Opinión
Ver día anteriorLunes 7 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A propósito de las precisiones de Sagarpa
A

raíz de mi artículo Crisis alimentaria global: visión México, publicado el 24 de enero pasado, en el cual detallé el grado de dependencia del país en granos básicos, cárnicos y leche, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) me envió información en la que precisa que la producción de maíz se incrementa, en promedio, 3 por ciento al año, más que suficiente para cubrir el consumo nacional. Señala también que se importa fundamentalmente maíz amarillo con la finalidad de elaborar alimento balanceado para la avicultura y la porcicultura. Sin embargo, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, de donde proceden las tres cuartas partes de las importaciones mexicanas de alimentos, sostiene que si no varía la actual política agropecuaria en nuestro país, aumentará mucho más la dependencia del exterior, hasta ser de 60 por ciento.

La política de traer de afuera lo que consumimos despertó muchas críticas hace 30 años (entonces las importaciones satisfacían una décima parte de la demanda) y arreció durante las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Imperaba entre los funcionarios la idea de que era mejor importar los alimentos aprovechando los bajos precios internacionales, pues ser autosuficientes resultaba más caro. Pero esto ya no es válido, pues desde hace años dichos precios registran un notable aumento. Por ello hoy se critica tanto que del exterior provenga entre 30 y 40 por ciento de los bienes que conforman la canasta básica. Lo ideal, según demuestra la experiencia, es recurrir a las importaciones sólo en casos muy específicos.

En México se hace lo contrario: cuando los precios internacionales de los productos citados alcanzan máximos históricos, las cosechas mundiales van a la baja y la demanda crece por el aumento de la población.

Respecto de que no se está haciendo lo correcto insiste la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación, la FAO, al advertir que los problemas del campo mexicano se deben a que no hay políticas de largo alcance que redunden en un aumento de la productividad y el nivel de vida de la población. Los programas son más de tipo asistencial, parches contra la pobreza, que líneas de acción para utilizar correctamente los abundantes recursos con que el país cuenta, no sólo tierra y agua, sino infraestructura y, lo principal, mano de obra que, precisamente por falta de programas agropecuarios efectivos, emigra a las ciudades y el exterior en busca de empleo. Toda esa riqueza humana y física bien utilizada y con apoyos suficientes permitiría obtener los productos que hoy se importan a alto costo económico y de seguridad alimentaria, de independencia respecto de los mercados y conglomerados que hoy imponen su ley a escala mundial.

La FAO advierte que casi 80 por ciento del presupuesto nacional dirigido al sector agrario corresponde a subsidios, y así es muy poco lo que en realidad se destina a la producción.

Cada año, dice la publicidad gubernamental, los presupuestos para el campo son los más grandes de la historia, pero no se aplican en lo que se necesita. Está probado que los programas de corte asistencial impiden aprovechar adecuadamente la infraestructura productiva y la mano de obra rural. Agreguemos que muchos de éstos no sirven sino para el control político, electoral y social de los grupos más pobres. El control que perfeccionó el PRI durante siete décadas, lo está copiando, y mal, el PAN desde hace 10 años.

Todo lo anterior explica por qué teniendo millones de hectáreas con riego, millones más de buen temporal, mano de obra abundante y apoyos presupuestales nunca vistos no se obtienen los alimentos básicos, no cesa la migración campesina y hay escandalosos niveles de pobreza en diversas zonas rurales.

Las autoridades desdeñan los llamados a cambiar de política en el sector agropecuario, igual que ocurre en la lucha contra la delincuencia, el desempleo, la impunidad y la desigualdad social y económica. Pero tengamos paciencia: ya viene el PRI a rescatar al país. Prometen hacerlo con otras políticas y formas, pero con los mismos personajes de ayer. Y algunos, peores.