Opinión
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Ruta Sonora

Lo tronador de 2010 (electrónica/ y II)

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El dueto inglés Autechre ofrece un trabajo de electrónica exploradora
C

omo se indicó en entrega pasada, la electrónica hace más de un lustro dejó de ser repetitiva y sonsonetuda para pasar a combinarse con instrumentos varios y ser cada vez más un medio de exploración alejado del mainstream. Ahora se vive un momento de transición, no se sabe rumbo a qué, pues las últimas corrientes bailadoras nu-rave, blog-house y electro-rock ya dieron de sí. Hoy, la segunda parte de lo mejor de 2010 en dicho género, según este apartado, con propuestas más accesibles a las grandes audiencias que las de la primera parte, la cual reunió lo más experimental.

11. Autechre. Oversteps. Décimo álbum de este dueto inglés de electrónica exploradora, tras 20 años de trayectoria. Lejos del relumbre, cada disco suyo es un retruécano de particular inventiva; sonidos digitales entrecortados, lejos de su antiguo click & cut, ahora por la generación de timbres inusuales, ambientales, sobre ritmos ligeros pero contundentes, irregulares. Indispensables de la escena.

12. Actress. Splazsh. El angelino Darren Cunningham, sobre un ritmo aparentemente dubstep, desprovisto de los bajos gordos y las sucias atmósferas cavernosas que caracterizan a tal género, recuerda en su deslave lo-fi al downtempo de inicios de los dosmiles, pero con ambientaciones suaves a las que él llama R&B concreto. Piezas de construcción minuciosa, sutil, para amantes de la electrónica mínima.

13. Emeralds. Does it look like I’m here? El trío de Cleveland, encabezado por Mark McGuire, en su tercer trabajo sigue por la línea marcada, basado en la expansión electrónica de sus arpegios guitarriles, para dotarlos de texturas mil mediante generadores de onda y combinarlos con agridulces sintetizadores. Avant pop de notas largas, sin ritmo aparente, paisajístico, de infinita repetición minimal.

14. LCD Soundsystem. This is happening. Alineación instrumental de rock al servicio de la intuición electro-bailable del productor, multinstrumentista y cantante neoyorquino James Murphy, en su tercer y último disco bajo tal proyecto, tras haber impactado la pasada década con su capacidad para hacer buen synth-rock bailador, pero también emotivo y sincero. Oficio lúdico y conflicto existencial, muy bien plantados.

15. Lindstrøm & Christabelle. Real life is not cool. El prestigiado productor noruego Hans-Peter Lindstrøm, quien presume no haber sido asiduo a la música electrónica antes de ejecutarla, invita a Christabelle, paisana cantante, para armar un álbum funky-soul-disco-electro, fino y sexy, entre pianos magros e inquietante producción, gozosa pero provocadora, retorcida.

16. Caribou. Swim. Siempre distinto en cada disco, el canadiense Dan Snaith (antes Manitoba) en su quinto trabajo reúne rasgos de su cambiante trayectoria (su facilidad al generar sonidos orgánicos, efectuar pastiches, generar melodías) para crear el álbum más pop y bailable de su carrera, sin por ello sonar ramplón, sino efectivo para la pista, sin dejar su actitud suave y lisérgica. Harto coqueto.

17. Daft Punk. Tron: legacy. El dueto parisino da un paso adelante al no sólo ser capaz de pegar un original ritmo funk-electro-techno-disco tras otro, sino tener la habilidad para desplegar juegos armónicos más amplios y arreglar piezas orquestales contemporáneas a la usanza de Wendy Carlos (mezclando música de concierto con sintetizadores), inspirados en Vangelis, con gran tino épico y emocional.

18. Crystal Castles. Crystal Castles II. Identificado por usar teclados modificados por un chip de Atari 5200 para generar tonos de 8-bit, este dueto de Toronto (Ethan Kath y Alice Glass) ha sabido combinar tales sonidos con furia techno y la vez noise, oscura y juguetona, kitschy pero honesta. Aquí su sonido prevalece, con menos inmediatez que en su debut, pero con la misma fuerza que suena a noche, descontrol y euforia.

19. Yeasayer. Odd blood. Alejados del sonido multicultural de su debut (tendencia al pop africano), los electro-arreglos intrincados se sofistican en la segunda entrega de esta banda de Brooklyn, envueltos en una producción lo-fi tanto digital como tecladera, pero con sensibilidad melódico-vocal indie-rock melancólica. Pieza curiosa, llamativa, rítmico-alegre del pop actual.

20. Four Tet. There is love in you. El londinense Kieran Hebden reaparece tras cuatro años de silencio, con un sexto trabajo que recrea sus viejas características: suaves aunque mutados beats, melodías cual de cajita musical o provenientes de instrumentos acústicos en loop, cálido hipnotismo envolvente… mas nada de su dubstep de antaño. Elegante, sutil, colorido y viajador.