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Cambio climático, pérdida de hábitat, clamidia y hasta perros amenazan la especie

El koala, animal emblemático de Australia, lucha por sobrevivir

Quedan entre 50 y 100 mil en estado silvestre

Ponerlo en la lista de especies en peligro ayudaría a preservarlos, pero no está clasificado siquiera como vulnerable por el parlamento de ese país

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En días de sol sofocante, los koalas literalmente caen de los árbolesFoto tomada de Internet
The Independent
Periódico La Jornada
Sábado 28 de mayo de 2011, p. 2

Cada árbol del hule contiene un koala, o al menos eso dan por sentado la mayoría de los australianos. Pero la complacencia podría terminar con ese emblemático animal nativo, según científicos que desean añadirlo a la lista de especies en peligro.

Ya bajo presión por pérdida de hábitat y enfermedades, los koalas enfrentan ahora una nueva amenaza: el cambio climático. Tienen dificultades para lidiar con las sequías y las ondas cálidas que cada vez se volverán más comunes en el sur de Australia en los años por venir. Para empeorar las cosas, el aumento de bióxido de carbono en la atmósfera reduce el contenido de nutrientes de las hojas de eucalipto, su única fuente de alimento.

Científicos señalan que la población de koalas ha disminuido en gran número en algunas zonas, y advierten que, si no se toman medidas de conservación más enérgicas, la viabilidad de este mamífero podría estar en duda. Se supone que esta especie es común, pero se está deslizando hacia la destrucción bajo nuestras narices, comenta Christine Hosking, conservacionista de la naturaleza en la Universidad de Queensland.

Alguna vez fueron numerosos

Hosking, quien realiza una investigación para obtener un doctorado, relativa al impacto del cambio climático sobre el koala, fue una entre varios expertos que en fecha reciente aportaron evidencias a un comité del Parlamento australiano constituido para investigar la situación de este animal. Indicó que enlistarlo como especie en peligro sería el primer paso para desarrollar un plan nacional de acción dirigido a salvaguardar su futuro.

Los koalas son difíciles de ver en estado silvestre, porque se cuelgan en lo alto de los árboles del hule, camuflajeando su pelambre entre las ramas. Sin embargo, como habitan en un territorio muy extenso, que abarca gran parte del este de Australia, siempre se ha creído que son muy numerosos.

Aunque eso fue cierto alguna vez, puede que ya no lo sea. Los cálculos de población no se realizan a menudo, por la dificultad de contar a los animales, pero Clive McAlpine, ecologista del paisaje en la Universidad de Queensland, cree que no quedan más de entre 50 y 100 mil en estado salvaje. En algunas zonas, como la Costa de Oro de Queensland, el número se ha reducido hasta en 80 por ciento en los pasados 10 a 15 años. Otro experto en koalas, Bill Ellis, afirma que en lugares donde los investigadores solían encontrar entre 30 y 50 koalas por día hoy sólo avistan tres o cuatro.

El desmonte de selva en gran escala, para el desarrollo urbano, la industria y la agricultura, ha privado cada vez más al koala de buena parte de su hábitat tradicional.

En años recientes, la especie se ha visto afectada por la clamidia, que conduce a la infertilidad y en ocasiones a la muerte, y por un retrovirus similar al VIH, que causa graves infecciones además de, posiblemente, cáncer y leucemia.

Según el doctor McAlpine, algunos científicos creen que el retrovirus tiene el potencial de ser tan destructivo como la enfermedad de tumor facial que casi ha arrasado con el diablo de Tasmania.

Además, los koalas están expuestos a ser perseguidos o atacados por perros, al extenderse los desarrollos habitacionales. Ahora el cambio climático se agrega a las presiones: están mal equipados para hacer frente a las altas temperaturas; durante las ondas cálidas, sufren deshidratación y estrés por el calor.

Las condiciones de calor y sequedad también quitan humedad a las hojas de eucalipto, de las cuales obtienen la mayor parte del agua que consumen. En días de sol sofocante, los koalas caen literalmente de los árboles.

La investigación de Hosking muestra que las temperaturas de más de 37 grados centígrados les resultan intolerables. Arriba de ese nivel ya no pueden resistir, comenta. Así se demostró durante los incendios forestales que mataron a 173 personas en Victoria, hace dos años. Los fuegos fueron precedidos por temperaturas de más de 40 grados, y se veía a los koalas trepar hacia las piscinas en búsqueda desesperada de agua. Un bombero fue fotografiado dando de beber a uno con una botella de plástico.

El doctor McAlpine predijo que el cambio climático reducirá su hábitat aún más y los empujará hacia la costa oeste, densamente urbanizada. Pero allí no hay mucho campo para ellos, además de la amenaza de los perros y los automóviles, comenta.

Segundo rechazo

La decisión de incluirlos como especie en peligro corresponde al ministro federal de Sustentabilidad, Tony Burke, quien espera un informe del comité parlamentario. Sin embargo, un comité de expertos ya ha emitido una recomendación en contra: es la segunda vez que rechaza el llamado de los científicos. Por ahora el koala no está siquiera clasificado como vulnerable.

Ponerlo en la lista de especies en peligro facilitaría el trabajo de conservación, al proteger el hábitat existente y encontrar fondos para investigar una vacuna contra la clamidia. Si no hay más protección, los científicos temen por la especie. “Serán vez más escasos en estado natural, en densidades cada vez más bajas, hasta que las poblaciones se vuelvan inviables –advirtió el doctor McAlpine–. Eso es lo que nos preocupa.”

Un problema que enfrentan los científicos es que los koalas son aún bastante numerosos en ciertas zonas, lo cual dificulta imprimir un sentido de urgencia al debate. Sin embargo, en muchos de esos lugares las poblaciones tienen limitaciones genéticas y están plagados de enfermedades.

El doctor McAlpine sostiene: Hay muchas evidencias que apuntan la necesidad de actuar. No podemos permitirnos el lujo de esperar hasta que la población baje a 10 mil para hacer algo, porque entonces será demasiado tarde.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya