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Enrique Nalda y la arqueología del sur de Quintana Roo
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Enrique Nalda en el sitio arqueológico de Kohunlich, Quintana RooFoto Archivo personal Enrique Nalda
 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de abril de 2011, p. 5

Interesado en el estudio arqueológico de los fenómenos de desplome y caída en las sociedades mesoamericanas, Enrique Nalda llegó por primera vez a trabajar al sur de Quintana Roo a finales de los años 80, buscando un sitio relativamente tardío que pudiera documentar el llamado colapso del Clásico maya. Así llegó a Dzibanché, un asentamiento prehispánico del sur de Quintana Roo descubierto por Thomas Gann en 1927, en el que ese médico militar inglés había encontrado una celta de jade (pieza ceremonial que formaba parte del atavío de gobernantes y deidades mayas) con una de las inscripciones más tardías conocidas en la región maya: 909 dC. Con la idea de trabajar un sitio del Clásico terminal que diera luces sobre este periodo, en enero de 1987, Nalda presentó al Consejo de Arqueología un proyecto formal de investigación para iniciar excavaciones en el sitio.

En ese entonces, Nalda consideraba a Dzibanché un sitio fundamental para entender el tipo de relación existente entre el Petén y el norte de Yucatán, que permitiría apoyar la teoría de un repoblamiento después del abandono del área nuclear en el Petén. Entonces, veía a Dzibanché en la periferia de ese gran dominio, en un lugar donde podían interactuar los estilos arquitectónicos y donde existían condiciones para estudiar el grado de adaptación y aprovechamiento de los mayas al medio ambiente. En el proyecto presentado entonces, Nalda propuso el mapeo del sitio y la intervención de sus edificios principales, aunque de 1987 a 1992 sólo se excavó un conjunto habitacional y se realizó la primera etapa del mapeo de los sectores principales del asentamiento.

Desde las primeras temporadas, Nalda percibió que la monumentalidad de Dzibanché requería de un enorme esfuerzo y de muchos años de trabajo para entenderlo. Pero las condiciones para lograr los mayores avances en la investigación del sitio sólo se dieron a partir de 1992, cuando su propuesta fue incluida dentro de un grupo de proyectos especiales financiados por la Presidencia de la República; durante los casi dos años de trabajos ininterrumpidos llevados a cabo bajo la dirección en campo de Luz Evelia Campaña en el Conjunto Principal y de Javier López Camacho en el Conjunto Kinichná, se exploraron y pusieron en valor algunos de las edificaciones más monumentales del asentamiento, incluyendo los edificios I y II, así como las estructuras de la Plaza Gann, lo que permitió su apertura a la visita en 1994.

Estas primeras y extensas temporadas de trabajo se realizaron en condiciones muy difíciles, pues no existía un camino de acceso y, especialmente en la temporada de lluvias, era enormemente complicado el ingreso diario de los trabajadores y de los materiales necesarios para la intervención y restauración de los edificios. A pesar de ello, el enorme trabajo dirigido en campo por Campaña y López Camacho, y coordinado por Enrique Nalda, permitió realizar importantes avances en la comprensión de la historia arquitectónica del conjunto principal, incluyendo sus cuatro conjuntos principales (a los que inicialmente Enrique consideraba como sitios distintos): Grupo Principal (o Dzibanché), Tutil, Lamay y Kinichná, todos ellos unidos a través de sacbeob y formando en realidad una sola unidad urbana, por el hecho de que cada uno de estos grupos habría tenido funciones distintas.

En las temporadas de campo realizadas en años posteriores, Nalda desarrolló diversas líneas de investigación, que incluyeron la exploración de algunos contextos rurales en la periferia del sitio, para avanzar hipótesis sobre las estrategias agrícolas de los mayas del área, y el análisis de la posible función de los espacios arquitectónicos de este enorme asentamiento. Mención aparte merece su interés por el estudio epigráfico de los textos encontrados tanto en elementos pétreos como en cerámica del sitio, lo que le permitió, junto con los epigrafistas que le apoyaron, no sólo confirmar la presencia de Yuhkno’m Ch’e’n I como señor gobernante de Dzibanché, sino proponer la hipótesis de que esta ciudad y Calakmul compartieron una historia en común, cíclica y de altibajos, que habría iniciado con el dominio de Dzibanché y habría desembocado con el ascenso y victoria política de Calakmul. Hasta el último día, Nalda estuvo convencido que los orígenes de la célebre dinastía Kaan se encontraban en Dzibanché.

