegos, el cansado dragón bosteza mientras estira las alas.
Juegos divinos
Corre a resguardar de la llovizna la ropa casi seca. Ve que cesa la lluvia y vuelve a tenderla. De nuevo empieza a caer el agua; a recoger. Desiste a la tercera vez y deja que se empape.
Por un agujero entre las nubes, los dioses llevan la puntuación: a ver quién atina más gotas a la camisa roja.
Eréndira Herrera. (México.)
Entre nubes verdes
Ayer que hablaba con el general Napoleón Bonaparte, Albert Einstein irrumpió hecho una furia; en sus manos blandía un cúmulo de hojas con los cálculos que habíamos estado haciendo las últimas semanas, no cuadraban las fórmulas. Huí de allí, para refugiarme con Pancho Villa, pero recordé que estaba comprometido con él para acompañarlo en la toma de Zacatecas. Por todo esto, prometo no fumar más marihuana... ¡Ahora vuelvo, voy por cigarros!, de tabaco, claro.
Infidencias
–¡Mamá, tienes que ayudarme!
–¡Cálmate!, ¿qué te pasa?
–¡Papá se metió de nuevo en nuestra habitación y forcejeó con Ana hasta vencerla.
Quiere hacer lo mismo conmigo ¡Protégeme, necesito que me ayudes! ¡Por favor! ¡No quiero volver a verlo!
–Fácil, ¡te vas!, él se queda.
Carlos De Bella. (Argentina.)
Nada es perfecto
Visto la cantidad de gérmenes, microbios, bacterias, virus y otras lindezas que lo asolaban, la Sociedad de las Naciones decidió fumigar el planeta con el último recurso de la química. Fue un éxito. También desaparecieron otros seres vivos: hombres, animales, peces y plantas. En fin, efecto colateral. Sólo sobrevivieron por ser inmunes las cucarachas y los políticos.
Confusión
Al gato de Cheshire le desapareció su eterna sonrisa en el momento que lo confundieron con una hiena.
Richard Densmore. (México.)
Dulces sueños
–¿Ya lo ves hijo? No hay nada –dijo el padre levantándose–. Te lo dije, ahora a dormir.
Así el pequeño, tras convencerse de que no había niños acechando bajo su cama, cerró sus tres ojitos y se quedó dormido.
Consejo
Se lo digo sinceramente, nunca vayan a un circo en plan de conquista. Mi columna no ha vuelto a ser la misma luego de esa noche con la contorsionista.
Según Eva
“Hágase la humanidad, dijo; y aparecieron el hombre y la mujer. Luego dijo: “Háganse sus facultades para que conquisten al mundo”, y ella se volvió inteligente y él... se volvió futbolista.
Paola Daniela Cescon. (Argentina.)
Ferpecto
Esta vez la vieja inaguantable grita:
–¡Nenaaaa, vení ya, no encuentro el aparatito para apagar! ¡Urgente, sacá esto que mi corazón enfermo no soporta semejante aberración! ¡Degenerados!
Tardo varios minutos antes de asomar. Mi suegra, postrada hace años, parece tener al mismísimo demonio en el cuerpo. Veo cómo convulsiona notoriamente agitada. Su trance se debe a lo que está viendo en pantalla: El graduado.
Mañana la tentativa será terminal. Cuando, siguiendo con mi diaria rutina, vaya a hacer las compras, escondo el control remoto y le doy play a la película que ya mismo salgo a alquilar: La naranja mecánica.
Áurea Martínez Hernández. (México.)
Gaviota
En vano esperó esa noche. Las manos de él no recorrieron su cuerpo, ni su llanto fue consolado.
Al siguiente día, al abrir los ojos, sintió una gran necesidad de escribir. Se acercó a la máquina que siempre le esperaba. De pronto observó que sus manos y sus brazos se habían convertido en largas y oscuras alas, sus dedos en plumas. Voló y salió con rumbo incierto.
Hoy, sigue posada en aquel malecón, esperando convertirse nuevamente en mujer y escribir sobre el desamor de los hombres.
Eternidad
Pobre diablo condenado a un infierno. Vive sin vivir, muere sin morir. Como venganza, en sus ratos de ocio convierte a la tierra en un infierno y al infierno en tierra santa.
Rafael García Z. (Colombia.)
Lección aprendida
Siglos después de su destrucción total, la Tierra es nuevamente creada en una apacible galaxia situada a millones de años luz de su antiguo sistema solar... esta vez sin seres humanos, gracias a Dios.
Oro, tierra y alma
Tras la primera ola llegaron los conquistadores; tras la segunda, los colonizadores; tras la tercera, los evangelizadores.
Tras la cuarta ola no llegó nadie... ya nos habían quitado todo.
El primer viaje de Verne
El joven aborda el barco de papel, suelta las amarras, iza la pluma y parte rumbo al otro lado del mar, en donde, intuye, está la Fantasía.
