jornada
letraese

Número 175
Jueves 3 de Febrero
de 2011



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate




Mitos y riesgo: los jóvenes gay

frente al VIH/sida

La ciudad de México ha avanzado en la defensa de los derechos de las minorías sexuales, como en el caso de la Ley de Sociedades en Convivencia, el matrimonio universal y la tipificación de los crímenes de odio por homofobia. A esto se suman los cada vez mayores logros en el tratamiento del VIH/sida, los cuales han cambiado la percepción de los jóvenes gay capitalinos sobre la infección, hasta verla como un mal menor. Activistas y académicos coinciden en que la homofobia y los mitos que rodean al VIH son obstáculos para que los jóvenes se protejan.

Mario Alberto Reyes

Aquella tarde, Jorge, de apenas 16 años, dejó estupefacto a más de uno cuando plenamente convencido aseguraba que tenía sida. Los asistentes a la reunión del Centro de Atención Integral para Adolescentes y Jóvenes Gays, Lesbianas y Bisexuales de México (Caijpaj), una y otra vez le preguntaron si había tenido relaciones sexuales desprotegidas, siempre dijo que no. Se sorprendieron más cuando reveló que era virgen.
—Entonces, ¿por qué piensas que tienes sida?
—Porque soy gay, dicen que el sida les da a los gays y yo lo soy.
Así recuerda e ilustra Josué Quino, director de Teatro y Sida A.C., el desconocimiento que prevalece entre muchos de los adolescentes gays del Distrito Federal acerca de la epidemia, derivado de planes y programas de estudio deficientes en educación sexual, así como de la insuficiencia de campañas que expliquen clara y lúdicamente a los jóvenes qué es el VIH/sida.
Para el activista, la principal debilidad de las campañas de prevención, gubernamentales o de la sociedad civil, radica en su corta duración y falta de seguimiento. “En un año podemos hacer prevención pero no conocer el impacto. Por esta razón, las organizaciones civiles no podemos decir que nuestras campañas están funcionando”.
Entrevistado por Letra S, Quino Andrade califica como necesaria e impostergable la actualización de los contenidos en las campañas para aminorar el avance de la epidemia. “Hay rezagos informativos. En algunas aún se recomienda anudar el condón una vez finalizada la relación sexual; esto ya no aplica debido a los riesgos de un posible contacto con semen que contiene VIH, ahora se recomienda retirar el preservativo con papel higiénico y depositarlo en la basura”.
En México, de acuerdo con cifras del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/sida, el grupo poblacional de entre 15 y 29 años es el segundo más afectado al registrar 34 mil 363 casos al 15 de noviembre de 2010. En 98 por ciento de ellos la vía de transmisión es la sexual.
El continuo registro de nuevos casos de VIH en este grupo poblacional, es para algunos expertos como Arturo Granados Cosme –coordinador de la Maestría en Medicina Social de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco (UAM-X)–, consecuencia de una relajación en la percepción del riesgo ante el VIH motivada por los avances en el ámbito de los antirretrovirales.
“Los adolescentes y jóvenes ya no ven a la epidemia como algo mortal sino como una infección crónica. Los medicamentos les crean cierto optimismo por lo que dejan de protegerse”.
En charla con este suplemento, Granados Cosme asevera que no obstante que desde el inicio de la epidemia las autoridades mexicanas difundieron información sobre el VIH/sida, las campañas de prevención no han funcionado porque se han dirigido a la población heterosexual y se han basado en modelos tradicionales de familia que no corresponden al grupo más afectado, es decir, el de los hombres que tienen sexo con hombres (HSH).
“Los HSH no aprovechan plenamente la información porque no se ven reflejados en los estereotipos arraigados en la sociedad mexicana caracterizada por homofóbica y heterosexista. Reciben los datos pero no los procesan e incorporan a su vida cotidiana para llevar sus prácticas sexuales al ámbito del sexo protegido”.
Homofobia y salud emocional
No obstante los avances logrados por el movimiento de la diversidad sexual en los ámbitos social y legislativo en el Distrito Federal durante los últimos 30 años, en los que se han construido espacios de legitimidad, de derechos y libertades, como la Ley de Sociedades de Convivencia y la aprobación de los matrimonios entre personas del mismo sexo, la homofobia aún permea a buena parte de la población.
De acuerdo con resultados de la Encuesta Nacional de Exclusión, Tolerancia y Violencia, organizada por la Secretaría de Educación Pública y aplicada a 13 mil 104 estudiantes de entre 15 y 19 años en abril de 2008, cerca de 52 por ciento de ellos dijo que no querría tener como compañeros de clase a personas no heterosexuales. Sólo quienes viven con VIH/sida concitaron un mayor rechazo, 54 por ciento. Es decir, más de la mitad del estudiantado manifestó falta de aceptación a la diversidad sexual y hacia las personas con VIH.
Para activistas como Benjamín Delgado, subdirector del Caijpaj, las cifras anteriores muestran las “severas fallas” del sistema educativo mexicano en materia de sexualidad y revelan la necesidad de crear espacios lúdicos de prevención del VIH para adolescentes gays.
“En las escuelas, el tema de la homosexualidad corre el riesgo de ser manejado inadecuadamente por los profesores, ya sea por desinterés o prejuicios personales. Pueden moralizar o condenar, e incluso saltar la página. Son pocos los que se atreven a profundizar sobre ella”.
Al respecto, Arturo Granados menciona que los contextos culturales en los que prevalecen la homofobia y el heterosexismo favorecen la propagación de la epidemia porque los homosexuales no logran empoderarse como sujetos de derechos.
En su artículo “La vivencia del rechazo en homosexuales universitarios de la Ciudad de México y situaciones de riesgo para VIH/sida”, publicado en la revista Salud Pública de México, Granados Cosme asevera que la homofobia se ha relacionado con la vulnerabilidad de los homosexuales a la transmisión de la pandemia, aunado a que provoca trastornos depresivos, ansiedad, ataques de pánico y estrés psicológico que conllevan a una mayor presencia de prácticas sexuales de riesgo.
Según el experto, el uso efectivo del condón puede verse afectado por el carácter de marginalidad o legitimidad social en que los individuos ejercen su sexualidad. En el caso de los varones homosexuales, asevera, “el rechazo social promueve trayectorias individuales marcadas por el aislamiento social, el sufrimiento psíquico y la autovaloración negativa que reducen las capacidades individuales para enfrentar situaciones de riesgo, entre ellas la utilización personal del condón o la exigencia de que la pareja sexual lo use”.

