Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 27 de febrero de 2011 Num: 834

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Lobos
Laura García

Atauriques
Ricardo Yáñez

Reinventar la frontera
Adriana Cortés Koloffon entrevista con Luis Humberto Crostwhite

Dos poemas
Bernard Pozier

Fantasmas del pasado:
quema de libros en Italia

Fabrizio Lorusso

José María Arguedas: todas las sangres de América
Esther Andradi

Llueve en Coyoacán
Waldo Leyva

Ricardo Martínez a dos años de su muerte
Juan Gabriel Puga

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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La imagen desolada en la obra
fotográfica de Juan Rulfo (II DE X)

Entre 1949-1956, Rulfo realizó muchas de sus fotos de indígenas, especialmente de los mixes y, cosa inusitada, exploró el color por única vez: de esa experiencia se conservan varias diapositivas inéditas. Cuando Benítez menciona la “afición por la fotografía” de Rulfo, tal vez pensó, también, en el encargo que el escritor José Luis Martínez le hiciera al autor jalisciense para que preparara una serie fotográfica sobre los ferrocarriles, con la idea de registrar las transformaciones realizadas por la empresa en su afán de modernizar equipo, vías e instalaciones y cotejar el “antes” con el “después” de la inversión; de dicha serie se publicaron algunas fotos en Ferronales, la revista de Ferrocarriles Nacionales de México, en 1957. Otras fotografías de esa época fueron seleccionadas para ilustrar la cuarta edición de Caminos de México, de 1958, que publicaba la compañía llantera Goodrich-Euzkadi.

Raquel Tibol expresó el desconocimiento de esta parte del talento rulfiano cuando hizo una rememoración de los preparativos del homenaje nacional que el INBA y la SEP organizaron para el autor de Pedro Páramo durante el mes de septiembre de 1980:  “La gran sorpresa la dio el propio escritor, quien sugirió a Juan José Bremer, entonces director del Instituto, que en el Palacio de Bellas Artes se presentara una muestra de fotografías tomadas por él y que él mismo seleccionaría.”

La exposición de una parte de la obra fotográfica de Rulfo en Bellas Artes, en 1980, fue la primera que realizó su autor y de ella se derivó la publicación de un libro con varios textos de homenaje y una selección de cien fotografías: Juan Rulfo. Homenaje nacional.

Este fue el primer volumen en el que se pudo apreciar una visión de conjunto de la actividad plástica del escritor: “La sorpresa ante su concentración y muy propia sensibilidad fue mayúscula: el escritor conocido mundialmente se revelaba como un fotógrafo de insólita profundidad”, como lo comentó, años más tarde, la misma Tibol. El encargado de imprimir los negativos fue el fotógrafo Nacho López, amigo muy cercano de Rulfo, quien dio a las obras impresas algo del dramatismo y contraste característicos de su estilo, aun bajo el riesgo de “quemar” (es decir, sobreexponer) casi todas las impresiones, cosa que acabó por ocurrir; Daisy Ascher también se encargó de realizar algunas de las impresiones para dicho proyecto editorial. Parte de la exposición de 1980 recorrió, después, varios países: en 1981 se presentó en el Centro Cultural Mexicano, de París, y en 1982 fue llevada a Europalia; finalmente, fue donada a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al propio Centro Cultural Mexicano. Dos años más tarde, en 1982, Rulfo volvió a exhibir un conjunto de sesenta fotos, en Berlín, en el festival Horizonte 82.

En el mismo 1980, la editorial Era publicó la primera edición de lo que se llamó El gallo de oro y otros textos para cine, libro en el que colaboraron Carlos Monsiváis, Pablo Rulfo, Rubén Gámez y Antonio Reynoso. Fue la primera vez que el público tuvo en sus manos un libro cinematográfico creado por Juan Rulfo. El texto de la película homónima, producida durante 1964 por Manuel Barbachano Ponce y dirigida por Roberto Gavaldón, ha sido considerado por algunos críticos como una verdadera novela, aunque el autor nunca la consideró dentro de ese género, debido a la sencillez narrativa y estructural exigida por un texto con pretensiones cinematográficas, cosa que confirma Jorge Ayala Blanco: “Redactado en el lenguaje llano, plástico, funcional y sin preocupaciones estilísticas que requiere todo proyecto cinematográfico repleto de precisiones, cosa que contrasta con la acabadísima elaboración formal de la obra literaria de Rulfo, el argumento posee, empero, el don de sumergirnos en las obsesiones características del universo de su autor.”

El interés adicional de la edición de El gallo de oro… se esclareció en la cuarta de forros: “Completan el volumen una iconografía secuencial para situar visualmente los textos y una muestra de otra actividad creadora que cultiva Rulfo en secreto: la fotografía.” Para los lectores que no tuvieron acceso a Homenaje nacional, su primer contacto con el “secreto” trabajo fotográfico de Rulfo ocurrió, ciertamente, a través de las veinte fotografías incluidas en el volumen, cuatro de las cuales, agrupadas como la serie “Los músicos” (hechas en la zona mixe, en 1955; actualmente, uno de los negativos está perdido), fueron publicadas en el libro patrocinado por Bellas Artes.

(Continuará)