La creación
Miguel Ángel termina la obra y agradece a los modelos su paciencia infinita. El más joven se viste, hace una venia y sale de la capilla; el otro, simplemente, se desvanece en el aire.
José Manuel Dorrego Sáenz. (España.)
La llamada
Una vez más, aquella noche no había podido pegar ojo. Como tantas veces, cada vez que apagaba la luz surgían de la oscuridad aquellas malditas voces de niñas cantando a coro la tabla de multiplicar. Se levantó pálido, con los pelos revueltos y el canesú rosa empapado en sudor. Arrastrando torpemente sus zapatillas a cuadros de felpa, se dirigió al salón, levantó el teléfono, pulsó un par de teclas y ordenó invadir Irak.
Carmen Simón. (México.)
De natura
Mamar es un instinto primitivo.
Limpiarse la boca con el brazo, después de engullir a su madre, también.
Muerte súbita
El delantero argentino decidió el partido al disparar su potente zurdazo.
Luego se desplomó.
Desde lo alto se alcanzó a escuchar al coro celeste: ¡goooool!
Habitud
Se levanta, se lava, se perfuma y viste con la mejor túnica, para la Resurrección de los domingos.
Gabriel Bevilaqua. (Argentina.)
Sin retiro
Cuando la joven, bella y arrepentida prostituta cruzó las puertas del cielo, creyó que había sido absuelta de sus pecados. Ignoraba que en verdad la requerían, clandestinamente, por su oficio.
Despertares
Desperté en una embarcación. La adusta mirada de los pasajeros y el porte del barquero me revelaron, tempranamente, que estábamos navegando por las aguas del Estigia. Se me oprimió el corazón. De súbito, una mujer –que me recordó a mi madre– posó sus manos sobre mi cabeza y con una voz dulcísima me dijo: “Vuelve a la costa, pajarillo.”
Esta mañana, al restregarme los ojos, algunas plumas persisten entre mis dedos.
Elisa de Armas. (Sevilla, España.)
Declaración
A mí me gusta ser Wendy, Cenicienta o Blancanieves; mi mamá unas veces es el hada madrina y otras la madrastra, yo las quiero a las dos igual. Cuando viene ese señor a jugar con ella a Caperucita y el lobo, me mandan a mi cuarto. Ser la Bella Durmiente es un rollo, por eso tuve que hacer de cazador. La escopeta era del abuelo. Ya se lo he contado mil veces, ¿cuándo me van a dejar irme con mi mami?
Espíritu navideño
Evita las calles comerciales en cuanto empiezan a alumbrarse con luces de colores, apaga la radio que tanta compañía le hace y arranca de un tirón las hojas del calendario. Es inútil, el árbol le crece por dentro. No lo engalanan ni cintas ni bolas, sino esos huecos viscosos que deja la ausencia.
José Manuel Ortiz Soto. (Jerécuaro, Guanajuato)
Polvo
Mientras su cuerpo se resquebrajaba entre mis manos, era tarde para sopesar los riesgos de amar a una mujer de barro.
In memoriam
Sin el último caballero andante rondando por ahí, los molinos de viento dejaron de esconderse tras su tierna apariencia de gigantes.
Apocalipsis, según Sigmund Freud
Pasado el arrebato, Dios se refugió en el silencio de la eternidad.
Patricia Nasello. (Argentina.)
Injusticia
El juicio final no trajo alivio: vivir un día eterno sin que nada lo perturbe es agobiante y, para colmo, del cielo no hay salida.
Piscis
La Creadora amasa energía de la que surge una pececita. Quita una escama a su criatura para proporcionarle a cambio un compañero apropiado. Luego, sabiéndolos capaces de crear infinitos, bellos, misteriosos universos a partir de sus huevas fecundadas, deja libre a la pareja primordial en la calma noche del vacío.
Interpretación
Me culpa por su ceguera y quiere matarme.
Descubrí el resentimiento y las intenciones que ocultaba ese ojo inútil porque el otro, que está sano, me permitió observarlo frente al espejo.
Alfonso Pedraza. (México.)
Sexo sentido
Supe que estabas allí. Ningún ruido, destello o movimiento me guiaron. Aun en la obscuridad, seguí el camino correcto y te hice mía, frágil mariposilla. Benditas sean las feromonas.
Clásico
Teje, desteje. Penélope es otra desde aquel “ahora vuelvo, voy por cigarros”.
Después del certero disparo al corazón
Al ver cómo me elevaba con lentitud sobre las copas de los árboles, las aves, las nubes, me pregunté: la llegada al cielo ¿no era automática?
Disyuntiva
Cuando llego a casa observo si las ventanas me sonríen. En tal caso entro sin recelo. Si las baldosas, limpias de toda suciedad, me invitan a chirriar las suelas por su tersa faceta, continúo. Si acaso al entrar al dormitorio me encuentro a mí mismo postrado y ni por un momento intuyo mi presencia, despierto o vuelvo más tarde.
Eutanasia para mi cuento
Fin.
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