Paralelamente al inicio de las exploraciones en este enorme asentamiento, como parte de los proyectos especiales de arqueología, Nalda contempló la inclusión de otro sitio cercano, que por su tamaño menor inicialmente parecía periférico al dominio de esa gran ciudad; se trataba de Kohunlich, un asentamiento ubicado sobre un lomerío de corozos, que había sido parcialmente intervenido por Víctor Segovia entre las décadas de los 60 y los 70. En el contexto general del Proyecto Sur de Quintana Roo, Kohunlich era un componente menor, tanto, que en una de las primeras publicaciones relacionadas con el proyecto (Sur de Quintana Roo, escrita por Nalda, Campaña y López Camacho para un número especial de Arqueología Mexicana dedicado a los Proyectos Especiales de Arqueología), ni siquiera es mencionado.

Sin embargo, desde los primeros meses de trabajo en el sitio, Nalda y quien esto escribe, nos dimos cuenta que Kohunlich no podía ser entendido como el sitio del Clásico temprano (100 aC-600 dC) que había presentado Víctor Segovia en sus escasas publicaciones, sino que se trataba de un asentamiento cuyo mayor volumen constructivo había sido edificado entre el Clásico tardío y terminal (600-900 dC). También resultó muy evidente que el estilo arquitectónico, la traza y el arreglo general de la ciudad, no tenían ninguna relación con Dzibanché, por lo que el estudio de Kohunlich adquirió una nueva relevancia, pues se convertía en un factor clave para establecer los límites del dominio de Dzibanché y, sobre todo, para entender que las estrategias de supervivencia y de adaptación al entorno generadas por los mayas tuvieron una enorme variabilidad, aun en áreas muy cercanas.

En los últimos años, concretamente en 2009, Enrique Nalda inició la exploración del enorme sitio de Ichkabal, descubierto por Luz Evelia Campaña y Javier López Camacho en 1994. El planteamiento en este nuevo proyecto era el de que el sitio era el lugar adecuado para indagar los inicios de la dinastía Kaan, así como encontrar elementos que le permitieran acabar con el mito del Colapso Maya, con base en la continuidad ocupacional que había encontrado en las áreas habitacionales de Dzibanché en los últimos años. Sólo le fue posible concluir esa primera temporada de trabajos, en la que se expuso buena parte de los basamentos de las Estructuras 4 y 5, incluyendo un hermoso mascarón en estuco de la época preclásica, así como una ofrenda constructiva de la misma época.

A lo largo de más de 20 años de investigaciones en el sur de Quintana Roo, Enrique Nalda tuvo como colaboradores a un importante grupo de arqueólogos que, con el tiempo, han tomado sus propios caminos: Luz Evelia Campaña, Javier López Camacho, Adriana Velázquez, Alan Maciel y Sandra Balanzario, entre otros, así como un nutrido grupo de alumnos de la ENAH que le acompañaron en diversas temporadas en campo. Es incuestionable que, a pesar de las vicisitudes de la convivencia de tantos años, todos sus discípulos encontramos valiosas enseñanzas en Enrique Nalda, que nos acompañarán a lo largo de toda nuestra vida profesional.

Las investigaciones de Nalda en el sur de Quintana Roo permiten entender ahora a esta zona como una de enorme complejidad, cuya importancia política y económica durante su historia prehispánica llegaron a ser del mismo nivel que la de sitios emblemáticos como Tikal o Calakmul. Su legado incluye más de 130 artículos y libros académicos, en los que la constante es su enorme pasión por México, por la arqueología y por dejar de lado los mitos, los sobrentendidos y los lugares comunes que con tanta frecuencia se encuentran en las publicaciones especializadas. Los estudios mayas tienen un antes y un después de Enrique Nalda, quien supo entender como pocos la importancia de producir historia a través de la arqueología. Ahora, el compromiso es de las nuevas generaciones de mayistas.

Abril, 2011

Este jueves 14 de abril se cumple el primer aniversario luctuoso del arqueólogo Enrique Nalda, quien hizo de la exploración en Quintana Roo el leitmotiv de su fructífero quehacer para desentrañar algunos de los misterios de la civilización maya asentada en ese estado. Para recordar al investigador, varios de sus colaboradores y discípulos se reúnen hoy para rendirle un homenaje a Nalda, como reconocimiento a su trayectoria y legado a la arqueología mexicana. La jornada se efectuará hoy de 10 a 14 horas y luego de un receso continuará de 17 a 20 horas en el auditorio Román Piña Chan, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (Periférico Sur, esquina Zapote, colonia Isidro Fabela, delegación Tlalpan)