“Si adquiero el VIH es malo, pero no tanto”
Aunque para la mayoría de quienes se dedican a luchar contra el VIH/sida la educación es un valioso instrumento para disminuir los nuevos casos de infección, no siempre se logran los resultados adecuados. Ricardo Baruch, coordinador de la Coalición de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México, se muestra preocupado por el aumento de casos entre la población juvenil con estudios de educación superior.
“Recientemente cinco de mis amigos fueron diagnosticados seropositivos. Eso me ha sacudido porque son jóvenes universitarios que sabían de la existencia del VIH y de las formas de prevenirlo desde antes de ingresar a la universidad”.
Con amplio trabajo en prevención de la epidemia entre adolescentes y jóvenes, Baruch Domínguez coincide con Arturo Granados y atribuye el hecho a la percepción que algunos tienen de la epidemia: “Si adquiero el VIH es malo, pero tampoco lo es tanto porque existen los medicamentos”.
Sostiene que las actuales campañas de prevención son un “arma de doble filo” porque destacan las “facilidades” que implica vivir con VIH como la adquisición gratuita de antirretrovirales y la expectativa de que se puede tener una buena calidad de vida, factores que, asegura, disminuyen considerablemente la percepción de riesgo.
“Se debe subrayar cómo te cambia la vida personal y socialmente el vivir con VIH. El gobierno debe dejar atrás las cifras triunfalistas pues ese discurso no favorece la lucha contra la epidemia. No se trata de decir que estamos empeorando, pero tampoco estamos mejorando. Hay avances pero también muchos problemas como el desabasto de medicamentos”.

¿Disfruto o padezco la cogida?
Pero no sólo los avances registrados en el campo de los antirretrovirales han relajado la percepción de riesgo de los jóvenes gays capitalinos ante el VIH, sino también la homofobia que vulnera la salud emocional y genera un sentimiento de soledad que los lleva a tener relaciones sexuales desprotegidas.
Para Hugo Bautista, director general de Cuenta Conmigo, Diversidad Sexual Incluyente, organización civil dedicada a empoderar adolescentes no heterosexuales como sujetos de derechos, la sociedad heterosexista y machista empuja a los jóvenes a sostener relaciones sexuales rápidas y clandestinas en baños y vapores públicos o sistemas de transporte como el Metro, sin reflexionar sobre la importancia del uso del condón.
“Los chavos tienen que revisar cómo se están vinculando con otras personas. Deben plantearse si están cogiendo porque realmente lo desean y disfrutan o porque los obliga una sensación de despecho o soledad originada por la necesidad de mostrar a los demás que pueden tener relaciones sexuales”.
En torno a la necesidad de atender la salud emocional de estos jóvenes, Bautista López y Quino Andrade coinciden en que es el primer paso para lograr disminuir los casos de VIH, pues sólo a través de las herramientas adecuadas los chavos podrán identificar cómo vivir su placer y prevenir la epidemia usando o no el condón.
“Se trata de que la vivencia del placer no se limite únicamente al coito, y que, cuando lo tengan, puedan incorporar el uso del condón como un elemento de disfrute y placer”.

“Si mi novio no se enferma, está sano”
El director de Teatro y Sida AC, asegura que no obstante los gays son el sector poblacional que más conoce del VIH, no siempre los datos que manejan son los más adecuados.
“Los chavos forman parejas y usan condón durante tres meses, después de ese tiempo comienzan a tener relaciones sexuales desprotegidas. Creo que ese tiempo lo relacionan con el periodo de ventana. Piensan que si el novio no se enferma, vomita o le da temperatura, quiere decir que está sano y tienen relaciones sin condón”.
Para Ricardo Baruch, el mensaje principal que deben escuchar los jóvenes gays consiste en subrayar que este sector de la población es el más afectado por la epidemia. “Aún somos los más vulnerables, mientras las estrategias de prevención no sean integrales, no funcionarán de manera adecuada”, concluye el activista.

 

 

SU B I R