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Un parque municipal ocupa a 45; les pagan 2 mil 400 pesos al mes

Ofrece Monterrey alternativa de empleo para discapacitados
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Trabajadores discapacitados del parque natural Río La Silla, en Monterrey, Nuevo León, deben cumplir las mismas jornadas laborales que sus compañeros y cobran un salario similar. Los integrantes de las Cuadrillas de la Sonrisa y sus familiares esperan que el proyecto continúeFoto Alejandra Arroyo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 24 de marzo de 2011, p. 33

Monterrey, NL, 23 de marzo. A las 6:45 horas, como todos los días desde hace cuatro años, las Cuadrillas de la Sonrisa, integradas por personas con retraso mental, parálisis cerebral o física, síndrome de Down y sordera, entre otras discapacidades, comienzan a llegar al parque natural Río La Silla para iniciar su jornada laboral.

Toman sus instrumentos de trabajo y en grupos de seis se distribuyen a lo largo de los dos kilómetros y medio de longitud de este concurrido espacio recreativo. Al principio se hacían acompañar de sus padres y algunos de ellos los esperaban hasta su hora de salida. Ahora son independientes.

Según la Organización Mundial de la Salud, en 2010 habría en Nuevo León entre 401 mil y 446 mil personas con discapacidad, pero el Censo de Población y Vivienda 2010 registra sólo 209 mil de los 4 millones 643 mil 321 habitantes del estado.

De acuerdo con investigaciones del Banco Mundial, sólo 24 mil 232 personas discapacitadas reciben el apoyo de 700 pesos mensuales que otorga el gobierno estatal, aunque en este rubro se incluye a enfermos crónicos y personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica.

El programa Cuadrillas de la Sonrisa se inició en 2006, durante la administración del ex alcalde panista Adalberto Madero Quiroga; lo primero que sorprendió a los empleadores fue la instrucción de los sicólogos: los nuevos trabajadores tendrán los mismos derechos y responsabilidades que sus compañeros sin discapacidad.

A los nuevos trabajadores se les advirtió que tendrían que ser puntuales, que las faltas les serían descontadas de su salario, que ganarían igual que todos (mil 200 pesos a la quincena) y que su sueldo les sería depositado en una cuenta bancaria a la que tendrían acceso con un plástico.

Los padres de los discapacitados protestaron. Argumentaron que el horario era muy largo, no era conveniente exigirles puntualidad ni era justo descontarles las faltas.

Sin embargo, se les explicó que se trataba de un trabajo, no de una beca.

De 70 discapacitados que comenzaron en el programa, 45 siguen trabajando. Unos llegan solos, algunos con sus padres, y la mayoría en el transporte que el municipio puso a su disposición.

Los muy distraídos, agresivos o quienes no podían controlar sus necesidades (fisiológicas) fueron dados de baja, comentó Óscar Guzmán, encargado del área de jardines del ayuntamiento local.

Los vecinos se han involucrado en el proyecto. En Navidad les preparan una comida y en sus cumpleaños les llevan regalos. Ellos están felices y su única preocupación es que cuando cambie el ayuntamiento, en 2012, continúe el programa.

El director de Educación Especial del estado, Manuel Antonio García Treviño, señala que antes los censos de población no tomaban en cuenta las discapacidades y aún persiste un subregistro, además de que existen discapacidades no detectadas y/o no reportadas, como depresión y neurosis, o enfermedades síquicas, que aún se ocultan.

Si bien los expertos han concluido que lo único común a la condición humana es la diversidad, la sociedad mexicana sigue siendo excluyente. Mientras un nuevo modelo de inclusión avanza a nivel internacional, en México lo hace lentamente, espuso el funcionario.

“La humanidad ha llegado a entender cómo las personas con discapacidad benefician el entorno –señala García Treviño–: ellas preparan a los demás para conocer y relacionarse con lo diferente y ayudan a ser tolerante.”

Algunas autoridades, entre ellas el sistema estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), las áreas sociales del gobierno y las autoridades educativas, intentan que este modelo educativo y laboral sea adoptado en México, como el país se comprometió a hacerlo en el seno de la Organización de Naciones Unidas (ONU).